Usted dice en su libro El antinacionalismo acomplejado que el nacionalismo es como un pez. ¿A qué se refiere?A que las demandas de autonomía de los nacionalistas, una vez cumplidas, lejos de ser satisfacerles les lleva a una siguiente fase donde piden más. Y así y así, hasta casi conseguir la independencia, pero sin llegar a ese punto porque las pérdidas económicas serían inaguantables para el gobierno independentista que resultase, y por tanto contraproducente para sus propios intereses. Pero si se llegase a la independencia comenzaría la siguiente fase del nacionalismo: la anexión territorial del vecino. Y catalanes pedirían la «Cataluña occidental» (el Aragón oriental), Valencia, Baleares, el Rosellón… y los vascos —como ya diseñó ANV— Navarra, el norte de Huesca, Castro Urdiales, Miranda de Ebro…
¿Quién tiene la culpa de que los nacionalistas estén tan crecidos?Varios actores. En primer lugar las políticas represivas del franquismo, que facilitaron el que los nacionalistas alimentaran una leyenda de persecución contra su cultura, que si bien sí se produjo su eco en la actualidad se ha magnificado. La dictadura queda ya muy lejos, y después son responsables los diferentes gobiernos centrales que prefirieron apoyarse en quienes no creen en España como nación y como estado, los nacionalistas, antes que hacerlo con el principal partido estatal de la oposición.
¿A quién ve más cercana al nacionalismo, a la izquierda o a la derecha?En mi tesis mantengo que la izquierda es incompatible con el nacionalismo y me remito, por ejemplo, a las trifulcas del PSOE con el PNV en los años 30, cuando las ideologías eran más importantes que las políticas, por no hablar de las alianzas del PNV con el carlistas llegando a forman grupo parlamentario. Pero el PSOE de Rodríguez Zapatero (como el de Pérez Rubalcaba, porque es el mismo) ha hecho un peligroso viaje hacia el encuentro con los nacionalistas, a la par que el PSC se ha convertido en un partido más del nacionalismo catalán. Otro tanto se puede decir del mar de siglas que acompañan a Izquierda Unida en las distintas comunidades autónomas. La izquierda se ha acercado al nacionalismo y eso es algo muy parecido al fascismo y a sus diferentes versiones, como son el nacional-socialismo o el nacional-sindicalismo, como argumento con muchos ejemplos.
Quizá uno de los documentos más sorprendentes que aporto es un texto de la organización neonazi Cedade y que se parece mucho en el discurso al manejado por el mundo de ETA, sobre todo en su versión ANV.
Por otro lado, la derecha democrática española sigue acomplejada y sigue convencida de que tiene que demostrar que no es franquista. Y se confunde cuando cree que es más demócrata si se acerca a los nacionalistas, pues el nacionalismo es excluyente, y la exclusión es antidemocrática.
¿Todo nacionalismo es excluyente?Sí. Aunque sus formas de marginación pueden ser menos visibles y articular mecanismos para entrar a formar parte del “nosotros”, como ocurre en el racismo cultural. Pero al fin y al cabo se excluye al “otro”, y me da igual que a ese “otro” no pueda pertenecer por motivos étnicos (o genéticos, como dirían los racistas), o que no quiera formar parte del “nosotros”. Si eres de los “otros” quedarás excluido. Si eres negro quedarás excluido para el Ku Klux Klan, y si eres “charnego” o “maketo” lo quedarás para los nacionalistas catalanes y vascos.