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ABANDONO DE EMBLEMÁTICOS EDIFICIOS

¿Qué pasa en la plaza de España de Madrid?

Edificios 'okupados' ofrecer un panorama fantasmagórico del centro de la capital.
Edificios "okupados" ofrecer un panorama fantasmagórico del centro de la capital.

Inaceptable panorama de una capital como Madrid, que aspira a convertirse en Sede de los Juegos Olímpicos

By José Luis Barceló Mezquita
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jlbarceloelmundofinancierocom/9/9/27
martes 21 de octubre de 2014, 14:31h
La plaza de España, ubicada en uno de los lugares más emblemáticos y céntricos de Madrid, se encuentra en una de las situaciones más inexplicables: la mitad de los grandiosos edificios que dan con su fachada a la plaza están desocupados esperando mejores tiempos o inversores que pujen por si envidiable ubicación: desde el antiguo Edificio de España, hasta las representativas oficinas que Telefónica tuvo allí ubicadas en su día, la mayor parte de los mismos se encuentran en franco abandono, "okupados" y ofreciendo una imagen desoladora del centro de la capital del Reino. De la ubicación preferida como entorno financiero y de los negocios de los años del desarrollismo, se ha pasado a una situación de desidia y desinterés tanto por parte de los operadores privados como de los poderes públicos, que serían los máximos responsables de un entorno considerado aún hoy como el centro de la capital.
¿Qué pasa en la plaza de España de Madrid?









Que España está sumida en una profunda crisis, ya nadie lo duda. Que dicha crisis está trayendo además consecuencias que afectan incluso a su imagen más emblemática, es un asunto que ya trasciende a todos los comentarios y sus posibles soluciones.

En pleno centro de la capital de España, uno de los espacios supuestamente con mayor precio por metro cuadrado, a escasos metros del Palacio de Liria y del Palacio de Oriente, de la Plaza Mayor o del Teatro Real, y en la embocadura de la propia Gran Vía, la plaza de España se encuentra en un franco abandono. Los edificios desalojados y sin actividad alguna se suceden fachada tras fachada, esperando mejores momentos o, quien sabe, quizás un derribo oportunamente planificado.

La crisis ha desfigurado la personalidad de las personas, lo más profundo de sus sentimientos, llegando incluso a hacer cosas que jamás hubieran pensado que podrían llegar a hacer: contemplar a ancianos jubilados participando en los escraches por las preferentes o por los desahucios es un espectáculo que jamás hubiéramos imaginado hace tan solo dos o tres años. Según algunos especialistas en sicología social, la presión sobre los políticos tendrá todavía que incrementarse más aún durante, al menos, un par de años más, sobre todo cuando se conozcan las sentencias judiciales de algunos de los más llamativos casos de corrupción política.

Pero la crisis ha traído también la desfiguración de la trama urbana, y eso se nota más en las grandes urbes como Madrid, Valencia o Barcelona. El desencanto, la desilusión y la falta de recursos económicos para hacer frente al mantenimiento de infraestructuras de la ciudad ha traído el desaliño, el resquebrajamiento de los asfaltos, o la falta de cuidado en jardines y plazas públicas.

Una de las más emblemáticas de Madrid, la plaza de España, estampa durante decenios en postales y calendarios para turistas que visitaban la capital del Reino, está pasando por uno de los peores momentos de su historia.

La huella de la crisis

La plaza de España de Madrid es una de las mayores plazas de España, situada en el casco histórico de la ciudad, en el centro de la cual se encuentra una gran fuente dedicada a Miguel de Cervantes, obra del arquitecto y escultor Rafael Martínez Zapatero, quién contó con la colaboración de Pedro Muguruza Otaño. Las esculturas añadidas fueron obra de Lorenzo Coullaut Valera.

La plaza constituye un eje continuador uniendo la Gran Vía con la calle de la Princesa, y en ella destacan algunos de los que durante mucho tiempo se consideraron algunos de los más significativos edificios de la capital de España como la Torre de Madrid (1957) y el Edificio España (1953). También cuenta con uno de los mejores exponentes del modernismo madrileño, en la Casa Gallardo, que son menos prolijos que en Barcelona, o la sede de la Consejería de Cultura en el antiguo edificio de la Compañía Asturiana de Minas.

De esta emblemática plaza, hoy en pleno abandono, salen las calles de Gran Vía, Princesa y la Cuesta de San Vicente. Con 36 900 metros cuadrados se la considera una de las mayores plazas de España, aunque hoy ha perdido toda su representatividad por la franca desidia en la que se encuentran la mayor parte de los edificios: desde el Edificio España, que en su día albergó oficinas de empresas, las sedes de importantes compañías de aviación o incluso un hotel, hasta varios de los edificios cuya fachada da a la plaza, como los que corresponden a los números 4 y 5, que se hallan okupados y convertidos en viviendas irregulares o centros de ocio alternativo, mostrando un deterioro significativo.

Sin vida nocturna

La plaza de España fue antaño sinónimo de paseos al atardecer, al anochecer o trasnochando. Tras cines y cenas, los paseos terminaban una jornada de diversión que había tenido varios de los ingredientes que se requieren. Las compras o las salas de juegos, como los popularmente conocidos como Los Sótanos, buscaban su espacio en una oferta sin límite. Muchos comparaban la vida de la Gran Vía –que hoy se intenta recuperar con gran esfuerzo por los empresarios que han transformado los viejos cines en salas de teatro y espectáculos-, con el Picadilly Circus o el Broadway.

El entorno de las Gran Vía supo alojar en torno a sí misma muchos lugares que fueron emblemáticos en la capital de España: los grandes cines como el Capitol o el Avenida, Chicote, salas de fiestas y hasta restaurantes de todo tipo: la calle Valverde, junto al reconocible edificio de Telefónica, albergó uno de los primeros y más afamados restaurantes chinos de España, el “China Restaurant”, muy visitado en los años 70 por los militares de la base americana de Torrejón de Ardoz.

Hoy la Plaza de España y sus alrededores ofrecen un panorama desolador, totalmente inaceptable para una gran capital como Madrid, que aspira a ser sede de unos Juegos Olímpicos de impacto mundial.


Las fachadas de los edificios que dan al centro de la plaza, en franco abandono.
Las fachadas de los edificios que dan al centro de la plaza, en franco abandono.
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