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LA TORMENTA PERFECTA

Enrique Calvet.
Enrique Calvet.

La verdad sobre el caso Palau

Por Enrique Calvet

martes 21 de octubre de 2014, 14:31h
Es una especie de enfermedad nacional la facilidad con que se centran las energías, los análisis y las acciones, hasta las indignaciones, en lo secundario, lo aparatoso, a veces lo frívolo, quedando ciegos ante lo fundamental. Una tendencia muy peligrosa para la vida democrática, pero explotada con maestría por las élites “extractivas”. El reciente fallo sobre el caso Palau es otro ejemplo claro y definitivo. Después de años de procedimientos (y la tardanza, como sistema, ya es problema estructural) se ha medio sancionado a un par de delincuentes “habituales”, en el sentido de que son unos de tantos chorizos que por la piel de toro pululan. (En este caso, diríamos “fuets”).



Ello ha provocado el escándalo habitual, la merecida condena pública, y la satisfacción de haber castigado a un par de facinerosos a bombo y platillo. Bien está, pero visto que la corrupción en la España de hoy es sistémica, ni son los primeros, ni serán los últimos. Lo que sucede en este caso es que el propio auto del juez delata precisamente unas gangrenas del sistema muchos más graves que los delitos perpetrados por un par de delincuentes de guante blanco. Y en eso es en lo que no se ha reparado, o no se ha querido reparar, aunque clame al cielo.

Hay que saber que el juez indica que no se han podido esclarecer todos los hechos, ni averiguar todas las responsabilidades, en el llamado caso Palau, por la falta de colaboración de determinadas entidades financieras que no han facilitado la información requerida. Estas últimas, obligadas por varias normas, pero en particular por las leyes anti-blanqueo, no habrían “encontrado” los documentos requeridos, algunos de ellos relacionados con operaciones de ventanilla de......¡¡¡ 300000 euros!!!!!!! Sabido es que se malicia, con visos de verosimilitud, que una buena parte de los beneficiarios de la chorizada magna puedan ser políticos y/o partidos políticos. Dicho de otro modo, hay claras sospechas, tal vez infundadísimas, que dichas instituciones financieras hubiesen colaborado en la confusión y ocultación para satisfacer y proteger a determinadas personas públicas o determinados Partidos. O, tal vez, lo hicieran algunos de sus dirigentes o empleados, tan despistados a la hora de perder documentos. Despistados, chantajeados, sobornados... ¡vaya Ud. a saber!

No hace faltar ser un Lincoln para entender que es muchísimo más grave y dañino para una sociedad que quisiera ser democrática, aunque cada día lo sea menos, sobre todo en la Cataluña hispana, la complicidad de entidades financieras con la corrupción política que el enriquecimiento ilícito del sinvergüenza de turno. Por eso la verdad sobre el caso Palau exige despejar toda duda a ese respecto y multiplicar los esfuerzos investigadores sobre las entidades financieras que no han “podido” colaborar con la justicia. El por qué, el cómo, a quién se debe, etc... deben ser puestos de relieve con resplandor por la salud democrática de nuestra Nación. Aquí es dónde los Partidos políticos y los medios de comunicación que crean en la regeneración democrática deben dar el do de pecho (no hay muchos, pero haberlos haylos, como UPyD). Y, para sarcasmo apoteósico, resulta que las entidades financieras involucradas ahora son ¡públicas! Es decir que le ha costado a Ud. su buen dinero.

Y otra verdad inquietante queda desvelada, para quién le importe el funcionamiento decente de las Instituciones como soporte de una sociedad libre y próspera. El juez, perfectamente consciente de lo que aquí se expone, remite al Banco de España las dificultades habidas para conocer y documentar la verdad, por la actitud de las entidades financieras. Suponemos que con la intención de que se proceda a alguna inspección que pueda terminar, si cabe, en alguna sanción administrativa. No vamos a dudar por un sólo instante de la pericia ni afán de justicia del juez, lo que sería improcedente y grosero. Por lo tanto, si ante tan evidente y claro ejemplo de “posible” malintencionada obstaculización a la Justicia en un tema vertebral para la democracia, lo único que puede hacer la autoridad judicial es remitir una información al Banco de España, cerrando el tema, queda sangrantemente evidente que es urgente reformar esas Leyes y esos procedimientos que permitan tal nivel de hipotética impunidad. Es gravísimo para una sociedad, se dé cuenta o no, (que ya sabemos que es que no) que connivencias turbias entre oligarquías politicastras y “el mundo del dinero” salgan impunes de sus fechorías contra el bien común por la neutralización de las Instituciones.

La carne es débil y en todas partes se encuentran desaprensivos con amor desmesurado al dinero ajeno, a veces público. (Recuerden Madoff, antiguos Presidentes y esposas del Bundesbank, Benard Tapie, etc...). A ellos, que son condenados, las democracias serias les sobreviven. Pero una red aconchabada y sistémica político financiera (recordemos las Cajas de Ahorro última hornada) impune ante las Instituciones convierte cualquier democracia en un albañal que la termina enfangando y destrozando. Hace ya mucho tiempo que los problemas de España están muy río arriba del juego político....

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