CONCIENCIA ECONÓMICA
Odio, víctimas y ETA
Por Francisco Meana
martes 21 de octubre de 2014, 14:31h
Gonzalo Fernández de la Mora en sus estudios científicos –sobre la medida de la eficacia estatal- afirmó que el estado se crear para mantener el orden-. Pero este no el único fin del mismo estado, ese orden debe ser basado en la justicia. Un ordenamiento jurídico con lagunas y ambigüedad o complejidad que llegue a la contradicción es formalmente deficiente, sea cual fuese su grado de equidad. Tampoco es satisfactorio el ordenamiento jurídico que no es aplicado con razonable independencia de los jueces. Declaración universal de los derechos humanos, ni están en ella todos los que son, ni son todos los que están. Magnífico presagio, que nos adentra en la decisión de un” tribunal de derechos humanos europeo “que pone en cuestión la legitimidad de nuestro estado constitucional” y la decisión gravísima de la audiencia nacional de España de poner en libertad inmediatamente, a una genocida y no dejar la decisión final al tribunal constitucional de nuestro país.
España está sufriendo una movilización de sectores muy bien estructurados, cualificados y de gran capacidad para que el terrorismo tenga campo de acción. No debemos extrañarnos que el poder político del entramado de ETA sea fruto de silencios malvados diabólicos de una organización que tiene que decir mucho de quien es y cuales fueron realmente sus compañeros de la trama criminal. Civil o política económica de los tapados de la organización terrorista donde están y como se llaman; ¿cuál fue la cabeza pensante de Belcebú?, ¿Quien es realmente la serpiente? ¿Dónde está el dinero de la ETA? ¿Por qué se hablo de colocar en algunas empresas vasca a terroristas?, ¿donde están los que informaban a la organización terrorista para asesinar? ¿Un tribunal de derechos humanos sus miembros elegidos por sus naciones y constituciones diferenciales son independientes? ¿Se ha violado la seguridad jurídica de las víctimas? Evidentemente se ha producido una alarma social justificada, ante la posibilidad de excarcelamiento de miembros de organizaciones, terroristas en España. Estamos ante un claro desmantelamiento del prestigio de nuestras instituciones y poner a la sociedad civil, al servicio del entramado político armado de las decisiones de la organización terrorista ETA. El terrorismo siempre tuvo capacidad de movilizar medios propagandísticos, económicos y equipos de abogados capaces en adentrarse en los tejidos de la unión europea. No es de extrañar que los sectores bien definidos potencialmente extranjeros, han querido o quieren fractura nuestra convivencia y producir situaciones extremistas no deseadas.
Según José María Setién en su libro “un obispo vasco ante eta”, en una clara apología del terrorismo señala que la organización eta en sus postulados: es un movimiento socialista de liberación nacional. La etnia vasca es una colectividad diferenciada, por respuestas culturales propias, en cuya base está la lengua vasca. Se ratifica la lucha global en los cuatro frentes culturales, políticas, económicas para tomar el poder.
La declaración de las naciones unidas de 1985, sobre principios básicos de justicia para las víctimas del crimen, las personas que individualmente o colectivamente hayan sufrido daños inclusive lesiones físicas o mentales o sufrimientos están deben ser protegidas. En Octubre del 2012 la unión europea aprobó una nueva directiva, que establece las normas comunes -de protección y apoyo a las víctimas de delitos de toda Europa, y que reconocen a los afectados por terrorismo. El convenio europeo de derechos humanos establece en el artículo 14 el derecho a la libertad y la seguridad, su artículo 11, la libertad de movimiento y su artículo 9 la libertad de reunión, frente al odio racial.
Nuestro servicios jurídicos y las instituciones españoles se debería haber defendido a las víctimas en todo su contexto de odio racial del terror como figura jurídica de lesa humanidad y a la sociedad en general, porque no se pudo ejercer las libertades políticas, secuestos, amenazas y desplazados por la violencia brutal, que causó más de ochocientos muertos.