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12.000 MILLONES DE EUROS EN POTENCIAL DE SOLARES Y PISOS VACÍOS EN MADRID

España y Alemania: más diferencias que similitudes en el mercado inmobiliario

(#nuroa) Nuroa analiza la realidad del sector en ambos países, que dibujan dos escenarios completamente diferentes

martes 21 de octubre de 2014, 14:31h
España y Alemania: más diferencias que similitudes en el mercado inmobiliario
Españoles y alemanes, alemanes y españoles… ¿realmente somos tan diferentes? A menudo se contraponen estas nacionalidades como dos ejemplos radicalmente opuestos de ver la vida y de afrontar la economía. La cultura del trabajo duro, el ahorro y la austeridad germánica en claro contraste con la vida relajada, el carácter mediterráneo y la cultura del bar de tapas y la cervecita, que, según el tópico, impera en España. Unas diferencias que se acentúan todavía más si hablamos de economía ¿Pero realmente son ciertos estos clichés? En Nuroa han analizado el mercado inmobiliario en ambos países para ver si realmente España y Alemania están tan alejadas como parece.
España y Alemania: más diferencias que similitudes en el mercado inmobiliario


En España, después del “boom” inmobiliario que sumió al país en una profunda crisis, la economía no termina de remontar. El sector inmobiliario sigue muy tocado y esta debilidad se refleja en los inmuebles vacíos (el país tiene medio millón de viviendas sin acabar y más de 800.000 terminadas pero sin vender) y en los precios del sector. Así, según datos del metabuscador inmobiliario Nuroa.es, el precio del metro cuadrado en Madrid cayó casi un 20% entre octubre de 2011 y octubre de 2013 y, pese a que el país parece haber encarado la senda de la recuperación, este descenso no ha tocado fondo. Durante el último trimestre (agosto-octubre), el metro cuadrado en la capital española ha sufrido un nuevo descenso del 1,45%, según datos obtenidos gracias a la herramienta Tendencias de Nuroa.es. Si nos fijamos en la segunda ciudad española, vemos que en Barcelona también ha seguido descendiendo el precio del metro cuadrado en el último trimestre (aunque en este caso la caída se queda en un 0,57%).

También las viviendas vacías son un indicador del delicado estado del sector inmobiliario español. En este sentido, las cifras hablan por sí solas: se calcula que los solares y edificios vacíos sólo en Madrid tienen un potencial de 12.000 millones de euros. Pero si nos fijamos en todo el país, los datos son alarmantes: España tiene actualmente más de 800.000 viviendas terminadas que no encuentran comprador (según el último informe de la entidad bancaria Catalunya Caixa) y alrededor de medio millón de viviendas cuya construcción quedó a medias por la crisis económica. Son los llamados “edificios fantasma”, esqueletos de hormigón y ladrillo que, en muchos casos, han sido ocupados, saqueados, o despojados de los pocos elementos de valor que contenían. Cáscaras vacías que ensombrecen la imagen de pueblos y ciudades. Un stock de viviendas que, pese a la ligera recuperación de la inversión, difícilmente podrá absorberse. Es por ello, que muchas voces apuntan a la demolición como la única solución a este problema. De hecho, el llamado banco malo (Sareb) ya contempla en su plan de negocio (aprobado el pasado marzo) una partida de 103 millones de euros para derruir edificios.

A miles de kilómetros de España, en Alemania, el panorama es otro. El país había gozado de unos precios inmobiliarios relativamente estables desde la reunificación, frenados, en parte, por los impuestos sobre los beneficios especulativos, tasas que reducen la porción de pastel que se obtiene por comprar y vender viviendas aprovechando los movimientos del mercado y, por tanto, reducen esta práctica. Sin embargo, en los últimos tiempos la vivienda ha experimentado un aumento, focalizado en ciudades como Frankfurt, donde el desembarco del Banco Central Europeo ha atraído a un público de alto poder adquisitivo, o Berlín. Este ligero repunte de los precios ha propiciado que se empiece a hablar de “burbuja inmobiliaria” en las grandes ciudades, dos palabras que, después de la experiencia de países como España, hacen sonar todas las alarmas. Más todavía cuando este aumento de precios está provocando un aumento en la compra de viviendas, algo significativo en un país en el que tradicionalmente había imperado la cultura del alquiler.

Según una reciente encuesta elaborada por la Cajas alemanas, el 50% de los clientes de estas entidades considera que comprar una vivienda es una buena forma de ahorrar. Tanto es así, que la compra de casas y pisos en Alemania ha aumentado un 5% en relación con el año pasado. No obstante, a diferencia de España, estas compras parecen financiarse con el ahorro y, en algunos casos, la venta de segundas residencias (muchas de ellas en las costas españolas) y no gracias al crédito fácil, como pasó en los países del sur.

Otro punto diferencial entre ambos países es la construcción de grandes complejos de vacaciones (apartamentos y hoteles a pie de costa), un fenómeno que en Alemania apenas tiene trascendencia y que en España supuso uno de los grandes pilares del “boom” de la construcción. Tanto es así, que, según un informe de Greenpeace, la burbuja inmobiliaria dejó un litoral casi arrasado, con un ritmo de construcción de 2 hectáreas al día (en los primeros 500 metros de costa) entre 1997 y 2005.

Así pues, parece evidente que España y Alemania se encuentran en puntos de partida diferentes en lo relativo al sector inmobiliario. La primera iniciado un largo y difícil camino de recuperación después de una dura caída y, la segunda, enfrentando un cambio de hábitos de sus ciudadanos y tratando de despejar las dudas sobre una supuesta “burbuja inmobiliaria” que, más allá de las grandes capitales, parece no tener trascendencia.

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