Es el fin del primer acto. Repsol aceptaría 5.000 millones de dólares –unos 3.700 millones de euros, con garantías suficientes de cobro. La presidenta Kirchner ha querido demostrar que, al salir del letargo de su enfermedad, continúa con energías suficientes para retomar los asuntos de Estado. Y nada mejor que actuar con rapidez resuelta el asunto YPF, atascado con la española Repsol desde su nacionalización por parte del gobierno argentino el 3 de mayo de 2012. Lo cierto es que han sido los españoles los que han arrojado la primera carta del juego, enviando en el viaje relámpago del lunes 25 de noviembre a una delegación negociadora que incluía al ministro de industria, José Manuel Soria, al presidente de La Caixa, Isidro Fainé, y directivos de Repsol. El presidente de la compañía, Antonio Brufau, no acudió al encuentro para facilitar así las negociaciones y preparar el Consejo de Administración de este miércoles. A ellos se sumó Emilio Lozoya, director general del grupo energético mexicano Pemex, por lo que la negociación cuenta con su apoyo y bendiciones.
Nada se dejó al azar en esta visita para abordar con rapidez y decisión la satisfacción de la indemnización solicitada por Repsol tras la expropiación. Isidro Fainé representa en Repsol a La Caixa, una de las mayores cajas de ahorros españolas reconvertidas ahora en banco, CaixaBank, y la más eficiente del sistema de cajas españolas. La Caixa quedó además al margen de los rescates al sistema bancario que tuvieron lugar a partir de junio de 2012, con una aportación de 100.000 millones de euros por parte de la Unión Europea. Esta institución simboliza la fortaleza de una institución española solvente, pero es además el primer accionista de Repsol, con un 12% de su capital.
La expropiación de mayo de 2012 no se realizó por la totalidad del accionariado, sino por el 51% de las participaciones de la compañía, reduciendo el importe nominal en poder de Repsol, pero no el del resto de los accionistas. Si el paquete del accionariado de Repsol-YPF antes de la expropiación estaba representado por un 57,43% de Repsol, un 25,46% por el Grupo Petersen, un 0,02% por el estado argentino y un 17,09% por otros accionistas, tras la nacionalización –que Brufau calificó en su día de “confiscación”, de “ilegítima” y de “agresión”-, el 51% de la compañía pasó a ser del Estado, con un 26% para el Estado nacional y un 25% para las provincias petroleras, un 25,46% continuó en poder del Grupo Petersen, que no perdía el volumen de su accionariado, un 6,45% era el paquete accionarial de Repsol y un 17,09% de otros accionistas. En la actualidad, Argentina posee el 51% de las acciones, Repsol el 11,82% y Carlos Slim, el 8,40%.
Se comprueba entonces que lo que el gobierno de Kirchner hizo realmente es “achicar” la parte correspondiente a Repsol, nacionalizando su capital, pero no el de los demás accionistas, con un impacto gravemente negativo sobre la compañía Repsol, que reclamó inmediatamente una compensación justa por la “confiscación”, tal y como contemplaba la propia Constitución argentina. Tras la “confiscación” de YPF, Repsol presentó en mayo de 2012 un nuevo Plan Estratégico con el que la compañía ha conseguido superar la pérdida con excelentes resultados. La dirección de la compañía reaccionó rápidamente diseñando una estrategia centrada en crecer internacionalmente en su negocio de exploración y producción. Desde entonces, su producción ha crecido más de un 11% y su tasa de reemplazo de reservas se ha situado por encima del 200%. Además, la compañía ha realizado importantes descubrimientos en sitios tan diversos como Brasil, Argelia, Estados Unidos o Perú.
Lo cierto es que Repsol puso mucho cariño, empeño e ilusión en YPF, un proyecto de adquisición que llegó a representar buena parte de la imagen del éxito de la marca por todo el mundo. Y puso también especial interés en el proyecto de Vaca Muerta, un yacimiento petrolífero estratégico ubicado en las provincias de Neuquén, Río Negro y Mendoza que fue descubierta en 2011 por los ingenieros de Repsol-YPF en sus prospecciones por el país y cuyas reservas se estimaban en más de 22.000 millones de barriles.
Para muchos analistas la expropiación de YPF tiene como detonante el control del yacimiento de Vaca Muerta, en el que Repsol puso tantas ilusiones. El gobierno argentino negoció con Chevron la explotación de Vaca Muerta tras la expropiación, lo que para Repsol era una afrenta directa que llevó a los tribunales. Mientras no hubiera una resolución en un sentido u otro, YPF no podría ofrecer esos activos a terceros.
Se trata de una decisión sin precedentes en Argentina, que nunca había alcanzado un acuerdo semejante. Kirchner podrá ahora controlar la explotación de Vaca Muerta, y Repsol podrá ver resarcida parte de la afrenta que le hizo el gobierno argentino –que contó con el apoyo de 208 votos de la Cámara Baja frente a 32 negativos-, y ver compensadas parcialmente sus pérdidas.