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LA DUDA INCORRECTA

La Democracia erosionada

Por Luis Sánchez de Movellán

By Luis Sánchez de Movellán
martes 21 de octubre de 2014, 14:31h
Luis Sánchez de Movellán
Luis Sánchez de Movellán
Estamos asistiendo a unos tiempos que parecían superados, pero que la añeja izquierda española no ha abandonado. En nombre de la sacrosanta democracia –pensamos que será la que los comunistas llamaban democracia popular- se atacan los propios valores democráticos, se reniega de las reglas de convivencia, se coarta la libertad, se cuestiona el orden, se intenta derrocar al gobierno elegido democráticamente y se vulneran los derechos individuales de los ciudadanos.


Los neobolcheviques agitadores de masas reclaman el derecho a tomar la calle cuando quieran, a vociferar cualquier consigna subversiva, a atacar el sistema establecido y a imponer sus criterios, ejercitando la opresión física o psicológica. Para conseguir sus objetivos, claramente revolucionarios, utilizan lo que cualquier agitador conoce sobradamente: la manipulación de las masas y su utilización por encima de las urnas para conseguir derrocar el sistema.

La izquierda española se ha quedado anclada en la década de los años 30 del pasado siglo. Nuestra izquierda viene de una monarquía degenerada que condujo a una República convulsa, dominada por extremistas que, cuando llegó al poder la CEDA en 1933, utilizaron los mismos medios extraparlamentarios y revolucionarios (se cumplen 80 años de la Revolución de 1934) con huelgas salvajes, toma violenta de las calles y atentados personales que culminaron en las amañadas elecciones de febrero de 1936, de las que salió el llamado Frente Popular, de matiz ácratosocialista.

La lucha de clases que provocó nuestra Guerra Civil no terminó con la finalización de la contienda y los rencores y los deseos de venganza, que parecía habíamos superado en la Transición, se han mantenido vivos, a través de las generaciones, por aquellos que no han tenido la grandeza de renunciar a las heridas heredadas de la guerra. La izquierda en nuestra patria no tiene nada que ver con la socialdemocracia alemana, con los demócratas norteamericanos, con el antiguo comunismo italiano o con el socialismo francés.

El esfuerzo realizado durante el período histórico de la Transición ha quedado dinamitado por la propia izquierda y los separatismos irredentos. El PSOE de los compañeros Rubalcaba o Zapatero, el PCE (hoy IU) de los camaradas Cayo Lara o Llamazares y los separatismos violentos de Bildu o de ERC, siguen la senda de un fanático, desnortado y peligroso revanchismo.

La dejadez y el complejismo del Partido Popular hacen que grupúsculos subversivos, antisistemas de toda laya, estudiantes “enrojecidos” o agitadores profesionales, hayan empezado a adquirir notoriedad como consecuencia de la “revolución permanente”, desarrollada a través de una especie de guerra de guerrillas urbana. La labor de los mandatarios, electos por sufragio popular, está siendo atacada sistemáticamente y el protagonismo o la usurpación de funciones sobre temas de interés general, lo están protagonizando minúsculos grupos de ciudadanos, políticos marginales o intelectuales a la violeta.

Parece que estamos ante una epidemia que, cada día que pasa, se va contagiando de un lugar a otro de la piel de toro. Se pone en cuestión la autoridad, la responsabilidad, la libertad, la propiedad, el bien común, los intereses nacionales y los derechos individuales. Toda una tropa de incontrolados/controlados –incluso, por cierto, un bombero ha atacado a la policía- ponen en solfa a las fuerzas de orden público, suscitan enfrentamientos entre los ciudadanos, crean el caos callejero y distorsionan gravemente la vida y convivencia ciudadana en las poblaciones.

La perpetua agitación en la barriada burgalesa del Gamonal, la manifestación bildutarra a favor de los terroristas presos en Bilbao, el espectáculo dantesco del matadero de Durango, las incitaciones de algunos políticos incendiarios a la desobediencia civil o al incumplimiento de las leyes o los chantajes al Gobierno legítimo de la nación, son una muestra de irresponsabilidad de todos aquellos que, a diferencia del resto de los españoles de bien que luchan cada día para salir adelante y dan constantemente un ejemplo de solidaridad y patriotismo, quieren sacar tajada en beneficio propio o de sus formaciones políticas.

Si llegara a triunfar el desorden, se agravaran los enfrentamientos entre españoles y se destruyera el entramado económico, político y social de nuestra patria, volveríamos a ver y a vivir situaciones gravísimas que, sin ningún género de duda, nos expulsarían de la Unión Europea y nos retrotraerían a la convulsa España del primer tercio del siglo XX.
  • Luis Sánchez de Movellán es Doctor en Derecho. Director de la Vniversitas CEU Senioribvs



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