En torno a Jiang Zemin: un ejemplo de estupidez

Han proliferado en la misma los llamados “jueces estrella”, de los que fue el más famoso de todos, el tan conocido juez Baltasar Garzón, ya expulsado de la carrera judicial por prevaricación. Pero la Audiencia Nacional , donde también existen funcionarios probos, ha visto proliferar en su seno esos “jueces estrella” atentos por encima de todo no a administrar justicia, sino a su proyección mediática, a aparecer en los medios informativos, en las portadas de los periódicos, en los telediarios, en las noticias radiofónicas, en busca de su popularidad. Tradicionalmente los jueces han sido personas discretas, ajenas a toda popularidad para poder administrar justicia con la mayor imparcialidad posible, y desde luego ausentes de las noticias periodísticas.

Al expulsado y corrupto Garzón, le han sucedido en la búsqueda de la popularidad los Ruz, Pedráz, Marlasca, etc. ansiosos de figurar en las noticias diarias. Pero además en nombre de una extraña jurisdicción universal, ajena a su país de origen, la Audiencia Nacional se ve competente para detener y juzgar a cualquier dirigente de cualesquiera país, a miles de kilómetros de distancia. Recuérdese como el corrupto Garzón, ante la dejadez del gobierno español consiguió la detención en Inglaterra del general Pinochet, perjudicando a la clase trabajadora española al suspender Chile la construcción de unos submarinos que habrían dado trabajo a diversos astilleros españoles.

La Audiencia Nacional, organismo sumamente politizado – basta recordar el ejemplo de la injustificada liberación urgentísima de los presos terroristas de la ETA – en opinión de destacados juristas debería desaparecer por su continua y creciente politización, antagónica con la recta función de los tribunales. Al margen de la lógica indignación de los dirigentes chinos, y de las consecuencias comerciales tan perjudiciales para los intereses españoles si el gobierno chino decidiese pasar del manifiesto malestar a una toma de represalias, el descrédito internacional para el gobierno español será inevitable, si no se toman medidas para frenar esa locura que impera en la Audiencia Nacional.

No sirve el esgrimir el tan manoseado argumento de la separación de poderes, pues la aplicación de esa justicia universal que se arrogan esos jueces españoles, constituye una irrupción en la política exterior española que no ha hecho sino perjudicar a los intereses de España. Parece ser que se va rectificar tal exceso de atribuciones de los jueces españoles.

La orden de la Audiencia Nacional resulta además grotesca por su imposibilidad de cumplimiento. La estupidez es mayúscula, pues ¿ se imagina alguien a las autoridades chinas deteniendo a Jiang Zemin o a Hu Jintao y entregándolos a la Audiencia Nacional ¿Y de seguir así por el camino de la locura se podría pedir la detención de Xi Jinping o de Li Qequiang, buscando cualquier antecedente? Al oir la noticia en China muchos ciudadanos podrían pensar si en España se ha introducido una epidemia, pero no gripal, sino que afectase al cerebro.