NUESTRA CREDIBILIDAD PARA CONSTRUIR EUROPA
Nos raptan Europa
Por Enrique Calvet
martes 21 de octubre de 2014, 14:31h
Un par de recientes declaraciones, producidas desde la sobriedad y sin estupefacientes de por medio, no nos permitiríamos dudarlo, obligan a la reflexión de otro de los daños graves que están produciendo a la democracia española las impunes secesiones y sediciones. El nunca bien ponderado Consejero autonómico Homs acaba de afirmar, si la prensa no miente, que “El soberanismo es el progreso”. Sin que pestañearan esos ojos de galán maduro. Como saben, es expresión común de universidades y pensadores, de Partidos progresistas (y no progresistas), de juristas, de intelectuales y sindicalistas, entre muchos, considerar que el progreso de Europa se medirá en la paulatina construcción y consolidación de una ciudadanía solidaria europea, por encima de condicionamientos raciales, étnicos, territoriales, religiosos y sexuales. Por lo cual, considerar que “el soberanismo”, léase el secesionismo hispano-catalán, (dejen en paz al Rosellón y a M. Valls, por favor) es progreso, es un disparate analfabeto de mucho preocupar. A no ser que uno entienda por progreso el racismo, la xenofobia, la división de españoles en categorías jerárquicas y otras lindezas propias de los nacionalismos. Va a resultar que Mme. Le Pen es lo más progresista que ha visto nacer “Marianne”.
También, una ex y posible futura parlamentaria europea, en representación del PNV, llamada Bilbao, reclamaba el otro día (a ella la escucharon estas orejas que se comerán los gusanos) que defendería que las políticas europeas pusieran en el centro al ciudadano, como dice su admirado Presidente autonómico. ¡En representación del PNV! cuya política toda y radical está en poner los derechos al servicio de sub-territorios en vez de las personas. ¡Un poco de rigor, por el gran Aitor! Ante el pasmo del locutor, replicaba después que ellos son más ricos y prósperos que el resto de los peninsulares, y más que Malta y Croacia, por un decir. La más que elemental idea de que si ese sub-territorio es así de próspero es porque es España desde hace siglos, con su amplio mercado interior, su plena movilidad, su plena imbricación en proyecto común con reparto histórico desigual de sacrificios y beneficios, etc… Obsérvese que hemos escrito ES España, nunca es de España. Como en el caso de la Cataluña citerior, España no posee territorios, éstos la conforman a través de sus ciudadanos. Y ahora quiere ir a Europa a poner al ciudadano en el centro de las políticas…. ¡a base de dividir a los ciudadanos ya unidos! El oximorón asusta.
Estos “hechos diferenciales” españoles nos alejan de Europa, nos empequeñecen, nos quitan credibilidad de cara a la construcción europea, de cara a la solidez de nuestra democracia y sus valores para defender el modelo europeo. Nos raptan de Europa.
Pero sería una simpleza pensar que los más culpables de la fragilidad y desazón que llevamos a Europa por la introducción de esos valores reaccionarios son los secesionistas de todo pelo que por aquí criamos a nuestros pechos. Sería un análisis a la ligera que nos equivocaría sobre los remedios.
La mayor tragedia de lo que ha acaecido a la ciudadanía española en los últimos 20 años, bastante mayor en visión histórica que la crisis económica profunda, es la pérdida del Estado de Derecho en muchos temas y la impunidad con la que se ha ayudado al deterioro de los derechos civiles de muchos ciudadanos gracias al fermento de esa pérdida del Estado de Derecho. Y sin Estado de Derecho no hay Democracia. Nos hemos alejado de los valores básicos de la democracia, modelo europeo, a la chita callando, disimulando, engañando, “Partidizando “la justicia, prostituyendo la Constitución, desautorizando al tribunal Supremo, incumpliendo sentencias…y mil desaguisados más. Tenemos territorios peores que Dodge City en normas básicas para la convivencia, aunque procuren que no nos demos cuenta. Pero así hemos visto sentarse a criminales perseguidos en Parlamentos regionales, hemos banalizado los males más etnicistas, hemos impedido a nuestros niños estudiar en la lengua de todos, hemos creado la “equidistancia” entre el horror criminal y la gente de bien, hemos suprimido de facto artículos enteros de la Constitución democrática. Y todo ello creando ciudadanos de distintas categorías por territorios.
¿Cómo va a participar España en una regeneración de Europa, en la creación de una ciudadanía libre e igual, en un mundo de progreso dónde el individuo tiene la seguridad de que las Instituciones protegen sus derechos y libertades? ¿De verdad le vamos a explicar a la Señora Merkel o al Señor Schultz lo que es una Europa Federal? ¿En serio le vamos a explicar al Señor Junker o al Señor Valls en qué consisten los derechos humanos o la educación para la ciudadanía europea? ¿Con qué ejemplaridad, con qué apoyo social? Nos han alejado de las raíces mismas de la visión democrático- europea de una sociedad.
Pero de ello no tienen culpa los secesionistas, no conviene errar en el diagnóstico. Tienen culpa, poco importa si por cobardía, comodidad o confusión incompetente los Partidos que han intentado gobernar España estos últimos 20 años. En el fondo, nos han alejado de Europa, su cultura, su espíritu, sus valores… su respeto. Conviene tenerlo presente en las próximas elecciones al Parlamento Europeo
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