No sería razonable decir que la alcaldesa Manuela Carmena fue la causante del monumental atasco de tráfico que padeció ayer Madrid. Como tampoco es cabal defender lo contrario. Pero, sin ser el origen del atasco, el embrollo laberíntico en Madrid, lo mismo en tráfico que en otros aspectos, tiene que ver con su gestión en la alcaldía. El atasco morrocotudo de ayer es una muestra más de un barullo y unos galimatías que exigen acciones del gobierno municipal adecuadas y que no pueden solucionarse con medidas más o menos ocurrentes. Porque las ocurrencias, que un día llevan a la septuagenaria alcaldesa a paralizar la Gran Vía para hacer un paseo en bicicleta con el que honrar una jornada sin coches, y al siguiente, como ocurrencia, a renegar de análisis y calificaciones de la agencia Standard &Poor.s y Fitch, sólo sirven como chocarrerías de fullero para desviar la atención de lo que importa. Pero Madrid necesita que se atienda a todo lo que importa, que no es sólo tráfico y ocurrencias. También está la ciudad en sí, los madrileños, los ser-vicios urbanos, el turismo, la economía, los accesos,… Y todo lo que compete a una gran urbe que ha de funcionar como una “ciudad inteligente” en el futuro. Esa que Wikipedia define como la ciudad “capaz de responder adecuadamente a las necesidades básicas de instituciones, empresas y de los propios habitantes, tanto en el plano económico, como en los aspectos operativos, sociales y ambientales”.
Es tal la importancia que tiene convertir las ciudades en urbes inteligen-tes que desde hace tiempo todo el mundo se preocupa de ello, excepto, parece ser, la alcaldesa Carmena y el grupo que la apoya.
Para realzar lo importante que es para los núcleos de población del futuro convertirse en “ciudad inteligente” (Smartcity, en inglés), desde hace tiempo se ha creado una plataforma de exposición y debate bajo el sugerente título de FORO DE LA NUEVA CIUDAD. SMARTCITY. En ese foro han participado ya varios alcaldes. El último, el alcalde sevillano, Juan Espadas, que, presentado por la Presidenta de la Junta de Andalucía, se ocupa de Sevilla desde la óptica urbana moderna.
Antes que él, otros alcaldes de ciudades importantes se han ocupado de explicar cómo tratan de lograr que su ciudad se convierta en Smartcity. En-tre ellos, hay tres que merecen reseña, dos con reconocimiento positivo; y otra como recuerdo sin adjetivos, sólo recuerdo.
Entre los positivos están:
Piero Fassino, alcalde comunista de Turín y dos veces ministro de la re-pública italiana, que en un castellano claro explicó qué es una ciudad inteligente, la forma de entenderla y los mecanismos para progresar. Como ejemplo, mejorar el tráfico (ése que en Madrid es cuestionado): Con unas ligeras modificaciones en los tiempos de paso y cierre de semáforos, utilizando sensores y contadores del tránsito de vehículos, aplicando técnicas informáticas modernas sobre esos datos, en Turín han tratado de modificar el tráfico en beneficio de la ciudad y los conductores que circulan por ella.
Y Mercedes Alonso, exalcaldesa de Elche, que expuso cómo usar en la aspirante a smartcity levantina los escasos y caros recursos hídricos disponibles con los que regar los jardines públicos:
- Aprovechando unos sensores de humedad que paralizan el riego tras la lluvia o cuando las plantas no lo necesitan, el agua no gastada supone un ahorro considerable de recursos.
- Como recuerdo sin adjetivos, sólo el recuerdo de la comparecencia en ese foro, a principio de Julio, de la entonces recién proclamada alcaldesa de Madrid, Manuela Carmena.
- Había llegado a la alcaldía, era la hora de poner los sueños y proyectos electorales en práctica, y de sembrar ilusiones. Pero la alcaldesa de Madrid, al llegar a la tribuna del Foro de la Nueva Ciudad, demostró que su exposición poco tenía que ver con un estudio sereno sobre Madrid y unas propuestas modernas para hacer de ella una ciudad inteligente.
En lugar de ello, la alcaldesa optó por: “Reflexionar sobre Madrid. No quiero adelantar. Voy a dar ideas generales”. Echar flores a Ana Botella. Em-plear una parte de los recursos oratorios útiles de una izquierda parca en ideas y proyectos para airear humos en el aire. Y, lo que es de lamentar, evidenciar la falta de preparación que sí existe en una parte de la izquierda europea: la que representó en la misma tribuna el alcalde comunista de Turín.
Con ello, la exposición del proyecto de futuro madrileño, que se esperaba, se quedó reducida al conjunto de ideas viejas y eslóganes rancios de la izquierda populista: “Necesitamos cambiar lo público. Las Smartcity son consecuencia de una realidad. Queremos que lo público sea mejor”. Ya hay cosas hechas aunque algunas inútiles, como los “cursos de flores secas”.
Como tema estrella, para el desarrollo de Madrid como Smartcity, la “formación dual” con cuatro grupos: El surgido en conversaciones con CEIM. El encargado de “licencias”, porque “lo hacemos mal”. El de promoción de gestores funcionarios. Y el que tiene que ver con construcción y rehabilitación.
Después: La limpieza de Madrid en seis contratos integrales. Las visitas a entidades bancarias, para hablar de desahucios. Y la cita de un artículo de Concepción Arenal que en 1861 se escandalizaba por un desahucio en la calle de la Rivera.
Pero el tráfico, los servicios urbanos y los problemas de Madrid no se arreglan con citas a artículos de Concepción Arenal del siglo XIX y con frases. Tampoco con ocurrencias. Resulta más eficaz un proyecto para hacer de Madrid una smartcity moderna.
Por eso, parece oportuno empezar a hacerlo ya. Con Manuela Carmena en el timón, o no. En su defecto, Madrid, como ayer se defendió de Carmena, seguirá usando los atascos como arma para conseguir convertirse en una ciudad inteligente.