www.elmundofinanciero.com

SUPERAR LO TRIBAL

Lo esencial: los valores profanados

martes 21 de octubre de 2014, 14:31h
Lo esencial: los valores profanados
Si uno observa la evolución de las sociedades occidentales (las más prósperas y libres) se puede considerar que la etapa superior teórica actualmente alcanzada consiste en conjuntos de personas libres, iguales y solidarias en un proyecto común que beneficia al bien común asegurando el máximo de dignidad a las personas. Es la superación evidente de clanes, tribus e imperios. Es la manera de superar la siempre conflictiva y desestabilizadora “comunitarización” para pasar a la plena sociedad de las personas.



Ante la rebelión secesionista de la oligarquía separatista catalana ibérica se ha disparado la producción de artículos, reflexiones y mini-estudios. Bienvenidos sean, sobre todo los más lúcidos y los honestos (de los otros también se aprende, aunque abunden) porque al fin enriquecen y educan a mentes ni sectarias ni panfletarias. De alguna manera tras decenios de intoxicación frívola omnipresente, pese a limitadas voces excepcionales a menudo acalladas, se empiezan a publicar encomiables artículos que nos acercan a la verdad, aún muy lejana. Pero hasta dónde se nos alcanza los textos leídos vierten sobre aspectos jurídicos, historicistas, (a nuestro gusto propios de debates de otros tiempos), semánticas (¿Qué es una Nación?), económicos (es una distracción de lo esencial), constitucionales, sobre todo federalistas (ese oscuro e indefinido objeto del deseo) etc... Desgraciadamente, como persona que se reivindica de valores de izquierda, o de centro izquierda para no asustar, duele mucho ver que no hay debate sobre aspectos éticos o políticos morales básicos, que son, de largo, los más importantes para las futuras generaciones de ciudadanos. Es otra consecuencia del catastrófico abandono por parte de las cabezas visibles de los políticos considerados de izquierda de valores irrenunciables como la solidaridad, la igualdad ante la Ley, el cumplimiento de la Ley en Democracia, la lucha contra la discriminación etnicista, la aceptación de ciudadanos de segunda (y desprotegidos), la exclusión social, etc.... Esta gigantesca “transformación” de la izquierda española, la que lo era de verdad (el señor Ernest Maragall, por ejemplo, nunca fue de izquierdas, pero se le bailó el agua) es una de las mayores causas que han traído el actual cataclismo político-social tan dañino para la Ciudadanía. Y bien mirado, cómo salir de él deberá ser tarea de toda la gente de bien, independientemente de ideologías; de la que no quiere liquidar el interés general y ve más allá de poltronas o citas electorales trucadas, probablemente estemos hablando tan sólo de valores humanistas modernos.

¿Qué es lo que hemos profanado, o nos han robado, y estamos a punto de perder para siempre? Ni más ni menos que el derecho a ser una sociedad democrática avanzada de ciudadanos libres e iguales. El que ya habíamos conquistado con esfuerzo siempre, con gloria a veces, pero con el sacrificio de muchos a lo largo de varios siglos de Historia. “Grosso modo” si uno observa la evolución de las sociedades occidentales (las más prósperas y libres) se puede considerar que la etapa superior teórica actualmente alcanzada consiste en conjuntos de personas libres, iguales y solidarias en un proyecto común que beneficia al bien común asegurando el máximo de dignidad a las personas. Es la superación evidente de clanes, tribus e imperios. Es la manera de superar la siempre conflictiva y desestabilizadora “comunitarización” para pasar a la plena sociedad de las personas. Pocos países lo han conseguido todavía (Francia, Holanda, Finlandia, Polonia...) pero si uno mira bien, detecta cómo muchos países federales van, a su ritmo, hacia ese estado superior (Suiza que de ser confederación ha pasado a federación y ya tiene importantísimos rasgos unitarios, las reformas constitucionales alemanas, la evolución de los EE.UU., etc...). Y es que, como dijo Ortega, se federa lo desunido porque es un camino de integración. Sólo Bélgica y España han emprendido el camino contrario, el de desunir. Por supuesto el camino de unidad no se opone a la rica pluralidad ni diversidad cultural, o de razas o de religiones, o de etnias, antes al contrario la protege. España no es exageradamente plural, Francia lo es mucho más, por ejemplo, y conviene mantener esa riqueza humanista y cultural y legarla a las generaciones futuras como nos la han legado. Ese no es el problema. El problema es de derechos civiles en libertad. El debate, por lo menos el debate desde un punto de vista de progreso, no es racial ni identitario. No se trata de definir naciones urgentemente fabricadas a lo Kosovo, ni de reivindicar patrias objeto de culto religioso ni de unidades de destino en lo universal ni de ligar a los ciudadanos a través de renovados tratados internacionales entre sociedades políticamente diferenciadas de origen, como Escocia, no.

De lo que se trata es de que podamos recibir la misma prestación social, o la misma educación, en cualquier parte del territorio que la Historia nos ha legado por el trabajo de siglos. Se trata de no ser ciudadano de segunda a 20 km. de Fraga ( Huesca), que bastante otras fronteras internacionales nos lo hacen sentir, se trata de que los ciudadanos paguen según el mismo sistema progresivo su contribución al proyecto común de todos y así sean solidarios con otros ciudadanos, residan donde residan en su tierra común. Solidaridad de ciudadanos con ciudadanos, nunca de regiones con regiones, lo que establecería relación de dominación, como aún en la Unión Europea. Se trata de conservar ese enorme instrumento de prosperidad y libertad que es un idioma común, que nuestra historia ha logrado conquistar, y poder entenderse con todos y con todas las administraciones públicas, en toda la sociedad. Se trata de circular libremente sin que los derechos mermen o se hagan étnicos, se trata de tener hermanos plenos en Hernani como en Lanzarote con la misma dignidad humana, porque así llevamos siglos. Se trata de que mis nietos puedan hacer como mi abuelo, el de los 15 apellidos catalanes que casó con andaluza sin que ello supusiese traición a la “raza” ni estigma social repugnante. Se trata de respetar al máximo el autogobierno de las personas. Y desde él trabajar en igualdad de condiciones por un proyecto común que a la grandísima mayoría nos hará más libres, prósperos y dignos (sólo sufrirán los caciques y las oligarquías etnicistas).

Los ciudadanos españoles lo habíamos conseguido. Tendríamos más o menos libertades, más o menos derechos, más o menos riquezas, más o menos. Pero teníamos las mismas y trabajamos juntos para mejorarlas. Eso es lo que nos han robado. Ahora tenemos distintos derechos y libertades según donde vivamos. Somos ciudadanos de primera, segunda, tercera según donde paseemos y lo que hablemos. Un atentado a los principios básicos de la democracia moderna.

Ese era el “café para todos” que defendió, allá en la lontananza de la Transición, la izquierda. Todos ciudadanos, todos libres por igual, todos con los mismos derechos en su patria, desde el más ínfimo (como el mismo coste de los medicamentos) hasta los trascendentales (el derecho a usar el idioma común o a tener la misma renta vital de subsistencia, con las mismas condiciones, allí dónde me afinque). Esos son los valores éticos por los que, personalmente, nos parece que merece la pena luchar. El combate es moral.

Estos son también, desgraciadamente, los valores que se ha ido llevando el viento del gran invento de “Las Autonomías”. Por eso la secesión no es más que la culminación de un frontal ataque contra una sociedad de Ciudadanos, una reintroducción brutal de los valores de la desigualdad étnica, la dominación, la asfixia clientelista, el enfrentamiento, la insolidaridad, la pérdida de libertades...A cambio, una territorialización fomentada, prácticamente tribal, de los derechos.

Nos da igual la etiqueta que le pongan al futuro, federación, nación, patria, unidad de destino en lo universal o peña. El objetivo es luchar dignamente por recuperar una sociedad de Ciudadanos iguales y solidarios, con los mismos derechos y libertades civiles, sin ningún tipo de discriminaciones territoriales ni humillaciones neo-racistas, en una sociedad que se llame España. Y, a partir de ahí, a conseguir lo mismo en Europa. La lucha no es para una redistribución de poder territorial, ni es por motivos económicos, es para recuperar el tren de la Historia con los valores de libertad, igualdad y fraternidad. Y, observen cómo la célebre trilogía empieza por la palabra libertad...
¿Te ha parecido interesante esta noticia?    Si (11)    No(1)
Compartir en Meneame enviar a reddit compartir en Tuenti

+
0 comentarios