Las acciones desarrolladas por hombres como Bernardo de Gálvez, derrotando al general inglés Campbell o las tan eficaces de Juan Miralles, este último con el agradecimiento expreso de George Washington, parecían que la tan señalada intervención española a favor de los independentistas rebeldes hacía augurar un futuro de excelentes relaciones entre la monarquía hispánica y la nueva república norteamericana.
La participación española en la Guerra de la Independencia estadounidense no fue debida, según comenta el autor por el apoyo a unos insurrectos cuya causa despertaba escasas simpatías, sino por el común rechazo a los ingleses. Resulta sumamente significativa la carta secreta que el conde de Aranda envió a Carlos III carta verdaderamente profetica en la que le advierte como la república que ha nacido pigmea se convertirá en un gigante temible y olvidando los favores prestados no pensará más que en engranecerse. La carta del conde de Aranda acertadamente la califica el autor de bautismo del discurso que pronto percibió a EE.UU. como enemigo de los intereses españoles y al carácter hispánico y católico de America.
Se extiende posteriomente el Doctor Fernández de Miguel, sobre diferentes facetas del antiamericanismo conservador, la cuestión cubana, el rechazo conservador a la democracia useña y la postura española ante la guerra civil de los EE.UU., tomando partido al menos en lo moral por la Confederación, a pesar de que en los Estados del Sur eran donde más beligerancia se otorgaba a la cuestión cubana. En la guerra de agresión yanqui contra el Sur, como la califica el escritor Júan Matías, en general las potencias europeas tomaban partido por la Confederación.
La guerra hispano_estadounidense de 1898, al rechazar el gobierno español el plan ofrecido por EE.UU. de un precio de 300 millones de dólares por Cuba provocó la abierta agresión yanqui y la guerra desigual contra la ya gran potencia norteamericana. Es bien conocido el infundado optimismo de la sociedad española de la época cofiando en las virtudes guerreras de los descendientes de Numancia y de Sagunto que pronto darían cuenta de los tocineros de Chicago. La desigualdad de la flota española frente a los acorazados y cruceros yanquis, y la poca decisión del Almirante Cervera, descritas en las páginas de “Razón Españolas” en el reciente trabajo del doctor Diego Galvez, produjo una sensación humillante de frustración e impotencia, derivando sus consecuencias al espiritu crítico y negativo de los noventayochistas, espíritu hpercrítico que a la larga se demostraría baldío y esteril. Naturalmente el conflicto de 1898 exacerbó en sentimiento antiyanqui en amplios sectores de la sociedad española.
Reviste la obra nuevas aportaciones sobre el tema con evidente originalidad en el análisis que hace el autor en el temor en medios conservadores a la difusión del “American way of life” en el periodo 1898-1936 describiendo conceptos antagónicos, por ejemplo el pro americanismo de Ramiro de Maztu en el conservaudurismo y el antiamericanismo de la izquierda radical.
Especial extensión reviste lo que el autor denomina “El antiamericanismo franquista 1936-1953”, tema profusamente estudiado por Fernández de Miguel y al que dedica casi las dos terceras partes del libro. Estudio pormenorizado y documentado reflejo de la labor investigadora del autor con detenido análisis de la actitud del mando nacional durante la guerra civil y la II Guerra Mundial. Las relaciones del franquismo y los EE.UU. en la época más difícil para el régimen español, el impacto de la vida y el cine norteamericano en la sociedad española, pasando por el discurso antiamericano de la Hispanidad, el antiamericanismo falangista y la influencia del anteamericanismo católico en un régimen como el de Franco tan íntimamente unido a las esencias de la Iglesia Católica que marcaría indeleblemente la esencia del sistema, hasta el despeguee ocasionado por los n aires del Concilio Vaticano II y postconcilio con la ingratitud de los nuevos rectores eclesiásticos progresistas hacía el régimen al que debió sin hipérbole su supervivencia en momentos trágicos.
Fernández de Miguel realiza un concienzudo y documentado estudio sobre el antiamericanismo abundante en los medios de expresión de tres grandes bastiones del Régimen como fueron la Iglesia, el Ejército y la Falange, heredando el discurso que desde el siglo XIX se había ido articulando en sectores conservadores de la sociedad.
Lo que resulta algo sorprendente en un hombre culto como el autor y poseedor de evidente erudición es su continua utilización del término América Latina, en lugar de Hispanoamérica o Iberoamérica, cuando casi con seguridad conoce el doctor Fernández de Miguel, como América se venía llamando América hispana o América española. Hasta que Adolpfhe Thiers, ministro de Luis Felipe de Orleans, envió a Méjico a Michel Chevalier con el fín, cual certeramente ha escrito Aquilino Duque, recuperar para la “latinidad”- encabezada por supuesto por Francia- a los países americanos emancipados de España y Portugal.La idea rematada después por Napoleón III, era racial y dirigida contra la hegemonía anglosajona en América del Sur, pero por boca de Woodrow Wilson se utilizaría el invento a comienzos del siglo XX ,en favor de la concepción política “useña”, término tan grato al historiador Pío Moa.
El extenso estudio “El enemigo yanqui. Las raíces conservadoras del antiamericanismo español” representa una obra de consulta y de referencia para en el futuro aportar una base útil para ese nuevo enfoque ,distinto del habitual antiamericanismo radical y mucho más conocido de la izquierda , y no sólo de la izquierda radical.
Si el hombre actual, incluso el civilizado tiende a actuar por instintos congénitos , por hábitos adquiridos y por preceptos impuestos más que por razonamientos propios , el libro tratado procura seguir el camino del raciocinio.
- Ángel Maestro es periodista