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LA ATALAYA DE ELDA

Los relojes de Dalí

Por Vicente Vera

By Vicente Vera Esteve
martes 21 de octubre de 2014, 14:31h
Vicente Vera
Vicente Vera
No podemos olvidar la importancia que tiene el tiempo en el seno del análisis económico contemporáneo, ya sea para la toma de decisiones, tanto de inversión como de ahorro o de cualquier otra variable necesaria, para el estudio de la economía de una familia o de una nación. Sabemos que el tiempo es finito, no disponemos de todo el que queramos si deseamos que nuestras decisiones sean acertadas o, al menos, intentemos valorar de forma positiva nuestras expectativas de beneficio en cada una de las decisiones adoptadas en cada momento de nuestra vida. La realidad generalmente no es tan redonda, y no siempre los resultados esperados son de nuestra conformidad.
(Dibujo de Carlos Javier Vera, 2013)
(Dibujo de Carlos Javier Vera, 2013)

Este mismo razonamiento es el que podríamos estudiar ahora con respecto a la coyuntura actual de nuestro país y de sus ciudadanos así como las expectativas de saneamiento y, posteriormente de la tan ansiada necesidad de crecimiento económico. En economía también es una verdad irrefutable que sin crecimiento no habrá creación de nuevas empresas, nuevas contrataciones de empleo publico y privado, reducciones fiscales que nos permitan una mayor renta disponible, etc.

Pues de esto quería yo hablarles en esta columna, del factor tiempo en el análisis de política económica, en un país que no puede ir por libre, que no tiene posibilidad legal para manejar a su gusto la política monetaria, el tipo de cambio más favorable para sus necesidades de exportación , etc. No, no estamos solos. Pertenecemos a una unión monetaria, existen tratados suscritos, una normativa de actuación y se nos exige un comportamiento disciplinado en nuestro día a día, en nuestras decisiones de gasto y presupuestarias. Todo muy claro y muy convincente, pero no se ha hecho como corresponde. Como se suele decir ahora en el argot popular, “hemos ido a nuestra bola”. Los socios más responsables y cartesianos nos han parado los pies del gasto desenfrenado, y nos han enfajado bien nuestros excesos del pasado. Son ya cuatro años de austeridad y consolidación fiscal, pasa el tiempo, no crecemos, no creamos empleo. El paro aumenta, los desahucios también, cunde la desesperación entre las familias de todas las comunidades españolas. La emigración del talento vuelve a ser una solución, un alivio para nuestros jóvenes mejor preparados de la historia. Un activo que también perdemos y no podemos aprovecharlo para nuestro crecimiento intelectual y la potenciación de la investigación y la innovación. Lo lamentáremos mucho tiempo. Como nos indica el profesor Bruno Frey “la política económica no es una simple aplicación de la teoría económica, más bien precisa que sobrepasemos los estrechos confines de la economía para abarcar también la esfera de lo político”.

Estos últimos días se han producido diversas declaraciones en torno a la situación actual de nuestra economía, así como alguna proyección de crecimiento por parte del inefable FMI o del viajero ministro Luís de Guindos. Ahora, parece que nos situaremos en una fase de recesión más aguda, un crecimiento negativo estimado en un -1,5% para 2013, y prometen un pequeño despunte para el segundo semestre de 2014, ya saben Vds. lo que pasará cuando nos encontremos en dicho semestre. En economía es muy necesario e importante tener memoria histórica, de modo que podamos reclamar a los responsables el incumplimiento de sus objetivos de manera flagrante. A propósito de la memoria y el tiempo, algo de lo que estamos reflexionando en esta limitada parcela de espacio, se inaugura el día 27 de abril en el Museo Reina Sofía una gran exposición dedicada al genio y maestro del surrealismo, Salvador Dalí; en dicha exposición podremos observar una de sus obras más conocidas mediaticamente, “La persistencia de la memoria “(1931). Recordarán aquellos relojes blandos, relojes que parecen derretirse o escurrirse. El cuadro representa un paisaje onírico, de grandes espacios dilatados, en el que los elementos se asocian de forma insólita. En nuestro caso particular es lo que me parece o lo que me sugiere esta obra absolutamente delirante. Así podemos llegar a visualizar el retraso en las decisiones de política económica en el marco de la Unión Europea y en el nuestro propio, todo se demora en el tiempo, al final se llega tarde a la solución de los problemas más cruciales, el tiempo se nos va y la memoria se desvanece por momentos. Sugiero desde mi humilde atalaya, que el gobierno de la Comisión Europea y España aceleren la construcción de una irreversible unión bancaria y fiscal, que alimente de nuevo la necesidad de más Europa, de lo contrario nos convertiremos en seres blandos como los relojes de Dalí.

Esta recalcitrante indolencia de los políticos no consigue otra cosa que incrementar la actividad de la economía sumergida, alentada por la abusiva presión fiscal y, por otro lado, la desviación de las inversiones de las grandes fortunas y capitales hacia los paraísos fiscales, el dinero no es altruista y busca siempre la mejor elección a la sombra del fisco. Cambiamos de tercio felicitando a José Manuel Caballero Bonald, quien ha recibido esta semana el Premio Cervantes de las Letras en el paraninfo de la Universidad de Alcalá de Henares. Y hablando de relojes se celebró La Noche de los Libros en el edificio de la torre del reloj de la Puerta del Sol, de su inauguración en 1866 nos ha sido legado este epigrama de la época:“Este reló que hay en la Puerta del Sol, dijo un turco a un español, ¿por qué anda siempre tan mal? El turco con desparpajo contestó cual perro viejo: este reló es el espejo del gobierno que hay debajo”. (Anónimo).


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