RESILIENCIA: PREVALECE EL QUE SE ADAPTA
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Diana Clarke es socia fundadora de la consultoría Managers Studio, desde donde imparte coaching ejecutivo. |
Como dijo Darwin
Por Diana Clarke, socia fundadora de la consultoría Managers Studio
martes 21 de octubre de 2014, 14:31h
Sí: como dijo Darwin, no es el más fuerte, ni siquiera el más inteligente de la especie el que sobrevive en un entorno cambiante. Lo habéis sin duda adivinado: es el que mejor se adapta.
Si este paradigma es aceptado como válido para todas las especies, podemos inferir sin demasiado temor a equivocarnos que puede serlo tanto para un empresario como para una empresa.
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La autora, Diana Clarke durante una de sus intervenciones públicas. |
Hay muchas cosas que no podemos prever, por supuesto, pero sin duda podemos afirmar que este siglo XXI, lo que llevamos de él por lo menos, está siendo más que cambiante: estamos asistiendo a una transformación sin parangón en alcance y en velocidad en la historia de nuestra sociedad, y en la historia del tejido empresarial. Podemos apostar que estos cambios ni siquiera han alcanzado de momento la velocidad de crucero, por tanto, agarrémonos que seguirán viniendo curvas.
Este entorno, tanto en lo tocante en lo macro como en lo micro, constituye el caldo de cultivo en el que nuestras empresas prosperarán o se ahogarán. El contexto será lo que decida cuáles son las organizaciones que han demostrado tener la resiliencia necesaria para pasar el test de Darwin. ¿Por qué Resiliencia?
Cuando nos encontramos por primera vez ante el concepto Resiliencia, lo solemos confundir a menudo con su primo hermano: la resistencia. Pero donde la resistencia implica ser fuerte, duro, con la voluntad y el caparazón para oponernos a otras fuerzas, ser resiliente implica tener un buen superávit de ese atributo que nos permite resurgir después de sufrir traumas y golpes. Para una empresa significa pasar por la experiencia del avión que en plena tormenta, tiene que encajar turbulencias y pérdidas de altitud, a veces considerables, sin capacidad para cambiar de rumbo, y en modo piloto automático: si en momentos clave, la empresa se encuentra carente de liderazgo, de capacidad de innovación, falto de recursos, con procesos y tecnología obsoletos, incapaz de realinear estrategia, líderes, equipos, y cultura organizativa, le puede costar su misma supervivencia.
Ser resiliente es ni más ni menos que saber adaptarse, recuperarse de las adversidades, anticipando las turbulencias, ajustando la altura y la velocidad del vuelo, y recobrando altura cuando la tormenta amaina. No es luchar contra un enemigo al que resulta imposible ganar en un cuerpo a cuerpo. No hay navío o avión con fuerza y resistencia suficientes para enfrentarse directamente a semejantes cambios de viento. Por tanto el empresario de nuestro siglo no tiene que intentar demostrar que es el más fuerte, o el más inteligente.
• Tendrá que perseverar, demostrar que es capaz de aguantar la incertidumbre sin perder de vista la meta.
• Tendrá que mostrar una agilidad de malabarista, aunando velocidad con flexibilidad en la manera de abordar la realidad y de filtrar la información.
• Tendrá que tener cierto apetito por el riesgo, porque las circunstancias le obligarán a tomar decisiones a menudo sin contar con precedentes. Ni toda la capacidad analítica del mundo podrá compensar ese raro don del emprendedor, estar dispuesto a pasar a la acción, e incluso equivocarse, con el convencimiento de que pase lo que pase, se volvera a levantar, aunque las circunstancias nos lo hayan puesto de rodillas.
• Tendrá que saber conectar personas e ideas, para lograr sacar todo el potencial de la inteligencia colectiva que tenga la organización. Él y ella, deberán entender que solo, o sola, es imposible hacer todo, por mucha inteligencia, formación, y experiencia previa que tengan. Por tanto, más vale que el empresario del Siglo XXI sea una persona de equipo, un gestor de redes sociales en el sentido más profundo de la palabra.
• Tendrá que aceptar que en su entorno podrán cuestionar su status quo. Será alguien que acepte e invite generosamente a la crítica constructiva, y que sepa aceptar y escuchar ideas que provengan de cualquier lugar en la organización.
• Tendrá que ser un impulsor, alguien capaz de transmitir energía, abundante tanto en intensidad como en calidad, para lograr en momentos clave hacer avanzar la masa crítica del talento de la empresa, con un fuerte sentido de urgencia.
• Tendrá, finalmente, que ser alguien capaz de seguir aprendiendo, siempre. Aprender es la clave para seguir reinventándose.
¿Será mucho pedir? Tal vez. Pero de estas texturas está compuesta la resiliencia, ese atributo que nos ha permitido como especie llegar hasta hoy, dejando en el camino a muchas otras especies que no supieron como el camaleón, cambiar de traje a tiempo. Y así será para nuestras organizaciones.