Comprometerse públicamente a cumplir a rajatabla lo que tantos millones de españoles están esperando significa, aunque ‘prima facie’ pueda resultar obvio, hacer lo que nunca ha hecho el PP. Jamás. Esto es fijar: qué leyes se van a derogar, qué altos cargos se van a sustituir, qué cambios va a impulsar en la administración de justicia y el Poder Judicial, qué políticas echará abajo el primer día de las que ahora sirven para regar a feministas excluyentes, o a sindicatos de clase, o a patronales estériles… con qué dotará a las FFSS y a las FFAA para contener la invasión migratoria estableciendo un eficaz control de fronteras, cómo sofocará el infierno fiscal que abrasa a las clases medias en España…
Si esas actuaciones se materializan en el próximo congreso del PP (sin complejos, sin reservas, sin medias tintas), entonces esa claridad podrá transformarse en votos; y, entonces, si Feijóo es capaz de ganarle en las urnas al autócrata Sánchez (cosa que naturalmente está por ver), nadie podrá decir cuando esté inmerso en la tarea de limpiar el panorama desolador heredado de socialistas y comunistas que no es lo que querían los españoles, porque es lo que habrán votado… por drásticas que puedan resultar el día de mañana esas medidas que el PP, invariablemente cuando llega al poder, hasta ahora siempre ha aplicado con complejos, con reservas y con medias tintas.
El próximo cónclave del PP será el de la esperanza o no será. El país entero lo necesita. Millones de españoles lo piden, cada mañana, a gritos.