1-¿Cómo llegó a ser abogado y por qué?
En mi vida profesional todo ha sido, como se dice coloquialmente, de rebote. Yo nunca me vi como abogado, soy y me considero un empresario. Pero aposté en su día por seguir los consejos de mi padre. Fue él el que me hizo entender que estudiar la carrera de Derecho me iba a ofrecer mayores posibilidades para desarrollarme profesionalmente.
Así que durante mucho tiempo otros proyectos han centrado mis esfuerzos. No fue hasta hace 5 años cuando se puso encima de la mesa la posibilidad de crear un despacho de abogados. Era un nicho de mercado que me parecía interesante, inversiones/gastos comedidos y márgenes bastante aceptables, empresarialmente fácil de operar y unos compañeros de viaje que me conquistaron y que a día de hoy son el motor que mueve Aydesa Abogados.
2-¿Qué es lo que más le gusta de su profesión?
Muchas cosas, disfruto realmente del ejercicio de la abogacía. Me gusta la multipluralidad del trabajo a desarrollar. No hay un solo día igual a otro. Es como abrir cada mañana tu armario y elegir el disfraz adecuado para esa jornada de trabajo. Un abogado es, además de letrado, comercial, gestor, psicólogo…
Pero sobre todo me apasiona el buen ambiente que fluye en cualquier tema que tenga que ver con Aydesa Abogados. A mí me llenan las relaciones interpersonales con mis socios y con los profesionales que trabajan con nosotros.
3- Si no hubiese sido abogado ¿qué otra profesión le hubiese gustado ejercer?
Cuando era niño quería ser mecánico y de adolescente soñé con ser director de hotel. Son profesiones con las que hubiera disfrutado.
4- Seguro que a lo largo de su trayectoria habrá vivido numerosas anécdotas ¿podría contarnos alguna de ellas?
Recuerdo un caso en el que, juzgándose por vía civil un accidente de tráfico, la sentencia condenó al conductor de la motocicleta. Dado que el accidente se había producido entre un taxi y una furgoneta nos quedamos perplejos. Para más inri, el conductor de la motocicleta fantasma también era fantasma en ese proceso. Su señoría confundió autos y sentenció aquí lo de allí y allí lo de aquí. Tras recurrir la nueva sentencia era también una auténtica locura, aunque al menos no confundía hechos y actores. La AP, en apelación decretó nulidad de actuaciones y por suerte trasladaron a su señoría a otro juzgado y pudimos celebrar, por fin, un juicio de verdad.
5- ¿Cuál es la parte más complicada de su trabajo?
El ejerció de la abogacía tiene un lado oscuro que poco se ve desde fuera pero que está muy presente día a día. Es una profesión contaminada por la conflictividad permanente, el enfrentamiento humano, la competencia voraz y la dinámica victoria - derrota con la erosión emocional que todo esto conlleva.
Es una profesión difícil de ejercer por la propia dificultad técnica de nuestro trabajo y por el funcionamiento desesperantemente lento de la Justicia que nos otorga poco margen de maniobra.
Personalmente me resulta muy complicado la organización eficiente del trabajo de letrado, que suele ser compleja y generalmente frustrante por nuestra mala programación y organización: jornadas inacabables, falta de descanso, imposibilidad de atender eficientemente a los clientes, fases de exceso de trabajo se suceden con otras de menor exigencia y pérdida de la calidad del la vida familiar.
6- ¿Dónde ve a Aydesa Abogados dentro de 10 años?
Quién sabe, soy un cortoplacista enfermizo. Entiendo que en 10 años habremos tenido ya la oportunidad de sobredimensionar nuestra firma. Y nos encontraremos enfrascados en la problemática que aflora cuando un despacho de abogados se “hace mayor”. Eso sí, espero que todo el equipo siga disfrutando del proyecto, aprendiendo, emprendiendo y sumando.
7.- Aydesa Abogados es un despacho relativamente joven. ¿Dónde reside el éxito?
Creo que en su modelo de negocio y la toma de decisiones estratégicas fundamentadas en un estudio previo, como la que ha sido situar nuestras oficinas en Majadahonda por ejemplo. También en esa premisa inicial al iniciar esta andadura de gestionar un despacho de abogados cómo lo que es, una empresa. Justamente de lo que adolecen muchas firmas.