El Gobierno de la República de China (Taiwán) pide al resto de países que mantengan sus relaciones activas con Taiwán y hace un llamamiento a favor de la resolución pacífica de los asuntos relacionados con el Estrecho de Taiwán siempre que haya oportunidad para ello. Taiwán está dispuesto a una estrecha colaboración con los países de ideas afines para asegurar aún más la paz, la estabilidad y la prosperidad en la región de Asia Pacífico.
La postura de Taiwán
La negativa de China a renunciar al uso de la fuerza contra Taiwán impacta negativamente en la paz y en la estabilidad de la región de Asia Pacífico:
En los años recientes, China ha incrementado de manera continua su poder militar amenazando a los países de la región. Asimismo, ha enviado aviones y buques de guerra para rodear a Taiwán, haciendo que China sea la única que altere el statu quo y cree problemas. Tales acciones violan el principio de la utilización de medios pacíficos para resolver las disputas internacionales, según recoge la Carta de Naciones Unidas.
La opresión de China al pueblo de Taiwán viola los valores esenciales de democracia, libertad y derechos humanos: Taiwán comparte con la mayor parte de países el respeto por la democracia, la libertad, los derechos humanos, la libertad religiosa y otra serie de valores esenciales. Durante años, el estado autoritario de China ha despreciado continuamente tales valores y otros esenciales, lo cual quebranta seriamente la declaración Universal de los Derechos Humanos.
El llamado “principio de una China” ignora la realidad: La Republica de China es un país soberano e independiente que cuenta con 17 aliados diplomáticos y ha desarrollado relaciones sustantivas con la mayor parte de los países en todo el mundo. La pretensión de que el “principio de una China sea el consenso en la sociedad internacional” es absolutamente falsa. De los 178 aliados diplomáticos de China, solo 51 - menos de la tercera parte - han reconocido de manera absoluta y explícita el llamado “principio de una China” en sus respectivos comunicados diplomáticos u otros documentos que determinan sus relaciones con China. Los Estados Unidos, Japón, los miembros de la Unión Europea y otras principales democracias avanzadas de todo el mundo poseen su propia “política de una China” y no aceptan el “principio de una China” proclamado por la República Popular China. El Secretario de Estado Adjunto de los EE UU, James Kelly, ha declarado explícitamente que “la política de una China de los Estados Unidos no es lo mismo que el “principio de una China” de la República Popular China”. Habiendo superado su propio proceso de democratización, Taiwán tiene su propia presidenta y su propio parlamento elegidos democráticamente, así como una rica y diversa prensa que disfruta de plena libertad. Taiwán cuenta con sus propias fuerzas armadas, conduce de manera independiente sus asuntos exteriores, posee su propia moneda, pasaportes y visados y ejerce jurisdicción exclusiva y absoluta sobre su propio territorio. Definitivamente, Taiwán no es parte de China.
Taiwán continuará trabajando para sostener el statu quo en el Estrecho de Taiwán y procurar la mejora de las relaciones entre ambos lados: mientras profundiza sus lazos con otros países democráticos, Taiwán no ha buscado intencionadamente distanciarse de China. Desde que ocupa su cargo, la presidenta Tsai ha mostrado repetidamente su buena voluntad hacia China. China, por su parte, se atrajo a cinco de los aliados diplomáticos de Taiwán para que cambiaran su reconocimiento, y ha mantenido aviones y buques de guerra rodeando a Taiwán como medio de intimidación. China continúa obstruyendo la participación internacional de Taiwán, ha utilizado la desinformación para entrometerse en las elecciones de Taiwán y en los debates políticos sensibles y no ha mostrado cooperación para informar de los detalles sobre su respuesta a la epidemia de peste porcina africana bajo los términos de los acuerdos existentes entre ambos lados del Estrecho. Estas acciones han dañado seriamente la impresión del pueblo de Taiwán hacia China, cuyo enfoque obstinado y arrogante solo ha logrado separar aún más a ambos lados del Estrecho de Taiwán.
La existencia de un Taiwán democrático está en consonancia con los intereses comunes de la sociedad internacional: Taiwán es un socio confiable que posee un historial de éxito democrático y constituye una fuerza para el bien en el mundo. En un mundo de conectividad creciente, los países deberían ignorar el llamado “principio de una China” o la fórmula de “un país, dos sistemas”, que dañan sus propios intereses nacionales, e incrementar su interacción con Taiwán.