La reforestación urbana es una cuestión de salud pública dados los efectos que el aumento de la temperatura está teniendo sobre las capas de población más vulnerables y que incluyen daños permanentes y deterioro irreversible de la calidad de vida. La retirada del asfalto de un buen porcentaje de nuestras calles, sustituido por pavimentos permeables, recargaría el agua del subsuelo y minimizaría las inundaciones debidas a tormentas, cada vez mayores y más habituales.
La actual tecnología urbanística sabe cómo hacer que las calles sean esponjas que absorban el agua de la lluvia de forma que ayuden a generar la sombra y el resto de beneficios sociales y medioambientales. Además de embellecer nuestras ciudades.
Pero los edificios privados comparten la misma responsabilidad que las calles, absorbiendo agua y añadiendo vegetación en las cubiertas y muros. La vegetación en la fachada, además de incrementar la riqueza de la ecología urbana, de dar sombra y de absorber CO2, puede ser parte del sistema de depuración del agua. Ya tenemos la tecnología solo falta voluntad de aplicarla.