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ACCIÓN PERSONAL CON IMPACTO GLOBAL

Incorporar energías alternativas o renovables no siempre supone que se sea eficiente desde el punto de vista energético.
Incorporar energías alternativas o renovables no siempre supone que se sea eficiente desde el punto de vista energético.

Qué puedes hacer tú por la eficiencia energética

Por José Luis Barceló (Editor-Director de Elmundofinanciero.com)

By José Luis Barceló Mezquita
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martes 21 de octubre de 2014, 14:31h
Campañas y acciones institucionales intentan convencer a los usuarios de la trascendencia de la sostenibilidad ambiental y energética. Las políticas de estrategia medioambiental que se proponen globalmente por todas las Administraciones tienden a convencer a los ciudadanos de la necesidad de su constante aportación por la causa de la eficiencia energética: pensar globalmente, actuando localmente. Pero, ¿podemos hacer realmente algo por la preservación de nuestro entorno actuando simplemente desde nuestra casa o trabajo? ¿Impacta realmente nuestra conducta sobre lo global? Aquí traemos algunas propuestas que demuestran la importancia de nuestra contribución personal.
La tecnología LED se ha resuelto como una brillante alternativa de última hora: los consumos y potencia necesaria se reducen drásticamente.
La tecnología LED se ha resuelto como una brillante alternativa de última hora: los consumos y potencia necesaria se reducen drásticamente.

El planeta Tierra tiene problemas que tienen relación directa con el crecimiento exponencial del proceso industrializador. Desde el punto de vista tecnológico y científico, se ha progresado más en los últimos 150 años que en todo el resto de la Historia de la Humanidad. Ello ha traído consecuencias medioambientales incontrolables, que tienen una relación directa con los consumos de las nuevas energías necesarias para tal grado de progreso.

La solución a nuestros actuales problemas de crecimiento y desarrollo exigen que se cavile globalmente acerca de las posibles soluciones: existen serias perversidades en nuestro modelo de crecimiento que requieren reflexión por parte, no solo de los gobernantes, sino de la Sociedad global en su conjunto. Durante el desarrollismo de la expansión de la Revolución Industrial hasta nuestros días hemos saltado de una Sociedad cuyo modelo energético de basaba en el carbón –todo se movía con carbón, trenes, barcos, fábricas, calefacción…-, a una cuyo modelos e basa en otro combustible fósil muy parecido, el petróleo. El llamado “oro negro” no provee solamente combustibles, sino también plásticos, gases y otras sustancias necesarias en nuestro actual modelo de desarrollo y que son difícilmente sustituibles. El pensador William Stanley Jevons, en 1865 en su obra titulada "The Coal Question" introdujo Paradoja de Jevons, según la cual al “aumentar la eficiencia disminuye el consumo instantáneo pero incrementa el uso del modelo lo que provoca un incremento del consumo global”. Esta paradoja encierra la enorme contradicción de nuestro actual modelo de desarrollo y crecimiento: la eficacia con la que se usa un recurso, incrementa directamente el consumo de dicho recurso. Por lo tanto, hay que mentalizarse acerca del ahorro y la búsqueda de la eficiencia y las alternativas posibles a todo lo que usamos y consumimos.

Si el modelo de crecimiento de nuestras Sociedades opulentas y desarrolladas se ha basado en la devastación de los recursos naturales y de territorios enteros, muy difícilmente puede convencerse a los países en desarrollo a que tomen un camino diferente: el único modelo de éxito y crecimiento económico y social válido en el que se pueden fijar los países subdesarrollados es el que precisamente estamos criticando, no parece que exista ninguno otro o, por lo menos, ninguno otro tan rápido para lograr prosperidad que la Historia haya podido demostrar. Cuando un equipo se vuelve eficiente en el uso de un recurso, el número de consumidores del mismo se incrementa y, por tanto, su uso no disminuye sino que aumenta. Se hace apetecible al consumo. El mejor ejemplo lo tenemos en el coche: por mucho que insistamos en que es caro de mantener, ineficaz energéticamente y costoso desde el punto de vista ambiental, nadie quiere prescindir de un auto. Lo que hay que buscar es otro tipo de autos más eficaces, menos ruidosos, más confortables y menos caros de mantener. Los expertos indican que la compra de un coche es el artículo al que más cantidad de nuestra renta destinamos.

Solamente buscando la eficacia, promoviendo la diversificación y e incentivando el ahorro no nos haremos dependientes de recursos naturales únicos –y no renovables- como la madera, los combustibles fósiles o los plásticos. El reciclaje, la reutilización y la recuperación –las tres erres- cumplirán entonces su más eficaz papel. Porque limitar o gravar el uso y consumo energético o de recursos puede suponer también una marcha atrás que nadie quiere asumir.

La eficiencia energética no es la simple búsqueda de energías limpias, sino lograr sistemas cerrados que consuman la menor cantidad posible de energía, o que la que consuman lo hagan de manera eficaz. Se trata, en definitiva, de que no haya pérdidas inútiles. La Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos creó en 1992 el programa "Energy Star", que homologa la eficiencia de diversos productos y equipos. Uno de los más conocidos es el de las pantallas eficientes para PCs, puesto que muchas de ellas se importan a Europa con una pegatina que les identifica como eficientes o “de bajo” consumo. Más recientemente, la agencia también ha designado edificios con Energy Star, y en el mundo existen otras agencias sin ánimo de lucro que promueven diferentes aspectos de la eficiencia energética. Un ejemplo es la Alianza para el Ahorro de Energía (ASE, Alliance to Save Energy), con sede en los Estados Unidos pero que apoya a programas para aumentar la eficiencia energética en países de Europa del Este y China. En España el IDAE (Instituto para la Diversificación y el Ahorro de la Energía) es el organismo adscrito al Ministerio de Industria, Energía y Turismo, que contribuye a la mejora de la eficiencia energética, energías renovables y otras tecnologías bajas en carbono y todos los países de la UE tienen organismos semejantes.

Motores de explosión, ¿llegó su hora?

En un motor normal de combustión, mediante la refrigeración y durante la expansión se pierde más del 30 % del calor producido por la explosión y otro tanto igual se pierde en el escape, quedando aproximadamente un 30 % de calor útil para transformarse en trabajo mecánico. Por tanto, solo una tercera parte del calor producido por la explosión de la gasolina de un motor se transforma en la potencia necesaria para mover un coche. Fijémonos en la ineficacia de este sistema, que se basa en un tipo de energía, la de los combustibles fósiles, que se ha convertido en demasiado cara de mantener tanto desde el punto de vista directo del consumidor como de la propia Sociedad. Todos asumimos de manera inconsciente y gratuita unas enormes cotas de contaminación.

Un sistema eficaz intentaría buscar no solamente motorizaciones alternativas a las de la explosión, sino motores de gasóleo o gasolina que fueran más eficaces de los actuales y con menor disipación de energía en pérdidas que se transforman en simple calor que se derrocha inútilmente por el tubo de escape.

El coste de la energía, a debate

Todas las administraciones –locales, autonómicas y central-, tienen entre sus estrategias las de persuadir a los ciudadanos de la necesidad de su aportación personal y voluntaria en el impulso de una eficiencia energética que potencie la preservación del entorno y la economía de los recursos energéticos, tan costosos de producir y canalizar para beneficio general. Sin embargo, a veces, la utilidad de la acción individual nos parece ciertamente alejada de los problemas reales que padece el medio ambiente a escala planetaria. Nada más alejado de la realidad: la combustión de cada una de las calderas de Londres en 1890 provocaba su característico smog, y la explosión de los motores de nuestros actuales coches es lo que acentúa la gravedad de la contaminación ambiental de nuestras capitales o la destrucción de la capa de ozono. La suma de muchos miles o millones del mismo tipo de acciones por cada uno de nosotros es lo que conduce, por ejemplo, a que desaparecieran los mamuts –en este caso por la caza sistémica- o, en nuestros tiempos actuales, descienda la procreación de las abejas, con consecuencias catastróficas tanto para la Humanidad como para todo el Planeta viviente en los procesos de polinización.

Pensar globalmente y actuar localmente continúa siendo una de las mejores opciones para cuidar el entorno y favorecer sistemas de eficiencia energética y cada una de nuestras modestas aportaciones tiene su efecto directo sobre nuestro entorno.

Cuando enchufamos un secador o encendemos la calefacción, ponemos en marcha un costosísimo mecanismo energético que se secuencia desde que se selecciona la fuente energética, hasta que llega al enchufe de nuestro domicilio, pasando por un complejo proceso de producción y transformación que adecúa la energía eléctrica –o cualquiera otra- a la mejor conveniencia de nuestros aparatos domésticos o profesionales.

Idénticamente ocurre con la energía que usamos en nuestros modos de desplazamiento públicos o privados –motos, coches, trenes, metro…-, para ir a trabajar, para el ocio o para las vacaciones. El gasóleo no es igual que la gasolina, o los motores híbridos no son igual que los eléctricos. Los efectos que cada una de nuestras elecciones pueda producir, es diferente en cada caso.

El descenso durante los últimos años en la venta por efecto de la crisis de vehículos con motores tradicionales de explosión, y el consiguiente aumento de los vehículos energéticamente eficientes, ha llevado durante el primer semestre de 2013 a una disminución del 30% en la recaudación del impuesto de matriculación. El Gobierno de España ya ha puesto en marcha tres planes PIVE (Programa de Incentivo al Vehículo Eficiente), que supone incentivos fiscales y exoneración en el impuesto de matriculación para autos eficientes energéticamente. Con ello se ha logrado ya que el 62% de los vehículos matriculados durante la primera mitad de 2013 no paguen impuestos porque son eficientes desde el punto de vista energético. Esto es un gran paso. El último PIVE sustituyó 150.000 vehículos de motor de explosión ahorrando 82 millones de combustible litros al año, suponiendo 2.171 toneladas menos de NoX y la mitad de emisiones de CO2.

Según los expertos, esta tendencia se incrementará en los próximos años, y lo que es una incipiente predilección que busca la experimentación entre diversos tipos de motorizaciones (híbridas o eléctricas de diverso tipo), acabará en la convergencia de propulsores y sistemas de recarga cada vez más homogéneo y capaz de satisfacer todas las necesidades de los usuarios, desde el transporte urbano convencional, hasta el ocio o los grandes trayectos por autopista.

Pero las prácticas de la eficiencia energética no se limitan solo a los coches. Hay dos grandes bloques de de acciones que se desarrollan simultáneamente para lograr una sociedad eficiente desde el punto de vista energético:
  • Las primeras son las que tienden a limitar el consumo de energía de aparatos, motores e instrumentos convencionales. La energía que se consume suele ser de tres tipos: por una parte, la eléctrica transformada desde diversas fuentes (hidráulica, renovables, nuclear, térmica…); la segunda, los demás tipos de energía, normalmente utilizados en calderas para caldeado de aguas y calefacciones (gas de diversos tipos, gasóleos, biomasa…), a veces utilizados industrialmente; y finalmente, la energía de los combustibles fósiles (gasolinas o gasóleos), utilizados en los motores de los vehículos (automóviles, camiones, autobuses, motocicletas, aviones…). El que la energía que se consuma por la Humanidad sea renovable no implica que lo utilizado sea eficiente desde el punto de vista energético. Puede estarse utilizando energía eléctrica exclusivamente de procedencia renovable, -eólica y solar, por ejemplo, en un complejo de turismo rural-, y no por ello las instalaciones tienes que ser energéticamente eficientes. Podría estar ocurriendo que dichas instalaciones tuvieran importantes pérdidas que las hagan ineficientes por mucho que se estime que la energía es de procedencia que respeta el medioambiente y es sostenible y el sistema autosuficiente.
  • El otro bloque de acciones con las que están desarrollando en estos momentos instituciones y centros de I+D+i en la búsqueda de sistemas que procuren, sencillamente, una mayor eficiencia. Estas soluciones tendrían aplicación, por ejemplo, en los cerramientos y aislamientos de las viviendas y edificios, la economización en la movilidad de los vehículos, los individuos y los transportes públicos o la iluminación viaria o privada, buscando que ahorren más en los consumos y que no existan pérdidas en el consumo de energía. Modelos más eficientes serán los que utilicen también mejor las nuevas tecnologías. Se trataría de buscar sistemas y productos que sustituyan a los actuales para darnos las mismas satisfacciones pero con menores consumos y mayor rendimiento óptimo. Las energías podrían ser diferentes y a un menor coste. Uno de los costes que se supervisa por investigadores, pero también por políticos y grandes compañías, es el de la dependencia energética. La crisis del petróleo de mediados de los años 70 abrió los ojos a compañías y gobernantes acerca de la necesidad de prever sobre dos opciones: o se controlaba la producción de petróleo o se tenía que ir a modelos diversificados de la energía para no depender de él. La civilización del auto se vio muy afectada durante aquella crisis por la carestía del petróleo y esto ha llevado cada vez más a que los coches, por ejemplo, consuman menos. Todos podemos recordar los grandes vehículos que se fabricaron en Estados Unidos durante los años 50 y 60, con motores de más de 3.500 centímetros cúbicos y más de 160 caballos de potencia. Este tipo de motores consumían más de 20 litros de gasolina a los 100 km. a partir de 100 km. por hora. Otras medidas que se están estudiando sobre nuevas motorizaciones mejorarán los rendimientos en un futuro, como la informatización de a bordo y la comunicación. Según un informe de la compañía Telefónica, en 2020 el 90% de los automóviles estarán “conectados”, buscando las mejores rutas en cada caso y las que menos tiempo e inversión de combustible nos supongan.

Los ítems básicos sobre los que trabaja la Sociedad del Conocimiento en la búsqueda de la eficacia energética son principalmente los siguientes:
  • Ahorros en la energía de consumo doméstico, que entraña tanto la iluminación, como la calefacción y aire acondicionado, así como el agua caliente. También las cocinas y hornos eléctricos tienen que ser abordados. Esto reducirá las necesidades de potencia contratada, pero permitirá en un futuro no muy lejano que el precio de la energía eléctrica sea más barato.
  • Usos industriales de la energía, que entrañan grandes consumos. La crisis ha puesto de manifiesto un aspecto hasta ahora despreciado: la reducción de costes de combustible aumenta los beneficios de las empresas, y éstas deben buscar sistemas más eficientes que las permitan aplazar los actuales problemas de financiación y liquidez.
  • Eficiencia energética en edificios. Los edificios son, en definitiva, instalaciones de uso público –tanto si son para viviendas como si son oficinas o comerciales-, y las tendencias actuales de arquitectos e ingenieros tienden a buscar soluciones cada vez más sostenibles y eficientes, con minoración de todos aquellos consumos que sean superfluos y que permitan ahorros en la factura a final de mes. Los llamados “edificios inteligentes” ya trabajan con mecanismos robotizados para abordar los momentos en los que las persianas puedan abrirse o cerrarse buscando una mayor iluminación por la luz del día, o la mejor orientación al calor del sol, y regularán los consumos de climatización minimizando costes energéticos.

¿Qué puede hacer entonces el individuo consciente para que la Sociedad sea más eficaz, desde el punto de vista energético?
  • Primero, demandar nuevos usos y nuevas formas. Las Administraciones deben proveer, desde luego, sistemas que faciliten a los usuarios el acceso al reciclaje, la recuperación y la reutilización. Conviene que se incentiven nuevos sistemas experimentales que sean probados para demostrar su éxito en nuestra sociedad, como por ejemplo ha ocurrido con la diversificación de motorizaciones para automóviles. Pero nosotros debemos estar abiertos a esas nuevas propuestas y al cambio. Los fabricantes ya presentan en las grandes ferias del automóvil automóviles agresivamente deportivos que se mueven con motores eléctricos o híbridos. No rugen los motores por efecto de la explosión, esa es ya una estampa romántica que pertenece a un pasado más lejano de lo que somos capaces de imaginar.
  • En segundo lugar, debemos tender a utilizar en la medida de nuestras posibilidades los nuevos productos que se ofrece a la Sociedad de Consumo, por ejemplo, el uso de vehículos más eficientes que no necesariamente tengan que dejar los motores de explosión: vehículos que gasten menos y que se construyan con materiales reciclables. O vehículos híbridos, tan buenos en los traslados urbanos.
  • Por último, debemos gastar menos en nuestros usos cotidianos: tener consciencia de los efectos nocivos de nuestro impacto directo. Apagar luces inútiles, regular las calefacciones y aparatos de aire acondicionado o vigilar pérdidas en los usos domésticos son algunos de los nuevos retos en la economía doméstica. Quizás variar la iluminación de nuestra casa, es probable que estemos consumiendo más energía de la necesaria. También podríamos incorporar la novedosa iluminación LED, de bajísimo consumo. ¿Tenemos bien aislada nuestra vivienda? ¿Es nuestra caldera adecuada a nuestro domicilio? ¿Cómo cocinamos? ¿Ponemos sartenes y cacerolas en su fuego correcto? ¿Qué tipo de iluminación utilizamos en cada cuarto o pasillo? ¿Tenemos siempre todas las luces encendidas? ¿Qué tipo de bombilla utilizamos para cada punto de iluminación?

Para poder actuar hay que ser verdaderamente consciente de nuestras potencialidades. Por ejemplo, 20º o 22º de temperatura son correctos para la mayoría de las personas. Por cada grado de temperatura que aumentamos en nuestra casa u oficina en invierno, incrementamos el consumo de energía aproximadamente un 7%.

Y las primeras medidas que podamos adoptar pasan por ser muy sencillas y altamente eficaces. El efecto lo percibiremos los primeros nosotros mismos en nuestras diversas facturas energéticas, que suele incluir una gran pluralidad de energías distintas: electricidad, gas natural o gasóleos. Debemos mantener bien aisladas nuestras posibles fugas: utilizar siliconas o masillas para tapar rendijas en ventanas, puertas y cerramientos y disminuir infiltraciones de aire en las puertas y ventanas o dejar bien cerradas las chimeneas cuando no se usen.

Hoy sabemos que las medidas encaminadas a reducir la demanda energética han demostrado ser muy rentables y eficaces, y más inmediatas que las encaminadas a aumentar la eficiencia de las instalaciones, puesto que requieren inversiones que se rentabilizan con el paso del tiempo, quizás años. Debemos, por tanto, acometer la reducción de la demanda energética y después intentar aumentar la eficiencia de las instalaciones, equipamientos o motores. Cuando haya que sustituir alguno de estos elementos, por ejemplo un vehículo, ya debemos comenzar a valorar la necesidad de reemplazarlo por uno más eficiente.

No solamente nos veremos beneficiados nosotros de la aplicación de esta nueva mentalidad menos consumista y derrochadora, sino las generaciones futuras. Debemos comenzar a actuar ahora, puesto que sabemos que lo que hacemos tiene consecuencias sobre nuestro entorno. Que la actual crisis nos haya servido para una recapacitación forzosa es un buen motivo para que comencemos a tenerlo en cuenta para el futuro inmediato.

  • Por José Luis Barcelo, Editor-Director de Elmundofinanciero.com y Premio Príncipe de Asturias 1978 para Jóvenes Investigadores




Automóviles híbridos y eléctricos son ahora mismo una alternativa real a los motores de explosión.
Automóviles híbridos y eléctricos son ahora mismo una alternativa real a los motores de explosión.
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