Pasar las Fiestas de Navidad lejos de tu hogar siempre genera sufrimiento. Aquí estoy, en la selva del Amazonas, al sureste del Perú, provocando mi propio sufrimiento, un sufrimiento compartido con un grupo de jóvenes americanos, limeños, canadienses, australianos y Ayla, una compatriota granadina. En esta Navidad, he sustituido las luces de colores por velas; no hay luz eléctrica. El cava bien frío, por cañazo a granel. El pavo, marisco o cordero asado, por una sopa de verduras con arroz, porque únicamente se sirve comida vegetariana, cocinada por la incansable Yianet. Y como es feriado, un mango bien maduro. El cotillón de Fin de Año y la consiguiente gala televisiva, ha sido reemplazada por la música que emite un teléfono móvil, al que aún le queda algo de batería. Y para suplantar las campanadas de la Puerta del Sol, incluidos los cuartos, nos conformamos con un cucharón y una sartén.
Es difícil concretar el lugar exacto donde se encuentra la Reserva Ecológica Chontachaka en el Parque Nacional del MANU, una institución fundada en el año 2001 por Magdalena Ruiz Ruiz (en la foto); emprendedora que llegó a estas lejanas tierras donde han visto nacer a sus tres hijos. Un lugar que no está señalado en los mapas de carreteras, tampoco disponible en las imágenes del satélite de Google. Un lugar que los moradores de estas tierras llamaban PAITITI y que Francisco Pizarro y sus hombres, bautizaron como EL DORADO. Sí, ese lugar donde el príncipe Huascar, en lucha con su hermano Atahualpa por el control del Imperio Inca, temeroso también por la llegada de "los barbudos", decidió esconder el mayor tesoro que cualquier otra civilización en el planeta fue capaz de acumular... pero esa es "otra historia", que dejaré para otro día, porque con o sin celebración navideña, al día siguiente tenemos que madrugar siguiendo las indicaciones escritas en la gran pizarra que preside la cabaña donde, voluntarios de los cuatro continentes comemos, trabajamos y conversamos. Es en esa pizarra donde el monitor Agusto Guamán, nos indica, que por mañana nos desplazaremos a la "trocha de las mariposas" y repoblarla con decenas de plantones del árbol del Laurel y del Copal. El fruto del primero servirá para alimentar a roedores y sobre todo, proporcionar hospedero a cuatro tipos de mariposas, entre las que se encuentra la bella Morpho Didius. El segundo árbol que repoblaremos es el Copal. Será maderable dentro de siete años y también servirá de hospedero a otras tantas larvas de gusanos de mariposas.
Madrugar en la selva no es difícil, porque a las seis de la mañana el sol inunda por completo el interior de las cabañas donde dormimos los voluntarios. Una claridad que baña toda la estancia, favorecida por la ausencia de paredes y ventanas, desde donde puedo observar a familias de monos choros que se acercan a comer unos frutos que no consigo identificar. Finalizado el desayuno, el grupo sigue los pasos de don Mario Guamán, un amauta, un hombre sabio que conoce cada uno de los rincones de esta parte de la selva amazónica. Le sigo a cierta distancia porque, machete en mano, reparte machetazos a diestro y siniestro. Desde atrás, aparenta ser el Papa en visita oficial repartiendo bendiciones. Don Mario avanza diligente, sobre un territorio salvaje que hace cinco décadas fue talado, hasta convertirlo en una chacra de cientos de hectáreas de plantación de café y que, gracias a la fuerza de la naturaleza, fue abandonada años después por sus propietarios arruinados por los estragos de una enfermedad que liquidó el cafetal.
En Chontachaka trabajó de joven don Mario, hombre de tez morena, facciones duras y pelo denso, que conserva en su septuagenario rostro, los inconfundibles rasgos indígenas. Un hombre duro que ahora, gracias a la iniciativa de Magda de comprar miles de metros cuadrados, enseña a voluntarios, procedentes de todas las partes del mundo, el conocimiento de plantas medicinales como el Jergón Sacha, que además de usarse como eficaz antídoto para la mordedura de serpiente, la farmacología moderna ha conseguido sorprendentes resultados en el tratamiento de enfermedades como el SIDA y diversos tipos de hepatitis.
Nochebuena o Navidad. Nochevieja o Año Nuevo, inclusive el día de Reyes, son fechas donde la actividad no se detiene. Gracias a este tesón se ha conseguido que en estos años, hayan sido plantados 17.000 ejemplares entre árboles y arbustos. Todos ellos debidamente inventariados y registrados, donde constan datos como; el nombre de la especie, fecha de plantación, altura y diámetro, un trabajo tan necesario como arduo, que necesita de todas las manos posibles porque una chacra abandonada se convierte en una selva imperfecta, una zona húmeda y rica que es fácilmente invadida por plantas agresivas y donde sólo la mano del hombre puede aliviar, en la medida de lo posible, todo el daño causado.
Ser voluntario en el Amazonas, en Chontachaka, también conlleva un esfuerzo económico, porque con las aportaciones de los voluntarios se sufragan los gastos de funcionamiento de un albergue para niños indígenas llamado CHASKAWASI. En este lugar, ubicado en la localidad de Villa Salvación, Magda tomó el testigo e impulsó la puesta en marcha una residencia para que estos niños, procedentes de lo más profundo del MANU, puedan cursar sus estudios con cierta normalidad. Tomar el desayuno, llevarles al colegio, ofrecerles una comida sana y equilibrada y complementar las clases con actividades culturales, son responsabilidades asumidas por otra española, María Jesús Navarro, directora de este apasionante proyecto.
Dicen que el tiempo no transforma al hombre, que la sabiduría no transforma al hombre, lo único que puede hacer que alguien cambie de idea es el amor. Magda y María, María y Magda, han visto y entendido el dolor de una selva de la que todos respiramos, y de la necesidad de unos niños que se encuentran a un suspiro de la exclusión social, dispensándoles todo el amor que necesitan. Han visto el dolor del Amazonas y no se acostumbran, aunque las gentes que lo habitan se han habituado a vivir con él. El dolor es una droga poderosa que les adormece. El dolor asusta cuando muestra su verdadera cara, pero si se viste de sacrificio es seductor. Ellas han comprendido que lo que mueve el mundo no es la búsqueda de placer (porque viven con mucho menos de lo que vivimos la mayoría de nosotros). Con sus proyectos, humanitarios y ecológicos, han vislumbrado que lo que mueve el mundo es la renuncia a todo lo que nosotros, los primermundistas, consideramos importante.
Por eso hoy, desde un ciber de Cuzco, lejos ya de los mosquitos, de las sopas de verdura, añorando la energía de la Cascada Pequeña, y recordando a nuestra amiga la mona Paula, recuerdo alguien dijo... una vídeo vale más que mil fotos. Te invito a que veas este pequeño vídeo del español Juan Raúl Pérez Jiménez. Si no tienes intención de ser voluntario, mejor no lo veas.
Reserva Chontachaka. Yo estuve allí, quizás tú también estés algúl día. Solo me queda añadir... gracias Ayla, gracias Yianet, gracias Augusto, gracias don Mario, gracias María y muchas, muchas gracias Magda. Y Feliz 2014 a todos.