De hecho Francia ya se ha anticipado a su implantación conjunta y lo lleva aplicando, en una versión más limitada desde 2012. La recaudación obtenida por este mecanismo ha sido de 720 millones de euros en 2013. De modo que no es fácil resistirse a la tentación recaudatoria de este impuesto. Y dadas las circunstancias presupuestarias de los franceses les viene como anillo al dedo.
“Ser o no ser., he aquí la cuestión. ¿Qué es más digno para el espíritu, sufrir los golpes y dardos de la insultante fortuna o tomar armas contra océanos de calamidades y, haciendoles frente, acabar con ellas? “. Transcribo este soliloquio de Hamlet, una de las citas más famosas de la literatura universal y nos apaña para la celebración del 450 aniversario del nacimiento de William Shakespeare, además de argumento en defensa de este Impuesto de Transacciones Financieras (ITF), como se le ha denominado en el planeta financiero, lo de la tasa Tobin quedaba muy de léxico antisistema y organizaciones de corte más radical, un ejemplo sería la Robin Hood Tax de los ingleses. Al final sabemos por los historiadores la existencia de abusos y desigualdades que se practicaban en la sociedad inglesa del siglo XVI por los sucesivos reyes y príncipes así como la existencia de una burguesía muy ambiciosa e instruida. Hoy no creo que llegase la sangre al río.
Los bancos y gobiernos de Europa han visto que puede ser una eficaz y abundante fuente de ingresos, el objetivo ahora es ver cómo se practicará el reparto de las ganancias y donde se aplicarán, eso si con la máxima luz y taquígrafos. El ITF tiene por objeto gravar las transacciones brutas antes de cualquier compensación, más concretamente el gravamen recaerá sobre todas las transacciones financieras realizadas por las empresas de cada uno de los países donde se apruebe definitivamente el impuesto. Los tipos impositivos que se están manejando son el 0,1% para las acciones y bonos, y el 0,01% para los productos derivados.
Al final el economista americano James Tobin (1918-2002) continúa estando en el candelero mediático y tengo claro que esto de la tasa no termina aquí. La verdad es que no se ha respetado nada de la filosofía económica que en un principio subyacía en sus estudios e investigaciones acerca del control que los gobiernos deberían tener para regular la volatilidad de los mercados cambiarios internacionales. Ya saben, evitar que se convirtiera todo en un negocio de divisas y no de bienes y servicios. Al final lo que ha ocurrido es precisamente eso, lo que él vaticinaba que ocurriría si no se ponía los medios con la introducción de un impuesto que frenara esa dinámica explosiva de rivalidad entre las monedas. Con la globalización estamos asistiendo a este circo financiero, los fondos de inversión globales vuelan hacia Europa en cuestión de segundos, cuando los tipos de interés son favorables, en caso contrario viajan, por Internet claro, de Europa a EEUU o Japón e incluso mercados emergentes necesitados de capitales foráneos.
En cualquier caso James Tobin ha sido un gran economista keynesiano, siempre defendiendo que los gobiernos deberían intervenir en la economía solo con el fin de estabilizar la producción total y evitar las recesiones.Por toda su trayectoria académica en la Universidad de Yale se le concedió el Premio Nobel de Economía en 1981.
Deseamos larga vida a la tasa Tobin y retornamos a nuestra piel de toro. Nos hallamos en plena campaña electoral. Argumentan determinados medios que la población ignora que el próximo día 25 de mayo hay que votar por Europa. No se si es fiable el reducido porcentaje del 17% que revela el sondeo del CIS (Centro de Investigaciones Sociológicas) y que afirma que solo ese porcentaje de población conoce esta próxima cita electoral. Lo que sí creo es que los españoles de a pie estamos hartos de tanta politiquería, de tanta farsa y tanto teatro, para esto prefiero a los clásicos o Mr. Shakespeare. Si que soy consciente que desde hace unos años las decisiones de política económica se toman en Bruselas, nuestros políticos sencillamente cumplen y hacen cumplir las instrucciones recibidas con sus plazos respectivos. Por lo tanto no hay vuelta atrás, nos gustarán más o menos nuestros líderes parlamentarios, PP o PSOE. Al final es la Comisión Europea quien nos gobierna a todos. Estamos en un club privado supranacional y los ciudadanos no tenemos más alternativas, o votamos o nos abstenemos, pero la rueda burocrática de Bruselas seguirá rodando y cortando cabezas, en sentido figurado, entiéndase bien.
El problema real es que esto de hoy día no es la Europa que ambicionábamos, la Europa de la riqueza y el bienestar económico y social. Todo aquel esquema de la Tierra Prometida se ha derrumbado. Ahora prevalece el poder financiero, es Alemania y su añorado Bundesbank quienes cortan el “bacalao”. Dentro del proceso de transformación que esta viviendo el viejo continente, no podemos vaticinar todavía y con seguridad donde y cómo vamos a quedar nosotros como país, en cualquier caso es aconsejable estar en la pomada, donde se cuecen todas pócimas para salir adelante más fortalecidos de este tremebundo atolladero económico y social.
- Vicente Vera es economista y escritor