LA ATALAYA DE ELDA
El euro más buscado
Por Vicente Vera Esteve
martes 21 de octubre de 2014, 14:31h
Siempre se ha dicho que la economía es una ciencia lúgubre, triste y melancólica. Nunca satisface a todos por igual. Este razonamiento lo podemos trasladar a una realidad muy alejada de la economía formal o regulada por las instituciones oficiales. Al hilo de la exhibición en las pantallas de nuestras salas de cine la película “El hombre más buscado” (2014), dirigida por el holandés Anton Corbijn (1955) e interpretada magistralmente por el actor norteamericano Philip Seymour Hoffman, tristemente fallecido el pasado mes de febrero. Como decía, siempre hay un lado oscuro en la economía, un mundo en el que el espionaje político siempre se desenvuelve como pez en el agua.
El mundo de los bajos fondos, donde se crea una atmosfera de novela negra, de thriller psicológico tan fastanticamente plasmado en películas antológicas sobre este genero. Para terminar con esta introducción les recomiendo vayan al cine y vean esta cinta en la que se manifiestan los miedos que todavía provocan los atentados del 11-S en los EEUU, desde una perspectiva europea.
Aprovecho esta tribuna para expresar mi admiración por este actor tan idolatrado por sus seguidores, y que ya no veremos en nuevas producciones e inquietantes tramas escritas por John Le Carré. En la película se crea una asfixiante e inquietante sensación, en la que el objetivo final es buscar y encontrar a un hombre en las profundidades de las miserias humanas, donde nada es lo que parece. Momentos de calma tensa y llenos de intriga por la búsqueda de un misterioso hombre, sospechoso de planear un atentado muy pronto en Europa, es en la ciudad alemana de Hamburgo donde se desarrolla esta trepidante historia.
Poco a poco iremos emergiendo hacia la economía oficial, donde aparentemente todo está regulado y controlado por las autoridades respectivas, aquellas que desde los observatorios más altos otean todo lo que sucede a nuestro alrededor. Algo así como la figura del “Big Brother” en la literatura de George Orwell. Si echamos un vistazo a la sociedad en que vivimos todo gira en torno a la búsqueda del euro. Hace unas semanas se nos advertía de la aparición de unas “raíces profundas” que alertaban de una inminente recuperación económica en España. Poco tiempo después los analistas económicos más afamados y prestigiosos nos advierten, por el contrario, que los riesgos de una nueva recesión siguen todavía entre nosotros. Actúan como esos espías que deambulan por esos ambientes sórdidos en las novelas de John Le Carré.
Están muy pendientes de los movimientos de la población, observan en la oscuridad cómo buscamos con ansiedad esos euros que permitan mejorar nuestra calidad de vida, buscando y buscando euros para encontrar un poco de dignidad en nuestro quehacer diario. Decía Milton Friedman que tanto la inflación como la deflación es un problema monetario. Recientemente Mario Draghi, nos ha bendecido con la nueva epístola monetarista, bajando los tipos de interés al 0% y la promesa de comprar activos por el BCE a partir de Octubre. Considero que el verdadero problema que padecemos es el “efecto tenaza” de la trampa de liquidez en la que estamos inmersos, trampa que no reacciona ni siquiera con tipos negativos, la realidad supera la ficción y no debemos olvidar la notable incertidumbre que se palpa en el sistema.De modo que será muy difícil que podamos crecer a una tasa que permita crear empleo.
Las verdaderas políticas que podrían influir en fortalecer la economía son las relacionadas con la industria. Lo hemos repetido un millón de veces, son las PYMES las únicas capaces de crear empleo, para ello necesitan políticas que apoyen la adquisición de nuevas tecnologías, continuar invirtiendo en proyectos relacionados con la investigación y la innovación. España se encuentra en un momento pre electoral, esto hace más difícil avanzar en la solución de los problemas económicos y sociales. Ahora lo más inmediato para la clase política es diseñar un discurso que les posibilite su renovación en sus escaños o bien aferrarse a los jefes de partido para asegurarse su integración en las listas electorales.
Mientras tanto los ciudadanos de a pie, seguiremos buscando los euros que tan necesarios son para llegar a fin de mes. Esta es la tesitura en la que se encuentra un país miembro de la eurozona, con la mayor tasa de desempleo de la Unión Europea, aunque los “servicios de espionaje” que andan sumergidos entre talleres clandestinos en los diferentes territorios urbanos donde más crece y se desarrolla esta formula de industrialización difusa y que, según revelan sus informes técnicos, una inmensa mayoría de ciudadanos- alrededor del 20% del PIB es economía sumergida- trabaja por algunos euros que compensen su arriesgada vida laboral. Y es que con la actual parálisis de la economía del euro, las políticas de oferta y demanda que se vienen aplicando no se observan ningún signo favorable de mejora en las variables más dinámicas de un modelo económico: el consumo, la inversión, exportaciones, etc. Todo demasiado tranquilo. De ello se deduce que continuaremos en la línea deflacionaria que se ha enrocado definitivamente en el subsuelo de nuestra economía.
Les dejo con una reflexión del propio autor de la novela , John Le Carré : “Hay grandes corporaciones cuyos presupuestos son superiores a los de algunos países, y tienen una influencia enorme. Una parte de la globalización consistía en dar a la industria y al comercio un gran poder. La idea era que podría haber un crecimiento ilimitado en un mundo ilimitado y que eso sería sostenible desde el punto de vista ecológico y financiero. Traería lo que mucha gente creía que era prosperidad y felicidad. Allí donde he viajado del mundo en desarrollo, he visto que los efectos de la globalización no eran precisamente ni la felicidad ni la prosperidad universal”.