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VENTANA INDISCRETA

Hong Kong Madrid, diferentes varas de medir

Hay un cierto paralelismo entre las protestas de Hong Kong y las de Madrid del movimiento 15-M.
Hay un cierto paralelismo entre las protestas de Hong Kong y las de Madrid del movimiento 15-M.

Por José Luis Barceló

By José Luis Barceló Mezquita
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jlbarceloelmundofinancierocom/9/9/27
martes 21 de octubre de 2014, 14:31h
Los acontecimientos sociales que se están produciendo en Hong Kong, de todo punto naturales, nos obligan a analizar las diferentes varas de medir que se utilizan tanto en la política internacional como a través de los medios de comunicación. Podemos concluir rápidamente que todo converge en una sana interpretación de las líneas de pensamiento de cada cual, pero también podemos terminar comprobando como cada uno se aplica los argumentos de la manera que mejor le conviene, sin objetividad clara acerca de los asuntos que se tratan. Y pronto nos convencemos de que existe un doble rasero por el que se mide cada cosa que ocurre internacionalmente, incurriendo en graves injerencias, como ha sido en el caso de China por las protestas de Hong Kong, muy diferente a cómo se trataron las protestas del movimiento 15-M en Madrid. A las que se parecen bastante, por cierto. O las de Londres o París, seguramente también legítimas.

El asunto de las protestas convocadas en Hong Kong, escamoso a todas luces, es un buen ejemplo de lo cara que es la independencia periodística. Los ciudadanos de Hong Kong son unos privilegiados si se les compara con el resto de los ciudadanos chinos. Aún así, como todo ciudadano del mundo, quieren más, lo que también es lógico. Sin embargo, debemos ser cautelosos al observar la rara situación jurídica, económica y social que viven enclaves que, hasta hace bien poco, han sido colonias europeas, y de ahí deriva su extraordinaria singularidad. Tal es el caso de Hong Kong donde anidan las protestas de los estudiantes, pero también podría ser el de Shanghái o Macao. No digamos ya el de Gibraltar, última colonia británica que se asienta sobre suelo europeo. Una rara singularidad, a todas luces, que cuenta también con una población que, tarde o temprano, tendrá que decidir sobre su futuro fuera del colonialismo.

Hong Kong fue transferida a China por el Reino Unido el 1 de julio de 1997 y cuenta actualmente con una estructura económica, jurídica y social que mantiene parte de los privilegios y singularidades de la antigua colonia británica. Pero también algunas de sus limitaciones.

Hong Kong cuenta hoy con una Ley Básica que funciona como una especie de “constitución reducida”. Esto en el resto de China no existe. Sus ciudadanos disfrutan de un sistema capitalista de mercado que les permite trabajar con salarios mucho más altos que los del resto de los chinos, y disfrutar de otros privilegios en lo que se refiere, por ejemplo, a estudios, formación universitaria o vivienda. Mantiene, por tanto, un estatus diferenciado del resto de la República Popular de China. Durante la etapa colonial, a Hong Kong se le designaba por parte de la corona británica un Gobernador que no era chino, sino británico. No lo votaba nadie. Actualmente, bajo la jurisdicción especial que China le ha aplicado, Hong Kong cuenta con un Consejo Legislativo, que funciona como una especie de parlamento y que consta de 60 miembros que los que la mitad son elegidos por sufragio universal en circunscripciones geográficas, mientras que los otros 30 son elegidos por grupos de representantes de diferentes sectores económicos y sociales. Una especie de democracia orgánica que tampoco existe en el resto de China.

En la Puerta del Sol de Madrid hubo protestas muy parecidas a las de Hong Kong. Incluso llegaron a cercar el Congreso de los Diputados. Ningún español hubiera consentido que China, Francia o cualquier otro país se hubiera injerido en la política interior española para resolver esta cuestión. También tenemos una cuestión sediciosa en Cataluña, y el Gobierno español no permite que nadie practique injerencia desde otros estados sobre este asunto. De la misma manera, me parece arriesgado tratar a la ligera el asunto de Hong Kong, al que se aplica una doble vara de medir muy peligrosa.

Entiendo que China, que suele aplicar una política eficazmente realista, buscara una solución ágil a la cuestión que se plantea. Pero no puede verse forzada por las protestas convocadas en plena calle por personas que no responden a ninguna organización. En Madrid se digirió el problema de cierta manera. Dejemos que los chinos lo intenten resolver también sin injerencias externas, si no queremos vernos reflejados en ese espejo en tiempos venideros.

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