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REUNIFICACION C's UPyD

C’s y UPyD ante su verdadera responsabilidad

C’s y UPyD ante su verdadera responsabilidad

Por Enrique Calvet

martes 18 de noviembre de 2014, 19:02h
Desde la perspectiva que me da haber ocupado cargos tanto en C’s como en UPyD, el conocer en profundidad “el interior” de dichas organizaciones y sus evolutivas “culturas de organización”, no siempre acertadas, tener buenos y admirados amigos en ambos Partidos, y, sobre todo, por haber luchado en ambos por los mismos grandes ideales y las mismas altas convicciones, me siento en la obligación de hacer esta llamada a la responsabilidad. Tras fracasar en el intento, tal vez demasiado temprano, de convertir a C’s en un Partido Nacional desde sus inicios, he de reconocer que C’s es la historia de un éxito en la Cataluña ibérica, inesperado durante mucho tiempo, y me alegra que ahora dé el paso nacional…. siempre que no sea debilitando el proceso de construcción de una España de ciudadanos libres e iguales. Durante mucho tiempo defendí la inoportunidad de alianzas pre-electorales, aconsejando alianzas puntuales post-electorales. Pero la Historia se acelera y se llena de nuevos acontecimientos que cambian el terreno de juego.


Y la obligación de todos es con la sociedad, con la Nación. Mi actual Partido así debe haberlo entendido cuando, a trancas y barrancas, ha reconocido su deber de prospectar alianzas pre-electorales y plataformas comunes. No se habla de fusión y absorción, digámoslo de entrada, que pondrían en juego la conjunción de “programas máximos” que, en mi opinión, aún no se sabe bien si coinciden. ¿Vemos igual la desafortunada España de las Autonomías, la recuperación de competencias ineludible para el bien de todos, los problemas de los idiomas secesionistas, etc…? Habrá que estudiarlo, y llevará tiempo, evolución y adaptación. Pero hoy en día es un deber democrático ineludible y un respeto ético a una gran parte de la población española (desesperada) el avanzar en la conjunción de muchas plataformas, no de máximos, en las que C’s y UPyD pueden luchar juntos por ideales comunes. Aunque no seamos “lo mismo” muchos ciudadanos piensan que tenemos muchos objetivos esenciales que sí son lo mismo. Y hay que atenderles para fortalecer una propuesta de futuro digno para la sociedad española. Tal vez la única.

Lo que sucede es que hay que hacerlo bien y con honradez. Ahí reside la responsabilidad. Primero hay que ser conscientes, por ambos bandos, de lo que realmente se pretende y se persigue, es para el bien de los ciudadanos españoles, no de los Partidos. Hay que entender bien que en situación de emergencia se trata de plantear alta y noble política. En esencia, España está a dos días de una fractura entre un conjunto de “viejos partidos de la pequeña política”, manchados de corrupción, sí, pero sobre todo prostituidores del estado de Derecho y sus Instituciones y destructores de una democracia moderna, frente a un magma populista y demagogo, certero en algunos análisis, pero de propuestas viejas, insolidarias, autoritarias y probadamente dolorosas para las naciones. Lo que está en juego, amigos de C’s y UPyD, es la existencia y consolidación potente de una tercera solución para España, una tercera vía, democrática, competente y solidaria que cree una España Institucional respetable sobre la ciudadanía (no territorios,) los valores de la Ilustración, como la solidaridad recuperada y la libertad y la igualdad ontológica reforzadas. Eso es lo que está en juego en las negociaciones entre ambos Partidos, la construcción de una España nueva y decente, radicalmente distinta sin ser pequeñoburguesa revolucionaria. Ese valor, ese deber, debe estar presente en la mente de cada negociador en cada segundo.

Y eso no tiene nada que ver con que una parte se erija en agencia detectivesca o remedo de la Santa Inquisición para “auditar” la pureza de sangre de otro Partido.

Cada Partido se organiza como quiere si cumple la Ley, ese no es tema político de negociación. Y tampoco tiene que ver con que otro Partido tenga realmente en la trastienda aprovecharse de la actual debilidad de UPyD y de su meritorio trabajo de años para ocupar un espacio que se tiene que ganar en buena lid. UPyD es mucho, muchísimo más que una Dirección desacertada. Bastante lo sabemos los que abogamos por una regeneración rápida vía Congreso Extraordinario. Pero eso tampoco es tema de negociación; la ciudadanía española espera resultados políticos de altura, muy río arriba de maniobrerismos de politicuchos, de personalismos, de eslóganes demagógicos y de repartos de cromos.

Para creer que C’s Y UPyD están a la altura y se dan cuenta de su responsabilidad histórica, convendría también transmitir confianza, seriedad y competencia a la sociedad española. Ni la elaboración de decálogos supuestamente puristas previos, sobre temas que nada tienen que ver con una negociación política de programas comunes, ni la utilización taimada de los medios de comunicación para forzar actitudes en la negociación, vieja práctica de C’s, ayudan a creer que los negociadores sean conscientes de la trascendencia de su deber, ni siquiera que tengan buena voluntad al ir a negociar. Y ahí es donde les reclamamos todos, los militantes de ambas partes, y, sobre todo, la ciudadanía española que sean responsables y políticamente honrados.

La historia no perdonará que se pierda una ocasión de reafirmar la mejor salida para una sociedad de ciudadanos libres e iguales por triquiñuelas, incompetencia para elevar la mira política o personalismos de baja estofa. El primer paso es muy sencillo, analícense los programas comunes que podemos llevar para cambiar España y sus Instituciones, a cualquier nivel del Estado, veamos si existen (que hasta cierto nivel seguro que sí), hagámoslo saber. Después vendrá la aplicación práctica y la generosidad en los métodos (inhibiciones regionales, inteligencia en las listas, recuperación del mérito y capacidad, etc…). Pero sólo con afirmar que anteponemos grandes objetivos comunes ya lograremos motivar y captar la ilusión de muchos ciudadanos. Si no es así, dígase y explíquese qué diferencias políticas insalvables tenemos para que los ciudadanos elijan. Pero llevar la negociación a un mal final de programa de salsa rosa por politiquerías de ras de suelo o menudencias de sección de sucesos, sería una irresponsabilidad que los electores no nos perdonarían. Ni la Historia.
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