Agresión a la democracia en televisión con posible incidencia electoral. De cara a las Elecciones Generales del 20-D, se esperaba el encuentro ante las cámaras de televisión de Mariano Rajoy y Pedro Sánchez para hacer lo que pomposamente se bautizó como “el debate”. Por aclarar el concepto, conviene recordar qué es lo que en español se conoce por debate: El diccionario lo define como “Controversia sobre una cosa entre dos o más personas”. Siendo el futuro de España lo que está en juego el 20-D y la controversia las propuestas para ese futuro de los debatientes, parece lógico entender que el acto debería haber tenido como objetivo principal poner ante los televidentes electores la realidad y propuestas de los dos que aspiran a dirigir ese futuro según las normas de la democracia. Y que a ello deberían haberse aplicado todos los que han participado el evento.
Sin embargo, se ha producido algo distinto, que merece considerarse para ver el proceder de los que han intervenido y tratar de sacar unas consecuencias que no son sólo electorales ni competen únicamente a los elegibles. Por marcar una forma de análisis, fijemos fases en función del tiempo en que se produjeron los hechos que afectan al debate, veamos la realidad de cada momento y detengámonos en los que han intervenido en cada una de ellas:
Fase 1: Previa al Debate
Vista la experiencia de ediciones pasadas, se decidió que el debate:
UNO.- Lo trasmitiera la Primera Cadena de la Televisión nacional. Así lo hizo. Y lo hizo bien. Pero, a la vista de esta bondad y en oposición a las defi-ciencias que captó y transmitió, aparecen algunas preguntas ¿Por qué TVE no organizó el debate? ¿Es que TVE, con más medios, experiencia y entidad, tie-ne menos credibilidad e independencia que la Academia? ¿Es que el control que hay sobre la televisión pública incapacita a ésta para organizar el acto? ¿Es que los profesionales de TVE tienen menos capacidad que los de la Aca-demia? ¿O es que hay alguna razón oculta (pactos bajo cuerda e intereses de partidos políticos, entidades y personas) que no se conoce?
DOS.- Que lo organizara la Academia de la Televisión, una institución que no tiene como objetivo intervenir en procesos electorales, aunque naciera “con la ambición de alcanzar una presencia en la sociedad civil” y pretenda “defender la calidad, independencia y autonomía del medio”.
Como consecuencia, todo en la organización es responsabilidad de Academia TV: Local y acondicionamiento, momento, formato, moderador, me-sa, asistentes… Una responsabilidad que, es obvio, comparten PP y PSOE que aceptaron dejarlo en sus manos. Y a la que no es ajena la Junta Electoral Central, que debe “velar por la trasparencia y objetividad del proceso electoral”, un proceso que ha de soportar los efectos de un debate planificado como se ha hecho y que producirá, quizá, efectos no objetivos en el proceso electoral.
Obviados local, acondicionamiento, momento, mesa, asistentes e invita-dos, detengámonos en dos decisiones que son relevantes:
Forma de hacer el debate:
En contra de la experiencia del pasado, de la lógica y hasta de lo que define la RAE sobre un debate, la Academia decidió - y PP y PSOE admitieron- que se debatiera sobre temas que interesan al electorado. También que las intervenciones no fueran ordenadas. Con ello se propició un acto sin orden ni concierto en el que pudo ocurrir de todo: Ataques físicas, que no se produjeron. Provocaciones verbales, que explotó Sánchez. Defensas ácidas, que usó Rajoy. Y hasta un peligrosísimo efecto, que recordó una anciana en la cola de la panadería de un barrio humilde, como temor a la incitación, por efecto del ejemplo, a un enfrentamiento social generador de conflictos de triste recuerdo. “Esto es peor que las provocaciones de los chulos del barrio. Recuerda el clima del 36, de antes de la guerra”, decía.
Moderador:
A pesar de la experiencia en pasados debates electorales, o precisamente por ella, lo cierto es que una vez más la tarea de moderar, o como quiera que pretenda llamarse la actividad, se encomendó al Presidente de la Academia TV Manuel Campo Vidal.
No ha trascendido aún por qué éste acepto la misión, cuáles fueron los motivos que existieron para encomendársela, en qué otros profesionales se pensó para el trabajo, cómo intervino el moderador a la hora de “disponer”, “acordar”, “obedecer” o “transigir” la forma de hacer el debate. O cuánto cobró.
Fase 2: Debate
Acordado por PP y PSOE y dispuesto desde Academia TV, ante la que debiera ser atenta vigilancia de la Junta Electoral Central, a la hora señalada comenzó un debate que, propuesto en temas que enunció Campo Vidal, tuvo los siguientes enunciados: Exposición del acto. Empleo. Estado del Bienestar. Fondos de Pensiones. Reformas Institucionales. Tamaño de las Administraciones Públicas. Cataluña. España en el mundo, Europa y Latinoamérica. Relanzar la Economía. Y una intervención final.
En los cuatro primeros, el debate se deslizó según lo previsto. Con alguna exageración en las formas, Sánchez iba desgranando ataques al gobierno (corrupción, Estado del Bienestar, Reformas, Igualdad de la mujer, Rescate de Cajas de Ahorros..,), enunciaba alguna propuesta, y trataba de merecer la con-fianza de los electores. Mientras tanto, Rajoy recordaba la situación nacional en el origen del gobierno (paro aumentando, deudas a proveedores, amenaza de rescate, deuda pública…) repasaba los logros conseguidos y trataba de mostrar un futuro favorable para todos si él siguiera como Presidente del Gobierno.
Pero llegó el punto correspondiente a las Reformas Institucionales, que inició Rajoy: “La Constitución es la operación política más importante de los últimos tiempos”. Se puede modificar pero se necesita definir objetivos y con-senso. Hay 4 cosas innegociables: Unidad, Soberanía, Igualdad, y cumplir la Ley. “A partir de ahí, lo que quieran”.
No contestó Sánchez. En su lugar, optó por cambiar de asunto, endure-cer el tono y los gestos para convertirse en una mezcla de bravucón barriobaje-ro y faltón amenazante de cantina. Se debatía sobre “Reformas Institucionales”, pero él se olvidó del asunto para protagonizar uno de los esperpentos más aciagos de la democracia: “Con el SMS a Bárcenas usted debió dimitir”. Permitió que Cospedal mintiera. La oficina del PP en la calle Génova se rehabilitó con dinero negro. El 20-D se elegirá. “Si usted sigue, el coste será enorme”
Y ahí soltó el trallazo:
- “El presidente del Gobierno tiene que ser una persona decente. Y usted no lo es”.
Cara a cara y ante la quietud de un moderador que no moderaba, Sánchez, perpetró su ataque. No fue impremeditado. Estaba calculado, ensa-yado y decidido. El respeto que merecen los que escuchan y las buenas maneras dieron paso a lo que parecía, y era, algo más que un exceso verbal.
En ese momento pudo pasar de todo. Desde un ataque físico y violento con mamporros, puñetazos, patadas y arrojo de objetos contundentes, hasta lo que ocurrió: que el agredido se contuviera y encarrilara la situación con una frase: “Hasta aquí hemos llegado”.
Fue una suerte para la democracia y para todos que el temperamento de Rajoy sea el que es, que en su reacción no hubiera violencia física y que optara por: Afirmar “Soy un político honrado, como mínimo tan decente como usted”. Recordar sus treinta años de vida política sin que le hayan citado a un juzgado ni acusado de apropiarse de nada. Matizar que con su profesión gana más dinero que en la actividad política. Calificar la intervención de Sánchez de “ruin, mezquina, deleznable y miserable”. Y de pronosticar la pérdida de las elecciones y que esta sentencia, aunque sea joven, “le va a perseguir toda su vida”
Lo que vino después fue una continuación del disparate (acto fuera de razón y regla) que abochorna a la democracia y a los demócratas. Con el moderador (¿moderador?) en una situación que le define a él y a la Academia TV de forma tan clara que huelgan las palabras.
Fase 3: Después del Debate
A pesar del impacto nacional del Debate, de su influencia electoral sobre otros partidos (protegidos por la Junta Electoral Central, o no) y de la trascendencia de la noticia a nivel internacional, lo cierto es que todavía no se han pedido responsabilidades a los actores y que aún no se han sacado conclusiones.
Sí han aparecido visiones, y versiones, de los que esparcen opiniones en busca de réditos electorales o beneficios personales. Lo anterior no obstante, cabe esperar que, para corregir errores y conductas, el electorado soberano use su voto y mitigue daños tras la falta de un debate que se convirtió en disparate.