Bajo una tapadera, que cubre la poda al PSOE y las maniobras de control de la coalición. Entre las distintas clases de poda, la “poda de Podemos” es del tipo conocido como “poda de clareo”: Un desmoche de ramas (del PSOE), dando forma al árbol (de La Izquierda política nacional), para, con el aclareo que supone la supresión (de parte del socialismo), favorecer la ramificación de Podemos. Observada la actividad de Podemos, en la “Operación poda” destacan dos hechos llamativos: El protagonismo cedido al hombre de Ada Colau en Madrid, Mateo Expósito, en La Mesa del Congreso de los Diputados. Y el llamado “desplante fanfarrón” de Pablo Iglesias, que consistía en “mangonear un gobierno con el PSOE” menospreciando la formación socialista y colocando a su Secretario General, Pedro Sánchez, en la posición de títere agradecido.
Pero la “Operación poda” no se reduce sólo a hechos, ni en los dos citados está todo explicado. Por el contrario, nos encontramos ante un plan en el que se entremezcla y aprovecha lo que sirve (propio y ajeno) y se aparta lo que no interesa.
No a título de ejemplo, sino como base de análisis: El citado “desplante fanfarrón” de Pablo Iglesias ha sido estudiado hasta la saciedad. Pero esos estudios han reducido el tema a la propuesta en sí, a la forma de presentarla, o a la valoración de efectos con vistas a formar un grupo con el que conseguir la investidura de un Presidente de Gobierno. Hasta ahí se ha llegado. Pero si se analiza el motivo y el momento se advierte que hasta ahí, precisamente hasta ahí, es hasta donde el diseñador del plan quería que se llegara.
El logro de la investidura, los pactos, la formación de un gobierno, la participación en él (o no), y la relación con el resto de los Grupos Políticos son simples actividades que se han convertido en señuelos, para distraer y entretener al adversario (externo e interno) y endulzar la celada.
Todo, incluido el llamativo “desplante fanfarrón” a un PSOE convertido en marioneta, no es más que una colosal tapadera para ocultar “la poda de Podemos”, que es el objetivo. Objetivo que produce las ventajas de restar entidad y poder al PSOE (inmediata), de desalojarlo del espacio político de la izquierda nacional que ocupa (a medio plazo), y, lo más importante, de robustecer a Podemos y controlar la coalición en que participa.
El ambiente que acompaña y las noticias que se producen se convierten así en instrumentos para consolidar la tapadera, añadir ayudas y sortear inconvenientes. Desde esta óptica tienen explicación, y justificación, las actividades de Podemos. Veámoslo:
Conocidos los orígenes del grupo inicial de Podemos, que arrancó en el Sindicato de Estudiantes y aprovechó el movimiento “indignados”, se llegó a la “posición de salida”. Desde ahí, con financiación bastante (que se anda cuestionando estos días) y el apoyo de medios y profesionales (unos sabiendo lo que hacían y otros no), se diseñó un proyecto en el que apareció como reto la tramitación de lo que desde el primer momento se tomó como importante: Coordinación de individuos para hacer grupo. Conexión de grupos para hacer bloque. Dirección del bloque. Y “maniobras de control interno” para depurar elementos adversos.
Los hechos han demostrado hasta qué punto el proyecto tuvo éxito. A día de hoy, aunque con fricciones, existe un núcleo central de poder en situación de hurtarle al PSOE la hegemonía de la izquierda.
Ahora, asumido el poder, toca encargase de asumir (si se puede), o controlar (en su defecto) el poder en la coalición. Con ese fin, aparecen las no bien disimuladas “maniobras de control de la coalición”, un conjunto de actividades para mantener el equilibrio interno entre los coaligados y robustecer el poder del núcleo central frente a ellos.
Fruto de la preocupación por mantener el equilibrio son las cesiones a los acentos regionales (En Comú-Podem, en Cataluña; Compromís-Podemos-És el Moment, en Valencia; y En Marea, en Galicia), que han aparecido a la hora de formar los Grupos Parlamentarios. Y que, revelan fuentes próximas al núcleo central de poder, constituyen una dificultad principal, agravada por el reparto de cargos, el afán de protagonismo y, frase textual, “por las miserias humanas que hay en todos los sitios, también en éste”.
Como consecuencia del afán por consolidar el poder del núcleo central frente a los coaligados, hay dos actuaciones separadas y tratadas a la par en busca de objetivos:
- Trato preferente a IU.- Con el guiño a IU, el mantenimiento de la figura de Alberto Garzón y la oferta de acogida se pretende un fin múltiple y coherente: Evitar un adversario incorporándolo. Aprovechar la entidad de una formación de ámbito nacional capaz de aglutinar restos de la izquierda tradicional. Y controlar a una parte de los miembros de la coalición (En Comú-Podem, Compromís-Podemos-És el Moment y En Marea) en conexiones locales con IU.
- Ofertas de acogida.- Afinando la sintonía con la parte de los coaligados desgajados de los núcleos de poder regionales, se trata de “buscar recambios” con los que ganar adeptos y mostrar la no exclusividad de las figuras locales viejas y nuevas.
Frente a ello, detectada (o no) la tapadera que cubre la poda al PSOE y las maniobras de control, los afectados tratan de sobrevivir:
- El PSOE, ofendido, reúne a su Comité Federal el próximo sábado, día 30, para definir posiciones y elaborar estrategias.
- IU, con Garzón al frente, intenta hacer un nuevo partido en el que las ideas y programas desplacen a las siglas.
- El resto de coaligados, cada uno en su lugar de origen, busca su futuro. Ada Colau, la más fuerte entre todos, anunciaba la formación de un partido político catalán nuevo con el que llenar un hueco político que existe, dice. Y con el que soltarse de la “pinza podemita” que alguien explicará como “corsé centralista”.
Mientras tanto, el cerebro que concibió la operación aprovecha cuantas cámaras y micrófonos se le brinden para hacer declaraciones con las que fijar la atención en lo que dice y quitarla de donde no conviene. Así es. Pero también sigue creando ante la mesa de diseño.