Incógnitas sobre pactos de gobernabilidad: cómo, cuándo, con quién, por qué, para qué, a cambio de qué, en beneficio de quién, y… algún interro-gante no general y acaso personal. Por hábito filial de hijo de maestros, antes de oír a Ines Arrimadas en el desayuno de Europa Press, se me ocurrió echar un vistazo a la gramática y al diccionario para ver el significado de “arrimadas”, en principio plural del partici-pio de “arrimar”. Recordé así que el participio, en gramática, es la forma personal del ver-bo que hace que éste funcione como adjetivo sin perder su naturaleza verbal. Y conocí que “arrimada”, como tal, no existe en el diccionario de la RAE aunque sí aparece como expresión coloquial en algunos países de la América Latina con el significado de «persona que vive en casa ajena, a costa o al amparo de su dueño, o que vive en pareja con alguien con quien no está casado».
Por eso, miré el verbo “arrimar”, del que “arrimadas” es participio, y me enteré de algunas acepciones: «acercar o poner algo junto a otra cosa», «con nombres expresivos, dejar o abandonar», «arrinconar», «asestar», «apoyarse o estribar sobre algo, como para descansar o sostenerse», «agregarse a otras personas, haciendo un cuerpo con ellas», «amancebarse», «acogerse a la protección de alguien o de algo, valerse de él o de ello», «en tauromaquia, torear o intentar torear en terreno próximo al toro» y, dicho de una persona, «quedarse a vivir a expensas de otra».
Con eso a la vista, limpio de mente y espíritu, formé un concepto amplio. Tan extenso como acepciones tiene el diccionario. Y útil para asociarlo, sin implicación alguna, al apellido de la mujer que iba a escuchar: la portavoz de Ciudadanos en Cataluña.
La presentó Albert Rivera, definido en la mesa de prensa en la que esta-ba como “el cuarto de los jinetes del apocalipsis político al que nos han condu-cido los resultados electorales últimos”. Y lo hizo con un discurso corto y conocido: «Arrimadas está dando la cara. Es la punta de lanza del constitucionalismo en Cataluña… Es ya una de las mujeres más preparadas de la política española que piensa que lo mejor para los catalanes es lo mejor para España».
Después, ya puesto, aprovecho para arrimar, (acercar, arrinconar, ases-tar, apoyarse, agregarse, acogerse…) el ascua de la necesidad política del momento a la sardina de su conveniencia coyuntural: «Estamos en un periodo en el que hay que formar gobierno y bajar a la arena y empezar a trabajar para que España no quede bloqueada»
El discurso de Arrimadas, con el diccionario a la vista en todo su signifi-cado, siguiendo la estructura de “el cuarto de los jinetes del apocalipsis políti-co”, Albert Rivera, tuvo dos partes:
- Una, dedicada a Cataluña, con conceptos ya conocidos y repetidos en otros foros: «Ciudadanos como alternativa catalana al separatismo en una Es-paña que no funciona», «No hay una mayoría separatista pero sí una minoría de catalanes que ha desconectado con España», «El Gobierno de España no ha hecho política para revertir la situación; y, como una de sus consecuencias, los “mossos d’esquadra” recibirán órdenes de no obedecer la legalidad española», «Montoro hace un discurso falso y no entra a rebatir lo que se está diciendo en Cataluña», «Hay que hacer políticas buenas… Como ejemplo: Como el PSC bandea en Cataluña, es bueno que Ciudadanos centre al socialismo», «El PP ha abandonado la política y se ha lanzado a los pactos en busca de la gobernabilidad», «C’s tiene dos retos: Reconducir la situación. Y romper el bloqueo constitucional con un Gobierno de Progreso»…
- Y otra dedicada a España en su conjunto, desde la óptica (repetida-mente diccionario a la vista en todo su significado) de su partido: «Nosotros estamos en un momento excepcional y hemos hecho un acuerdo con el PSOE por pragmatismo. Hemos bajado el nivel de acuerdo para lograr 200 medidas, que es lo más valioso que se ha hecho», «No es que nos hayamos casado con el PSOE, sólo nos hemos puesto de acuerdo para sumar… y el que no esté capacitado para sumar tampoco lo está para gobernar», «Queremos que el PP se siente con nosotros (a negociar) y si el problema está en las personas, pedimos que Rajoy deje que su equipo se siente con nosotros o que se aparte», «Gobernar desde el centro… es una suerte que C’s pueda hablar con la izquierda y la derecha. No hay que elegir entre extremos», «C’s es un partido de gobierno. Allá donde no gobernamos, somos una oposición leal y constructiva. Pero no somos un partido de cualquier gobierno… Cuando pasen estas semanas mediáticas, los problemas seguirán ahí».
Después, como colofón, acaso buscando adquirir importancia frente a los agentes perturbadores (PSOE y PP), mostró una capacidad de resiliencia con dos avisos que sonaron a amenazas:
Uno al PSOE: «Si el Partido Socialista gira con Podemos, que no cuente con Ciudadanos».
Otro al PP: «Hay alternativa y espacio si hay voluntad de superar el blo-queo constitucional y luchar contra la corrupción y el fraude fiscal. En definitiva, Rajoy tiene que elegir…»
Para terminar, más de lo mismo en respuesta a las 24 preguntas que se le formularon.
Hubo, además, dos preguntas que acaso involuntariamente (¿involuntariamente?) fueron “tamizadas” por la voluntad no censora (¿no censora?) del portavoz de Europa Press encargado de moderar (¿reprimir?) el acto:
«C’s está haciendo declaraciones sobre Rajoy no laudatorias: ¿Cree que esto favorecerá los acuerdos con el PP? ¿Ha sido acordado con el PSOE?»
Al terminar, diccionario a la vista, las intervenciones de Rivera y Arrima-das sólo encontraban sentido en la conveniencia de hacerse oír en una situa-ción política tan embrollada como la actual.
Aunque se esperaran respuestas, no las hubo. En su lugar, aparecieron incógnitas sobre pactos de gobernabilidad para el futuro: Cómo, cuándo, con quién, por qué, para qué, a cambio de qué, en beneficio de quién, y…
Algún interrogante no general y acaso personal.