UN ALIADO EN APUROS
La nueva paradoja turca
· Por Narciso Ortega, DEA en Dº Internacional Público y Relaciones Internacionales y ex Jefe Superior de la Policía Nacional de Canarias y Cataluña
viernes 05 de agosto de 2016, 09:31h
Tras la publicación dela primera parte de este artículo, cada día siguen sucediéndose hechos que confirman lo adecuado del título y, al paso que vamos, a buen seguro que se podrían escribir no sólo segundas partes, sino una verdadera saga similar a cualquiera de las de éxito en las carteleras de todo el mundo. En el recuerdo de todos está, obviamente, el motivo central de un sinfín de momentos claves acontecidos desde entonces, el fallido golpe de Estado en Turquía, llevado a cabo por una facción del ejército turco entre los pasados días 15 y 16 de julio.
Ante esa situación, quedaron empequeñecidos, los sucesos anteriores en Niza, o los posteriores en Kabul (Afganistán) y en las localidades alemanas de Münich y Ansbach.
Intentando sintetizar al máximo los hechos, los dividiré en tres apartados:
a) Golpe fallido
Los militares turcos acusados de participar en el golpe, sin ser de los más altos cuadros de mando pero sí eran generales de cierto nivel y prestigio. ¿Cómo prepararon tan mal el golpe? De los requisitos imprescindibles en cualquier estudio sobre golpes de estado, no fueron capaces de llevar a buen puerto ni uno. Tener controlado al jefe del estado a deponer, disponer la supremacía del espacio aéreo y por ende de las fuerzas Aéreas militares, control de los medios de difusión por imagen y con ello aplicar eficazmente la “ley del rumor”. Además, según informó el diario israelí Haaretz, el general Akin Ozturk, supuesto cerebro del golpe fue agregado militar en los territorios palestinos ocupados. (1996-98), es decir, conocía, de primera mano los modos de actuación de los mejores servicios de inteligencia.
El Presidente Erdogan, que se encontraba de vacaciones, pudo subirse a un avión, ser escoltado por dos cazas, pedir a sus seguidores que se movilizaran a través del móvil vía pantalla de un iPhone, que sostenía en su mano una presentadora de TV (Erdogan, hasta la fecha un declarado perseguidor del uso de redes sociales) y, poder dar una rueda de prensa, o algo semejante, desde el aeropuerto, eso sí, ante una fotografía oficial de Mustafá Kemal Atatürk, impulsor de la laicidad del Estado Turco (mientras que el objetivo primordial de Erdogan es sin duda, la conversión de esa laicidad estatal en una República Islámica.
b) Represión
Según cifras aportadas al finalizar el golpe de Estado fallido de la noche del viernes en Turquía, perdieron la vida aproximadamente 265 personas, y otras 1500 resultaron heridas. Detenidas por participar en el intento de derrocamiento, unas 3000 personas.
Datos que quedaron olvidados, ante la avalancha de modificaciones al alza, es todas sus variantes, especialmente en el número de detenidos, cesados, despedidos, etc., sin que hoy se pueda asegurar con exactitud el numero de represaliados y las circunstancias en que se encuentran muchos de ellos, pero resulta sintomático que a la vez que Erdogan acusa a su anterior aliado Fetulá Gulen, de ser el ideólogo del golpe realice continuos llamamientos a la restauración de la aplicación de la pena de muerte.
Erdogan se permitió el lujo de dejar la base de Incirlik, de la US Air Force, prácticamente bloqueada, con el simple “truco” de cortar el suministro de electricidad desde el día 16 al 21, debiendo funcionar a base de generadores eléctricos de reserva, insuficientes para la operatividad de los militares y aviones norteamericanos.
c) Reacciones internacionales
A raíz del llamamiento de Erdogan, las imágenes televisivas nos mostraban a miles de fervientes seguidores invadiendo las calles y consiguiendo abortar el golpe de estado, por la masiva reacción popular, pero eso sí, entre sus cánticos y gritos exultantes uno de los más coreados era el de: “Alá es grande”, sintomático, que se derive hacia sentimientos religiosos lo que deberían ser muestras dirigidas al Estado o Patria turcos.
Sin embargo las reacciones de Occidente fueron relativamente rápidas y de total respaldo, así Federica Mogherini, alta representante de la UE para Exteriores y Seguridad emitió un tuit pidiendo “respeto y moderación a las instituciones democráticas turcas”, (Erdogan no se ha caracterizado precisamente por el mantenimiento de esas instituciones en sus mandatos). Ángela Merkel condenó “con la mayor severidad” el intento de derribo de un presidente y gobierno electos, pidiendo a Erdogan que trate a los golpistas “según las reglas del Estado de Derecho”. Desde EEUU, Obama dio su “apoyo al gobierno de Turquía elegido democráticamente”, si bien tuvo que salir al paso el secretario de Estado estadounidense John Kerry, quien afirmó haber recalcado en conversación telefónica a su homólogo turco Mevlut Cavusoglu que "Las insinuaciones públicas o afirmaciones sobre cualquier papel de EE.UU. en el intento fallido de golpe de Estado son absolutamente falsas y dañinas para las relaciones bilaterales".
Por otro lado Rusia, por boca de su presidente Vladímir Putin, según el departamento de prensa del Kremlin ha deseado a Erdogan "la pronta recuperación de un orden constitucional firme así como de la estabilidad" en el país, haciendo hincapié en que "las acciones anticonstitucionales y la violencia son categóricamente inadmisibles en la vida política de un Estado".
¿Quién ha salido reforzado? Erdogan. Si hasta la fecha, ya eran razonablemente cuestionables las actuaciones turcas contra el EI, ¿qué puede esperar EEUU y la UE de un gobierno cada día más antidemocrático, dirigido por quien algunos analistas ya denominan (a mi parecer, quedándose cortos) sultán de Oriente. ¿No estaremos ante un lobo, con piel de cordero? Eso sí, piel que cada vez le cubre menos.