Dicen que el nuevo lenguaje tiene su origen en el movimiento feminista de los Estados Unidos. El objetivo es la eliminación de lo que se considera discriminatorio y que ofende a las minorías, ya sea raza, clase social, género o religión. Ahora le llaman el lenguaje políticamente correcto.Ya no se dice la presidente, se dice la presidenta, el negro en Estados Unidos es african american, el inmigrante ilegal ahora es indocumentado o refugiado.
Las palabras que solían tener género y los animalitos de “dos patitas” que tenían sexo es un asunto del pasado. En algunos formularios, la casilla para identificar el género ha sido sustituida por “identidad sexual” y algunas declaraciones de nacimientos ya no se trata de padre y madre, es Progenitor A y Progenitor B.
Es un asunto de elección y los homosexuales no pueden ser discriminados.
En días reciente, Irene Montero, la portavoz de Podemos en el Congreso español, ante los medios de comunicación para anunciar un acto de su partido dijo que iban a participar “portavoces y portavozas”.
¿Y no se supone que LA VOZ que nos permite hablar es común en todos los animalitos de dos patitas?
Dice la portavoz, mejor dicho, la portavoza, que “es un gesto de lucha por igualdad en el lenguaje”. Las mujeres no pueden ser discriminadas.
En tiempos del gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero, la flamante ministra de Igualdad, Bibiana Aido, en una oportunidad se refirió a “miembros y mienbras”.
Dice la RAE que “la actual tendencia al desdoblamiento indiscriminado del sustantivo en su forma masculina y femenina va contra el principio de la encomia del lenguaje y se funda en razones extralingüísticas. Deben evitarse estas repeticiones que generan dificultades sintácticas y de concordancia, y complican innecesariamente la redacción y la lectura de los textos”.
George Orwell en su novela 1984 crea la neolengua y dicen los expertos que la idea es crear una forma de hablar con intereses políticos para controlar y definir el pensamiento de la población.
Alguien dijo una vez, “primero fue el verbo”.
¿Una nueva neolengua de la ideología de género?