Un nuevo congreso del Partido Popular, con la novedad destacable del cambio en la elección del presidente del partido. Primarias abiertas en primera ronda, y un factor corrector posterior, donde solo votan los compromisarios. Existen personas en el partido popular que nacieron siendo compromisarios. Expertos en ganar congresos y en perder comicios electorales. Dos son los candidatos que han pasado el corte. La ex vicepresidenta, Soraya Saenz de Santamaria y el Vicesecretario de Comunicación, Pablo Casado. Este primer acto, ha dejado en evidencia lo que desde dentro de la organización popular se nos vendía, como el partido mas importante de Europa, por su alto número de afiliados. Nadie cree ya en eso de los 875.000 afiliados. La cifra mas creíble, es situar su afiliación en algo menos de 100.000 personas. Ambos candidatos se presentan ante afiliados y compromisarios, como la renovación del partido, sin que sepan explicarnos a ciencia cierta, en que consiste esa renovación.
No es creíble que Soraya o Pablo, sean la renovación de nada. A la falta absoluta de debate ideológico, se le suma la obsesión enfermiza de ambos por alcanzar el poder, sin explicarnos tampoco, que es lo que harían con el, después de los seis nefastos años de Mariano Rajoy, al que sirvieron con devoción y lealtad.
Este proceso para elegir presidente de partido, estaba diseñado y pensado para la mayor gloria del ausente, de aquel que abandono la presidencia, después del triunfo de la moción de censura de Pedro Sanchez. Otros candidatos que sonaban con fuerza, una vez Mariano Rajoy dejara su cargo, no antes, eran los ya desaparecidos Cristina Cifuentes, que era la candidata ideal de cualquier organización de las que tienen representación en el arco parlamentario español, y el presidente de la Xunta Gallega, Alberto Nuñez Feijoo, apeado de la carrera electoral, de forma prematura y con unas explicaciones muy poco convincentes.
Gane quien gane, nada cambiara en la organización popular. Han abandonado todo debate ideológico, y aceptan como propias, todas las leyes ideológicas de la izquierda. Se venden única y exclusivamente para resolver problemas económicos, pero incluso esto, que también les había funcionado en el pasado, tampoco cuela, después de dejar España endeudada, con mas de un 100% de su PIB, de su producto interior bruto.
Nos hablan de caras, de personas, de mujeres, de hombres, pero nada de reame moral e ideológico. Solo de cargos y responsabilidades. Desconocemos el proyecto que desean para España, fuera de las manidas y estereotipadas consignas generalistas que nada aportan, que nada dicen. Reconozco que no me gustan ninguno de los candidatos. Tampoco es problema mío, aunque no debemos olvidar, que uno de ellos, podría llegar a ser algún día presidente de lo que quede de este país.
El partido popular piensa que dando la espalda a los principios y a los valores e incluso rehuyendo el debate ideológico, amplían su electorado. Se equivocan gravemente. Solo han conseguido que les salga competencia, ya no tienen el monopolio de eso que conocíamos como voto útil, e incluso llegando a desaparecer de muchas comunidades españolas, donde ya no representan alternativa de nada. A estas alturas del partido, nadie puede llevarse a engaño. El que se engañe o se deje engañar, es por qué quiere. Después de lo visto, cada uno es libre de votar lo que desee, pero teniendo muy claro que ese voto trae consecuencias. No existe diferencia alguna, mas que en el grado de maldad. España en peligro, y todavía muchos jugando a juegos de artificio, jugando a ser “molón” y caer simpático al que nos desprecia a todos, como si eso fuera suficiente para ser respetado. El respeto se lo gana uno con convicciones ideológicas fuertes e inmutables, y ese no es el caso del Partido Popular.
Si (
No(
