La confidencia “¡Hay que quitarle el juguete al niño!” se atribuía a un ex alto cargo socialista, ex, pero muy alto. Su nombre, por inconfundible, no precisa cita. Bienpensados, algunos supusimos que en la confidencia iban dos suposiciones: Que el niño era Pedro Sánchez, el Presidente del Gobierno criticado con dureza por usar un avión oficial para asistir a un concierto de rock. Y que el juguete era, precisamente, el mismo avión, el Falcon usado para ir de Madrid a Castellón y asistir, rockero y con señora, al Festival Internacional de Benicasim.
El hecho había sido tan notorio y censurado que era noticia. Diarios de televisión y radio, periódicos escritos y digitales, todos se ocupaban de él. Hasta Google le dedicaba 1.170.000 resultados que el buscador suministraba
en 34 centésimas de segundo. Acertamos una de las suposiciones, la primera, la que atribuye al presidente del Gobierno la condición del niño que fue. Pero erramos la segunda. Porque el juguete no era un aparato de la Fuerza Aérea, sino otro. Más importante y costoso que un avión cuya hora, usada para un viaje de ocio, un medio de comunicación valora con un coste horario que “rondaría un mínimo de 1.500 euros y un máximo de 3.000 euros”. Si las horas fueron seis u ocho, el valor del viaje, exigible o no al Presidente, podría rondar lo que a la postre es la menudencia comprendida entre 9.000 euros (6x1.500) y 24.000 euros (8x3.000).
Pero es que, por lo visto, el ex alto cargo socialista no se refería al avión que el Presidente del Gobierno usó para ir de rockero a Castellón. No podía ser, porque la confidencia, se hizo antes del viaje. El juguete no era el avión. Era otro: el gobierno de España que preside Pedro Sánchez.
Acabábamos de asistir al acto de Fórum Europa, que protagonizaba la ministra de Educación y Formación Profesional Isabel Celaá; y teníamos reciente un acto que tuvo como orador a Pedro Duque, ministro de Ciencia, Innovación y Universidades. Dos carteras que deben complementarse. Pero el ministro astronauta anda por los espacios siderales de Ciencia, Innovación y Universidades. Por lo visto, al margen de la señora Celaá. En consecuencia, la ministra sólo está dedicada a una Educación Nacional con competencias cedidas a las Comunidades Autónomas; y a una Formación Profesional que, dijo, se incluyó en el nombre del ministerio para hacer notar que importa.
Asistimos así a una disertación de Celaá en la que ni una sola vez relacionó Educación y Universidad. En su lugar, sólo frases, relaciones entre educación y empresa; y vaguedades: Educación para el conocimiento y desarrollo de sociedades. Educación como revisión del pasado y puerta de la Economía. Una frase de Mandela (“la educación es el arma más poderosa para cambiar el mundo”). Educación como eje de cambio personal y social; y motivo de crecimiento económico. Como desafíos: Impulsar el I+D+i, Modernizar el sistema educativo para que los alumnos se desarrollen. Que las nuevas generaciones de alumnos no hagan lo que hacen los robots. Aprendizaje para actuar en entornos cambiantes... Como retos: Consolidar las escuelas como centros de aprendizaje. Promover formación, especialmente a los que saben menos. Ajustar FP y empresa. Y contactar con sindicatos y empresarios.
Celaá no aportó más. Alguien, en una de las mesas de prensa, la tomó por “Un jarrón chino en el ministerio de Educación”. Jarrón, pero del que manan afirmaciones que dan tranquilidad o inquietud. Produjo tranquilidad lo dicho sobre: La enseñanza concertada, que se pretende mantener junto a una educación pública como eje del sistema educativo. La lucha contra el acoso en las aulas. Y el trato especial para prevenir el Fracaso Escolar de superdotados y autistas. Produjeron incertidumbre: Que Educación y Formación Profesional dependa de una licenciada en Filología Inglesa que tiene un discurso como el oído (alguien lo calificó de errático). Que ésta tome a risa la afirmación (ocurrencia) del Presidente del Gobierno para expandir el catalán en escuelas no catalanas. Que afirme que cada centro debe trabajar en función de los profesores que tenga. Que se procure el liderazgo de los directores de Centros sin relacionarlo con el posible detrimento del sistema. La afirmación, en relación con el Pacto por la Educación, “apenas si se notan los cambios de Gobierno en Educación”. La indefinición sobre: la Comisión Estado-Generalitat de Cataluña y Autodeterminación, la posibilidad de una nueva aplicación del artículo 155 de la Constitución en Cataluña, y la comisión para investigar al rey emérito. También, lo que, a la postre y ya en el telediario, sería noticia del día y boa del verano: Es prerrogativa del Presidente del Gobierno convocar las Elecciones Generales. Nadie piensa en la convocatoria de Elecciones, pero nadie va a aguantar más de lo que pueda.
Al terminar, en la Plaza de las Cortes, junto a Benavides y Malospelos, los leones de bronce que hacen guardia en la puerta del Congreso, alguien, sin valorarla, evocó la confidencia del ex alto cargo socialista con visos de
propuesta: “Hay que quitarle el juguete al niño”.