Los inversores están guardando dólares debajo del colchón en lugar de oro durante estos días, a medida que el billete verde se convierte en el nuevo instrumento refugio preferido por aquellos que buscan asegurarse en épocas turbulentas. Acuden en multitud hacia la divisa estadounidense cada vez que las tensiones comerciales y geopolíticas obligan a realizar una operación defensiva, mientras el oro se queda en la retaguardia. Sin embargo, estas son malas noticias para los mercados emergentes y aquí veremos por qué… A medida que la economía estadounidense crece a su ritmo más acelerado en décadas, el desempleo cae a los niveles más bajos desde inicios del milenio. Con el crecimiento que se podría extender hasta el próximo año según los pronósticos, apoyado en parte por la reforma tributaria introducida por el presidente Trump, la Reserva Federal (Fed) ha señalado que hay más aumentos de tipos de interés sobre la mesa. Algunos expertos calculan hasta seis aumentos más antes de finalizar el 2019, aunque el aumento de los salarios es algo decepcionante y el ruido político del presidente estadounidense muestra su inconformismo con la política monetaria ajustada de la Fed. Mientras tanto, el resto del mundo se queda atrás.
Al Banco de Inglaterra, al Banco Central Europeo y al Banco de Japón les falta mucho camino por recorrer antes de que sus políticas monetarias se alineen con su contraparte estadounidense. Sin embargo, la divergencia entre las políticas monetarias de los bancos centrales no explica por completo la fascinación por el dólar. El billete verde se convierte en el instrumento refugio preferido por varios inversores. Con la tasa de rendimiento de los bonos soberanos estadounidenses a 10 años alrededor del 3%, muchos han dejado de mirar hacia el oro como instrumento refugio en épocas de incertidumbre.
Aunque la actual administración en Washington prefiere un dólar más débil, por ahora parece que el apetito por el billete verde se mantiene alto cada vez que anuncian nuevos aranceles (o amenazas) a los productos chinos, canadienses o europeos.
Esta es una situación particularmente sensible para las economías emergentes que mantienen un déficit de cuenta corriente sustancial y tienen una gran exposición a la deuda en dólares. Un dólar al alza implica una carga fiscal e inflación más alta, lo cual ocasiona una liquidación de los activos locales que conlleva un efecto compuesto negativo en la divisa local.
Es un círculo vicioso del cual es difícil salir, especialmente cuando la política interviene. Un escenario perfectamente ilustrado por los actuales eventos es Turquía, donde el presidente Erdogan ha restringido de alguna manera la habilidad del Banco Central para manejar la situación. Elegido bajo un programa populista, Erdogan ha estado interfiriendo con los intentos del Banco Central turco para aumentar sustancialmente los tipos de interés y tratar de frenar la devaluación de la lira. Los pronósticos a corto y medio plazo para Turquía y su divisa son complejos. Incluso si se adoptaran medidas ortodoxas para controlar los daños, es posible que eso no fuera suficiente. La situación en Argentina posiblemente ponga nerviosa a los dirigentes de las demás economías emergentes. El país sudamericano subió sus tipos de interés al 60% (los más altos en el mundo) y aceptó un plan de rescate por 50.000 millones de dólares del Fondo Monetario Internacional. Sin embargo, estas medidas fueron insuficientes a ojos de los inversores y a medida que el peso acumula más pérdidas que se acercan al 50% frente al dólar durante este año, aumentan las preocupaciones sobre un posible default o incumplimiento de la deuda pública del país sudamericano.
Estas preocupaciones obviamente podrían exacerbar la situación y aumentan las probabilidades de contagio hacia otras economías emergentes como India, Sudáfrica, Indonesia o Brasil. Vale la pena recordar que no todas las economías emergentes presentan debilidad en sus finanzas internas (como altos déficits fiscales), pero el mercado huele la sangre y algunos inversores se podrían sentir tentados en retirar su dinero de las economías emergentes Por otro lado, también es posible que a medida que el verano llega a su fin y la liquidez aumenta, si las tensiones globales se disipan, las compras en el dólar podrían bajar. Bajo estas condiciones más favorables podríamos encontrar algo de apoyo para las divisas emergentes, especialmente las que tienen fundamentos subyacentes sólidos que podrían hacer equivocar a las predicciones más pesimistas.