A nivel mundial, el crecimiento continúa dándose especialmente por el número de hijos superior a 5 en África y a 4 en América Latina, así como la mejoría en la cobertura sanitaria (leve pero sostenida), que hace que aumente la esperanza del vida. En 2022 llegaremos a la cifra de 8.000 millones de habitantes, número que Naciones Unidas siempre ha considerado clave para poder reconducir todas las políticas públicas de población y replantearnos una sostenibilidad sólida para las generaciones futuras.
En el caso de España ya he indicado que nuestra población decrece, pero al mismo tiempo hay que señalar que cada vez somos mas viejos. La pirámide de población se está invirtiendo fruto de la llegada a las edades de jubilación de los que nacimos durante el Baby Boom de los 60. Los economistas más conservadores ya señalan que necesitaremos de un incremento de población vía inmigración que ayude a reconducir las necesidades de personas trabajando en función de dos temas fundamentales: 1) seguir siendo competitivos y prestar los servicios que necesitamos y 2) Garantizar las cotizaciones que sostengan a futuro las necesidades de las pensiones a pagar.
Las estimaciones de incremento de población en España para los próximos años, rondarían las 200.000 personas anuales, durante los próximos 30 años, si queremos mantener nuestras actuales prestaciones sociales y nuestro actual modo de vida.
Por lo tanto, todas las argumentaciones de freno a la inmigración para nuestro país presentan un alto grado de demagogia e intencionalidad política xenófoba, ya que no solo les estamos necesitando ahora sino que les necesitaremos por mucho tiempo mas. Sin ir mas lejos, en la actual campaña de la recogida de aceituna en Andalucía, los propietarios se están encontrando con dificultades para contar con la mano de obra necesaria y, como en este caso, un buen número de tareas y empleos que los españoles ya hemos desechado de nuestras opciones y que directamente no queremos hacerlos, a pesar de que el número de desempleados sea bastante elevado.
El incremento poblacional mundial está ya provocando migraciones permanentes, a las que hay que sumar las provocadas por las guerras, pobreza, hambrunas, falta de perspectivas económicas, etc. No hay efecto llamada en ningún país receptor pero se amplía cada vez más el deseo de emigrar de millones de personas en busca de una mejor realidad que le permita una vida más digna. La inversión a realizar no está en el levantamiento de muros y frenos a la inmigración, sino en las mejoras necesarias de las condiciones de vida en los países emisores. Si no entendemos esto no hemos entendido nada.