Dice Gabriel Rufián, el diputado que sin duda más honor hace a su apellido, que la izquierda debe hacer de izquierda y combatir a lo que él considera fascismo. El propio Rufián, considerado por muchos como el charnego y la mascota del independentismo, pertenece a un partido que tiene las manos manchadas de sangre, una organización criminal fundada por asesinos que se jactaban de los métodos que empleaban y que a día de hoy, siguen homenajeando al mayor criminal de catalanes de la historia, Luis Companys, el carnicero de Monjuit.
Los crímenes de Companys, le hacen merecedor de avenidas, estatuas, mausoleo e incluso de un estadio de futbol situado justo donde el asesino Companys cometía la mayoría de sus atrocidades para mayor escarnio de los familiares de sus víctimas. Cuando Rufián dice que la izquierda debe hacer de izquierda, sabemos perfectamente a que se refiere y cuales son los expeditivos métodos que aconseja y que no tendría dudas en emplear, para limpiar España de “fascistas”, para limpiarla de todos aquellos que no coincidan con su peculiar concepción que tiene de la sociedad.
Lo cierto es que debemos estar preocupados y no tomarnos a broma las amenazas de Gabriel Rufián. Cuando un charnego venido a más y reconvertido en independentista de izquierda nos amenaza, es para tomárselo muy en serio, sobre todo, cuando pertenece a una organización con un amplio historial delictivo y caracterizado por matar curas y violar monjas, en su loca huida hacia el exilio, huyendo de las tropas nacionales que liberaron Barcelona sin pegar un solo tiro, mientras que los antecesores de Rufián, huían como ratas, para no ser juzgados por los crímenes cometidos.
Rufián y su pandilla de matones desean volver a las andadas, a las bravuconadas, a la palabrería amenazante y a señalar a todos aquellos que les resultan molestos, y todo ello, con la complicidad de los que han sido sus aliados naturales de siempre, sus compañeros de fechorías, sus camaradas del PSOE. La historia es tozuda y tiende a repetirse. La izquierda en general y muy particularmente el separatismo, es profundamente sectario. No creen ni en la democracia ni en la liberta. La democracia es un mero instrumento solo valido y reconocido, cuando los resultados les son favorables. Si las urnas no acompañan, basta con acusar de fascista al adversario, como excusa para su eliminación.
Rufián distingue entre tres tipos de fascistas. Los de la calle, cuyo principal delito es defenderse de las agresiones que reciben. Para Gabriel, este tipo de fascista es el más peligroso, pues responde a las provocaciones y eso es claramente inadmisible. El fascista debe dejarse matar con facilidad, lo contrario lo convierte en seres inferiores a los que exterminar. Luego estarían los diputados del parlamento. En esta categoría incluye a todo aquel que no es de izquierda, separatista o por lo menos, no lo suficientemente sumiso y bizcochable para el gusto de Rufián. Y por ultimo estarían los militares y los jueces a los que se debería depurar y solo consentir a aquellos cuyo comportamiento o resoluciones judiciales se adapten a los intereses del separatismo y no contradiga ninguno de los dogmas de la izquierda.
Gabriel Rufián es un primate y como tal, su razonamiento es sencillo y primario. Cuando la izquierda se ha comportado como izquierda, las consecuencias son persecución, muerte y crimen. Asesinar al disidente, perseguir y silenciar al discrepante. Cunetas, fosas y paseíllos. Nada nuevo que no hicieran no hace tanto tiempo.
Se avecinan tiempos difíciles, tiempos de combate. No lo digo yo, lo anuncia la izquierda y el gobierno de Sánchez. Blanqueamiento de terroristas y asesinos a los que se considera luchadores anti franquistas, tergiversación de la historia, para criminalizar al bando cuyo único delito era el de no dejarse matar, persecución de la ideas e imposición del pensamiento único y lo peor, todavía quedan incautos que piensan que esto no va con ellos y que forma parte del pasado. Las amenazas ya están aquí, en el parlamento, en la calle, que nadie se lleve a engaño. En su razonamiento sencillo y primario, fascista es usted, fascista soy yo.