Hay que tener en cuenta que el crecimiento de este año está amparado por la inercia del crecimiento del año pasado del 2%. Este crecimiento podría verse afectado por la ralentización de la demanda interna y de las exportaciones, que el pasado año tuvieron un incremento del 3,7% anual, y, aunque nuestras exportaciones a China no son demasiado significativas, sí lo son a países como Italia, Alemania, o Francia, cuyas previsiones de crecimiento ya se están viendo recortadas. En cuanto a los efectos en la demanda interna, la desconfianza del consumidor constituye un factor esencial, que puede hacer que se retrotraiga el consumo y aumente el ahorro.
El turismo, que ha comenzado el año de forma muy positiva, puede verse afectado si la epidemia se alarga, con el efecto que tiene sobre el empleo. Por otra parte, el sector de la construcción ya estaba dando signos de debilitamiento en el último trimestre de 2019, por lo que parece vislumbrarse un cambio de ciclo, con consecuencias en el empleo, sobre todo en la mano de obra no cualificada.
La bajada del precio del petróleo, de mantenerse a estos niveles, es un aspecto positivo para nuestra economía dada la dependencia de España del mismo.
La previsible aprobación de los presupuestos es otro factor favorable para transmitir la estabilidad que necesita nuestro país y nuestra economía.
Consideramos que se debe hacer un ajuste en la previsión de la rentabilidad del bono a 10 años, que ajustamos a la baja, del 0,3 al 0,15 para este año.
En base a las consideraciones anteriores, consideramos que, a fecha de hoy, no hay que ser alarmistas con los efectos del coronavirus, aunque sí estar expectantes ante las consecuencias que pudieran tener en los próximos meses en caso de alargarse en el tiempo.