“La diferencia de textura entre una copia de celuloide y una digital se nota”, comentó Miguel Ángel Rodríguez, a lo que Daniel Pérez añadió la importancia para el ojo humano de los 24 fotogramas proyectadas por segundo, “una velocidad a la que nos hemos hecho durante más de un siglo”. Por su parte, David Felipe Arranz destacó varios aspectos del documental de Apellaniz, así como la importancia de la presencia de los niños en el improvisado patio de butacas de los cines de verano: “es una educación sentimental y los niños aprenden historia, arte, literatura, música, cultura, porque el cine contiene todas las artes”. Entre las películas relacionadas con el documental y con los últimos proyeccionistas, Arranz destacó La última película (1971), Cinema Paradiso (1988) y Splendor (1989). Para Arranz, la película es un wéstern ultramoderno y una “road movie”, al estilo de The Straight Story, de David Lynch.
Además, intervino el concejal de Cultura, Pablo Cano, recordando la importancia que tenían las sesiones dobles de verano en Granada, donde tuvo ocasión de disfrutar del pase vespertino de Los diez mandamientos (1956) y Ben-Hur (1959), “películas que veías seguidas cuando eras niño y que te marcan para siempre”. Los ponentes contestaron a multitud de preguntas y de recuerdos de los cines de Granada del público, que quiso compartir sus vivencias sobre el séptimo arte.