1.- ¿Avanza la desconfianza?
El pasado marzo, en este mismo medio, publiqué el artículo: "Los insondables escenarios políticos de España", donde abordaba, si una regeneración política en nuestro país podía ser mito o realidad.
Aquella reflexión, ratificada en mi memoria a la sombra del reciente “apagón”, con sus diversas especulaciones y eventuales culpabilidades y exenciones, planteaba nuevamente el escenario de vulnerabilidades que representa España, propiciando creciente desconfianza a nuestro alrededor, no solo hacia los actuales dirigentes, sino a la trayectoria de la clase política en general, creciendo la inquietud: ¿seguirá avanzando la fragmentación en el Gobierno, el Congreso y el Legislativo tras las próximas elecciones? Se trata de una posibilidad con garantías.
2.- Pasado y presente se unen
La fragmentación política en España no es un fenómeno reciente. Sus raíces se hunden en el pasado, atravesando etapas de distintas ideologías que, en muchos casos, han estado marcadas por la corrupción. Los partidos políticos —dicho con ironía, aunque no sin realismo— parecen enfermedades infantiles contagiosas, que reaparecen en cada generación pese a los intentos de vacunación, mediante “Regeneración Política” que no termina nunca de consolidarse.
3.- Una fragmentación, no de coste cero
El escenario actual en Cataluña y el País Vasco refleja esta complejidad: ya no existe un único bloque nacionalista dominante, sino una pluralidad de formaciones de ámbito no estatal, todas con representación significativa en el Congreso. Esta diversidad, si bien enriquece el debate parlamentario y evita el temido "rodillo", también dificulta enormemente la acción de gobierno. A menudo, se convierte en un tráfico incesante de intereses contrapuestos.
Una reciente votación en el Congreso lo ejemplifica: partidos independentistas votaron en contra de decretos impulsados por sus propios socios de investidura, mientras que el principal partido de la oposición rechazó apoyar medidas como la revalorización de las pensiones, para después registrar una iniciativa paralela. Todo ello refuerza la percepción ciudadana de que habitamos en una democracia atrapada en una crisis política permanente.
4.- Conclusión con mensaje dirigido a este tipo de política
Algunos indicadores apuntan con claridad a esta desafección: la abstención crece elección tras elección; los partidos y sindicatos pierden afiliados; y los resultados electorales son cada vez más difíciles de interpretar. Este escenario favorece el alejamiento ciudadano, pero lo más grave es que confirma una realidad palpable: la ausencia de una regeneración política creíble y de dirigentes capaces de generar confianza, sea cual sea el partido del que provengan.
Finalmente, una última reflexión, si no se recupera la ética del servicio público, si no se reconstruye un relato político creíble, las urnas podrían seguir llenándose..... pero de resignación o ausencias…. Y ese es el caldo de cultivo más peligroso para cualquier democracia.