En efecto, buena masa de los espectadores, del propio cuerpo social español había interpretado que ciertos comportamientos extremadamente grotescos, machistas, de matón de barra de bar, de portero de bolera, de chulo de quinta regional, de inclinación por la compañía de ‘sobrinas’ eran más propios de los herederos del franquismo, de la derecha española ultramontana, de ciertos señores del PP, en fin, que añoran otros tiempos y otros usos pero, ¡nada más lejos de la realidad!
La banda de Ábalos, desgraciadamente porque lo han hecho arrasando con el dinero de los españoles, se ha convertido en el mejor espejo en el que podría mirarse José Luis Torrente. En efecto, ni en el más rebuscado de los guiones se podría haber planteado que España, 2025, era un país en el que había políticos que contrataban a ‘seguratas de clubes de luces’ o a prostitutas de catálogos baratos para ocupar diversos cargos en la administración, ¡altos cargos incluso!, como ha sido el caso de Koldo, preboste de la banda de la caspa.
Tan es así, que cuando en cuestión de meses irrumpa de nuevo Santiago Segura en la gran pantalla, pocas dudas quedarán de que esos tiempos y esos usos atribuidos de manera facilona a los nostálgicos del franquismo son exactamente los que han gastado los integrantes de la banda de Sánchez (herederos de los que ya avanzaron, entre prostíbulos y cocaína, la cuadrilla de los ERES falsos en Andalucía). Así se escribe la Historia… y de ahí, probablemente, la obsesión cerril, de los socialistas, por revisarla y falsificarla. Tienen trabajo.