Al mismo tiempo, los precios del combustible vuelven a subir en Europa, lo que incrementa los costes operativos de los transportistas. Optimizar el peso de los vehículos deja de ser solo una cuestión de responsabilidad y se convierte en una cuestión de economía.
Los datos de operaciones reales muestran lo significativo que puede ser el impacto, incluso con unas pocas toneladas adicionales. Muchos transportistas son conscientes de esto, pero pocos tienen la capacidad de hacer una comparación del consumo en distintas condiciones y cargas en sus rutas. Eurowag, por ejemplo, monitoriza el consumo de miles de camiones en Europa mediante sus sistemas telemáticos, ofreciendo una visión más detallada.
Estos datos operativos indican que cada tonelada adicional incrementa el consumo medio en aproximadamente 0,25 litros por cada 100 kilómetros. A primera vista puede parecer una cifra mínima, pero en la práctica significa que un vehículo con una carga tres toneladas más pesada, por ejemplo, consume casi un litro adicional cada 100 km. Y este es un parámetro que puede influir en la elección de la ruta, el tipo de remolque o el volumen de combustible a repostar.
“Con base en nuestros datos reales, vemos que incluso pequeñas diferencias en el peso total se traducen en mayores costes a largo plazo”, afirma Jaroslav Altman, Director de I+D de Eurowag. “En tráfico denso, una diferencia de unas pocas toneladas puede suponer un incremento de costes de miles de euros al mes, incluso si el estilo de conducción es ejemplar”.
Además del peso, el entorno de conducción también influye. En ciudad, donde hay constantes arranques y frenadas, el impacto del peso en el consumo es mucho más notable que en autopista. Es en los tramos urbanos donde los datos de Eurowag muestran mayor variabilidad. Un camión más pesado en tráfico denso consumirá considerablemente más recorriendo la misma ruta que uno más ligero, sin posibilidad de compensarlo.
Los datos confirman que el peso es un factor clave no solo en rutas largas, sino también en la logística urbana, cada vez más relevante por las entregas de última milla, las zonas urbanas y el tráfico de obras.
Dónde buscar ahorro
Todo esto no se trata solo de la carga. Por ejemplo, un depósito de 600 litros de combustible lleno supone media tonelada extra. Si el vehículo realiza trayectos cortos y regresa con frecuencia a la base, puede ser más rentable repostar menos cantidad, reduciendo el peso.
El volumen y la distribución del peso suelen quedar en segundo plano al planificar las cargas. Sin embargo, pueden tener un impacto significativo en el consumo, especialmente en ciudad, donde cada arranque y frenada incrementa el esfuerzo. Cuanto menos se planifique la distribución de la carga, mayor será el coste. Por eso, algunas empresas están introduciendo perfiles de peso orientativos según el tipo de pedido, para identificar qué rutas y vehículos transportan las cargas más pesadas. No se trata de pesar cada día, sino de contar con un parámetro sencillo que ayude a controlar el consumo y los costes.
Muchos vehículos también transportan equipamiento adicional como gatos, carrocería pesada o tecnología extra, que podría reducirse en ciertas rutas sin comprometer la seguridad operativa. Además, al renovar equipamiento, conviene comparar el diseño de los remolques y carrocerías. Materiales más ligeros o diseños más eficientes pueden suponer cientos de kilos de ahorro, o lo contrario.
"Nuestros datos muestran que incluso diferencias aparentemente pequeñas en el peso del vehículo pueden tener un impacto significativo en el consumo de combustible. Optimizar el peso, por ejemplo reduciendo el volumen de combustible en rutas cortas o eligiendo carrocerías más ligeras, puede generar ahorros medibles en los costes operativos", añade Altmann.
El peso como palanca operativa
El control del peso no tiene por qué implicar grandes inversiones ni sistemas complejos. Todo lo contrario. En la mayoría de los casos se trata de ajustes que el transportista puede implementar de inmediato. Ya sea en el volumen de combustible, la elección del equipamiento o una planificación de carga más consciente, cada kilo de más influye en lo que quedará en la cuenta a fin de mes.
“Si necesito transportar una carga de 1 tonelada, sin duda es mejor llevar una furgoneta grande que consume unos 9,5 l/100 km que un camión que consume 22,25 l/100 km, y siempre aprovechar al máximo la capacidad del vehículo”, concluye Altmann.
Con los peajes basados en emisiones y el precio del combustible al alza, el control del peso deja de ser un simple detalle operativo. Es uno de los pocos parámetros que un transportista realmente tiene en sus manos y que puede darle ventaja antes de que sea demasiado tarde.