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19 de octubre de 1469: la boda que unió a España y cambió la historia del mundo

· La España que nació en Valladolid en 1469 era un proyecto de grandeza; la España de hoy es un proyecto de disolución

domingo 19 de octubre de 2025, 09:14h
19 de octubre de 1469: la boda que unió a España y cambió la historia del mundo
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Hay fechas que definen el destino de una Nación. El 19 de octubre de 1469, en el Palacio de los Vivero de Valladolid, Isabel de Castilla y Fernando de Aragón unieron sus vidas y con ellas unieron también el futuro de dos reinos que, hasta entonces, caminaban por separado. Aquella boda no fue solo un acto de amor ni un acuerdo dinástico más entre casas reales europeas. Fue el nacimiento político de España, la semilla de una unidad que haría posible la mayor gesta civilizadora de la historia: el descubrimiento y evangelización del Nuevo Mundo.

Isabel y Fernando fueron, antes que nada, constructores de Estado. Frente a una Europa fragmentada y feudal, ellos comprendieron que solo una monarquía fuerte, asentada en la fe, la justicia y la autoridad, podría garantizar la estabilidad y la grandeza de sus pueblos. Desde aquel 19 de octubre, comenzó una empresa que culminaría con la toma de Granada en 1492, el fin de ocho siglos de invasión islámica y el inicio de la expansión universal de la Hispanidad.

El matrimonio entre Isabel y Fernando dio origen a una nueva idea política: la unidad nacional como proyecto histórico. Castilla y Aragón, diferentes en sus costumbres y leyes, encontraron un propósito común en torno a una Corona que representaba a todos. La unión no fue una absorción ni una imposición: fue una alianza basada en la convicción de que juntos serían más fuertes. España nació como un proyecto de integración, no de fragmentación.


Qué ironía que, más de cinco siglos después, esa unidad que los Reyes Católicos forjaron con visión, firmeza y sacrificio esté siendo destruida desde dentro. Mientras ellos trabajaron por unir reinos y voluntades, los gobiernos actuales fomentan la división y el enfrentamiento. Donde Isabel y Fernando consolidaron una monarquía y una fe comunes, hoy el PSOE y sus socios separatistas levantan muros entre regiones y entre españoles.

Isabel y Fernando representaron la autoridad legítima, el poder al servicio del bien común y de la nación. Pedro Sánchez, por el contrario, encarna el poder como herramienta de supervivencia personal, sostenido por la mentira y el chantaje. Donde aquellos reyes soñaron con una España una y libre, el actual gobierno consiente y premia a los que quieren destruirla. Los Reyes Católicos sellaron la unidad; el sanchismo la vende al mejor postor.


Bajo los Reyes Católicos, España no solo se unificó políticamente, sino también espiritualmente. Promovieron la reforma de la Iglesia, la limpieza administrativa, la justicia centralizada y el fin de los abusos feudales. Apostaron por la educación, la cultura y la expansión de la fe católica. España se convirtió en la primera nación moderna de Europa, con instituciones propias, moneda común y una diplomacia que miraba más allá del continente. De esa unidad surgió el impulso que, en 1492, llevó a Colón a cruzar el Atlántico.

Si aquel matrimonio fue el inicio de una empresa de civilización, lo que vivimos hoy es su negación. La España de Sánchez y sus socios separatistas es la antítesis de la obra de Isabel y Fernando: donde ellos unieron, hoy se fractura; donde ellos afirmaron la soberanía, hoy se entrega; donde ellos pusieron a Dios y a España por encima de sus personas, hoy se impone la ideología y el interés de partido por encima de todo.


La España que nació en Valladolid en 1469 era un proyecto de grandeza; la España de hoy es un proyecto de disolución. Los reyes católicos construyeron el futuro; el sanchismo lo hipotecó. En aquella boda nació la España universal; en los despachos de Moncloa se está firmando su desintegración.

Isabel y Fernando comprendieron algo que muchos políticos modernos jamás entenderán: que la unidad no se negocia. No hay pactos con quienes quieren destruir la patria, no hay diálogo posible con quienes niegan la historia común. Por eso su reinado fue fuerte, porque supieron decir “no” cuando tocaba, porque antepusieron el deber a la conveniencia.


Hoy, España necesita recuperar ese espíritu. Necesita líderes con la claridad moral y la firmeza política de Isabel y Fernando. No administradores del desastre, sino estadistas que comprendan que la unidad no se mendiga, se defiende.

El 19 de octubre de 1469, en Valladolid, nació España. Una España que hizo historia, que conquistó el mar y la palabra, que llevó su lengua y su fe a medio mundo. Esa España sigue viva en quienes se niegan a rendirse, en quienes aún creen que nuestra patria merece más que la mediocridad de sus gobernantes.

Por eso, recordar aquella boda no es un ejercicio nostálgico: es un acto de afirmación nacional. Porque frente a los que destruyen, los que reniegan, los que pactan con los enemigos de España, nosotros seguimos creyendo en la misma idea que encarnaron Isabel y Fernando: una España una, libre, soberana y eterna.

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