¿Cuáles serán los retos para el año que viene?
Publicación y puesta en marcha de nuevas medidas legales y regulatorias
La Directiva de Energías Renovables III (RED III), en vigor desde noviembre de 2023, fija un objetivo mínimo de al menos 42,5% de energías renovables para 2030 en la Unión Europea, con la aspiración de alcanzar hasta un 45%.
Esta directiva incluye obligaciones para edificios, industria y transporte y exige que los Estados miembros agilicen los trámites de permisos para instalaciones renovables.
Para 2026, se espera, según ha dicho el propio Parlamento Europeo, que los países hayan avanzado en la “transposición nacional de estos requisitos, incluido el establecimiento de “zonas de aceleración” para renovables y plazos máximos de autorización mucho más cortos de 12 meses en zonas prioritarias, 24 meses en otros casos, según la directiva”.
Estas normas implican que para 2026 deben existir marcos legales nacionales más fluidos, con procedimientos administrativos más ágiles, mayores incentivos fiscales o subvenciones, y estándares de eficiencia energética más exigentes en los edificios.
La transición residencial: viviendas y eficiencia energética como reto particular
El sector de la edificación es clave ya que los hogares son responsables de una parte importante del consumo energético y las emisiones asociadas.
Por ello, la normativa comunitaria y de España apunta a que los edificios incorporen tecnologías renovables y mejoras en envolvente y aislamiento en nuevas construcciones. Para los edificios, se espera que se agilicen y aprueben más mecanismos de apoyo a través de subvenciones y fondos europeos para garantizar la mejora y aislamiento, sobre todo, de los más antiguos.
“Las conexiones a red, el autoconsumo y el almacenaje doméstico deben estar lo suficientemente desplegados como para marcar una diferencia. Además, debe garantizarse que las renovables residenciales se integran de forma óptima. Para ello, nada como ponerse en manos de profesionales”, explican desde Llano Instalaciones y Mantenimiento.
I+D como motor imprescindible
Para que la transición renovable no quede algo básico que solo signifique inversiones costosas pero con un periodo de caducidad cercano, es imprescindible el esfuerzo de investigación y desarrollo (I+D).
Las tecnologías como los almacenamientos de larga duración, las redes inteligentes, el famoso hidrógeno “verde” o la digitalización del sistema serán fundamentales.
Según los expertos, sin grandes avances en almacenamiento y flexibilidad será difícil absorber altos porcentajes de renovables sin comprometer la seguridad de suministro.
Para 2026, el desafío es que la I+D no solo se mantenga sino se intensifique buscando una reducción de costes, una mejora de la eficiencia y conseguir una menor dependencia de importaciones.