Lejos de las modas efímeras, Kotoaru Izakaya no busca deslumbrar con artificios. Aquí, la técnica japonesa y el producto mediterráneo se encuentran en un diálogo respetuoso, equilibrado y sorprendentemente natural. En cada bocado se percibe la obsesión de Romón por el detalle. Desde el arroz japonés Niigata Nosho, de textura impecable, hasta el atún rojo de Ricardo Fuentes, cuyo equilibrio graso roza la perfección.
Los platos hablan con voz propia y en su irresistible recetario no pueden faltar vegetales encurtidos con sésamo, tartar de aguacate, tomate y piñones, nigiri de wagyu o de lubina, y otras joyas culinarias que ya se perfilan como iconos de la casa, como “esto no son boquerones en vinagre” o el sashimi de calamar a la marinera. Cada elaboración busca un punto de equilibrio entre frescura, precisión y emoción, que toma forma en una combinación que hace que el tiempo parezca detenerse dentro del pequeño y acogedor local con capacidad para tan solo veinte afortunados comensales.
La atmósfera de Kotoaru Izakaya acompaña perfectamente su propuesta gastronómica. Con solo veinte asientos y una iluminación cálida que invita a la conversación, el espacio está decorado con ilustraciones hechas a mano por Alba Romón, hermana del chef, aportando un toque personal y artístico que refuerza la sensación de intimidad. Es el tipo de sitio donde uno se sienta, pide “lo que el chef quiera” y simplemente disfruta.
“Kotoaru es mi proyecto más personal”, confiesa Romón. Y se nota. Su cocina es un ejercicio de memoria, técnica y libertad, una reinterpretación de la tradición nipona con ingredientes y sensibilidad mediterráneos. Aquí no hay reglas estrictas, sino respeto por el producto y pasión por la experiencia. Cada plato cuenta una historia y cada sabor, un recuerdo reinterpretado con precisión quirúrgica.
Nuestra velada en Kotoaru comenzó con una refrescante ensalada de encurtidos con sésamo que nos conquistó con cada bocado, antes de sucumbir a los encantos de la exquisita ensaladilla Kotoaru que coronan con atún y polvo de aceituna negra. Una delicia en toda regla, que nos condujo a sus divertidos "no son boquerones en vinagre" que preparan con unas finísimas láminas de chicharro aliñado con aceite, ajo y perejil con sus correspondientes patatitas fritas. Un acertado guiño castizo, que resulta ideal para compartir, al igual que el magnífico tartar de atún picante con hoja de sisho que es un verdadero espectáculo.
Continuamos con un delicado sashimi de sardina ahumada con emulsión de tomate y piparras, que nos sorprendió muy gratamente por su delicado sabor, al igual que el elegante usuzukuri de lubina con bilbaína negra que nos hará volver muy pronto.
De su apetecible selección de nigiris, optamos por probar el de dorada, el de atún y el de chutoro. Unos impresionantes cortes que harán las delicias de los paladares más sibaritas.
Kotoaru acaba de arrancar su andadura en la capital con un concepto que conquista los sentidos y enamora el paladar. Este nuevo rincón de Moncloa se convertirá muy pronto en uno de los lugares imprescindibles para los amantes de la buena cocina japonesa, porque Kotoaru Izakaya acaba de abrir sus puertas para adentrarnos en un inolvidable viaje sensorial que se convierte en una rotunda declaración de intenciones y en una invitación a saborear el tiempo sin prisa.
¿Nos vemos pronto en Kotoaru?
Kotoaru Izakaya
Direccion: Calle del Buen Suceso
28008 Madrid
Teléfono: 911 69 59 79
Ticket Medio: 50€