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Quince imprescindibles de Carabanchel y Latina

· Por J. Nicolás Ferrando, director de Artelibro Editorial

Quince imprescindibles de Carabanchel y Latina
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Como un curso de agua de un río que avanza sin detenerse, vivo y cambiante, surgen en la memoria figuras que formaron parte esencial de un lugar, Carabanchel, que está escribiendo una las sus páginas más brillantes con la irrupción de Distrito 11. 15 imprescindibles de Carabanchel y Latina es un compendio novelado de hombres y mujeres brillantes y adelantados a su tiempo que aportaron a la historia su talento, su conocimiento, su creatividad y, sobre todo, su humanidad. Son huellas necesarias para comprender quiénes somos hoy.

El libro se abre con un prólogo de Antonio Sánchez Molledo, autor de Mis paseos por Carabanchel, cuya mirada rigurosa y cercana sitúa al lector en el pulso histórico del territorio. A continuación, la introducción de Alberto Morate, poeta incombustible y autor de Caravanserai, ofrece una reflexión personal y literaria que invita a recorrer estas páginas como quien se adentra en un mapa emocional del distrito.

La luz de Goya, detenido durante horas en usos, costumbres, fiestas, guerras y sombras, en la antesala de sus Pinturas Negras, ilumina estas páginas. Su presencia en el distrito no admite discusión: Goya pertenece a este territorio por derecho propio.

Juan Mieg, naturalista incansable, no necesitó ir más lejos que la Quinta de Vista Alegre o la de Miranda para desarrollar su mirada científica, en un entorno que latía al ritmo de su curiosidad y de su pasión por la naturaleza.

José Salamanca y Mayol, marqués de vida novelesca, se convierte en propietario de la Quinta Vista Alegre, un auténtico Versalles a las puertas de Madrid, donde confluyen ambición, poder e intrigas que permiten reconstruir las primeras memorias de este lugar que hoy vive un nuevo renacimiento.

Fernando Muñoz, un Fernando VIII que nunca fue, protagoniza un matrimonio casi real, secreto y silenciado, una historia de amor marcada por la sombra, aunque la memoria histórica se resiste a olvidarlo.

Aparece también Antonio de Orleans, duque de Montpensier, esposo de la infanta María Luisa Fernanda de Borbón. Propulsor de intrigas palaciegas, ambiciones desmedidas y un trono siempre esquivo.

Y emerge casi desde el cielo Eugenia de Montijo, emperatriz de Francia, viuda y silenciosa, que encuentra en Carabanchel un refugio para su soledad. Su belleza discreta y su retirada del mundo permanecen aún en la memoria del distrito, que aún la recuerda con emoción y se lamenta con el robo de sus joyas en el corazón artístico de París.

Emilia Pardo Bazán también resulta imprescindible. Insolación sitúa su acción en el Madrid carabanchelero de San Isidro, retratando una aristocracia de pasiones reprimidas y libertades anheladas, no exenta de críticas y polémicas.

No se entendería este inventario sin el Doctor Esquerdo, cuya visión humanizadora transformó el tratamiento de las enfermedades mentales, alejándolo de las sombras y abriéndolo a nuevas perspectivas en un entorno privilegiado.

Más adelante surge Pío Baroja y La lucha por la vida, sin adornos ni lirismos, con personajes heridos en los arrabales, reflejo de una realidad cruda y persistente.

María Lejárraga simboliza la resistencia y la fortaleza. Durante años escribió en silencio mientras su marido, Gregorio Martínez Sierra, recogía los reconocimientos y las mieles del éxito. Pero hay silencios que terminan rompiéndose, y la justicia literaria acaba imponiéndose.

No todos fueron nobles, artistas o científicos. También hubo gente de la tierra, como Leandro Teresa Negro, el mejor alcalde de Carabanchel antes de la anexión a Madrid, cuyo nombre permanece, aunque se haya desdibujado en el abismo del tiempo.

Y si la tierra fue protagonista, también lo fue el aire. María de la Salud Bernaldo, Miss Golondrina, desafió el elitismo militar aeronáutico con determinación y valentía, volando sin temor con alas propias.

Carabanchel rinde homenaje a Marcelino Camacho, tras una larga espera. Hombre de lucha incansable, no violenta, defensor de la palabra como herramienta en tiempos en que hasta hablar exigía permiso.

Alfredo Ramón aporta el testimonio de un Madrid costumbrista y cercano. Pintó frescos, calles y fachadas, pero el verdadero arte residía en su mirada y en su alma, que no se cansa de reivindicar Linda Hament.

Y cierra este elenco José María Sánchez Molledo, cronista incansable, investigador riguroso, memoria viva del territorio, cuya labor garantiza la permanencia de esta historia compartida.

Cada uno y cada una desempeñó su papel, tendiendo puentes entre el ayer, el hoy y el mañana. El libro 15 imprescindibles de Carabanchel y Latina, que tengo el honor de firmar, los rescata y les devuelve la respiración en estos rincones donde aún se conserva un fragmento de aquel Carabanchel que fue y que, día a día, sigue creciendo de manera imparable.

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