Mientras unos dicen que luchan por preservar los mecanismos democráticos de la ciudad con el rechazo al influjo de China en lo que consideran asuntos locales, otros hongkoneses de a pie que no tienen ninguna ambición opositora ni postura vehemente contra las fuerzas del orden se están viendo incomodados por las innumerables huelgas en diversos ámbitos profesionales, los brotes violentos repentinos de grupúsculos, el cierre del transporte o interrupciones del viaje y el vandalismo en las calles o comercios.
Son los olvidados que no salen en las noticias ni en los reportajes de los medios de comunicación, pero que tienen que soportar los enfrentamientos en la calle, en los transporte públicos y, además, no se respeta su opinión ni su pensamiento político. El hartazgo empieza a ser evidente. Durante una manifestación pro-China en verano, una mujer decía que “Hong Kong no puede seguir permitiéndose la violencia” y algunos de sus acompañantes añadías que la ley de extradición es necesaria porque si no “Hong Kong se convertiría en un refugio de criminales”.
Seis meses de revueltas condicionan de forma notable el normal desarrollo de las actividades diarias y el descontento empieza a reflejarse en trabajadores públicos tanto de Hong Kong como de Pekín, que han denunciado el aumento de la violencia y los actos radicales con ataques que se aproximan, por técnicas y tácticas, incluso, al terrorismo.
Varios sucesos han conmocionado a la opinión pública en la región, como cuando se supo que un hombre que amonestó a los manifestantes fue apaleado por la multitud y acabó inconsciente. También vimos en las noticias al legislador más odiado por la oposición, Junius Ho, apuñalado en un acto de campaña. Igualmente, una discusión sobre política en un restaurante terminó con tres apuñalados y un concejal al que arrancaron un trozo de oreja de un mordisco. El agresor fue linchado.
Otro caso que causó polémica es el de un hombre pro-China al que prendieron fuego tras una discusión política. Logró apagar las llamas y se marchó caminando, pero tuvo que ser trasladado a un hospital cercano. Según el diario South China Morning Post, sufrió quemaduras de segundo grado en el 28% de su cuerpo. El incidente causó indignación contra de las manifestaciones pro-autonomía.
Algunas autoridades en la excolonia británica han lamentado ataques a la Policía con “herramientas extremadamente peligrosas” en lo que supone una violación del Estado de Derecho que pone en peligro la seguridad de los ciudadanos hongkoneses. Ante esta deriva creciente de la violencia, no se descarta una intervención de las fuerzas de seguridad chinas.
Además, si al principio parte de las movilizaciones se realizaban en el suburbano de la ciudad, recientemente las alteraciones del orden con graves disturbios y enfrentamientos con la Policía se han producido en el aeropuerto, uno de los que registra más tráfico aéreo de toda Asia. Las cancelaciones de vuelos los días de protestas son habituales.
Las protestas se encuentran ahora en una fase más radical con la nueva estrategia ‘Blossom Everywhere’ (‘Eclosión general’), que multiplica los bloqueos y el vandalismo. Un portavoz del ministerio chino de Defensa explicaba esta semana que “restablecer el orden” en Hong Kong “es la tarea más urgente“.
En Facebook, el portavoz policial, Louis Lau, pedía “a los alborotadores que no usen cócteles molotov, flechas, vehículos o armas letales para atacar a los policías”. En caso contrario, advertía, no tendrán otra opción que “utilizar la fuerza mínima necesaria”.
Igualmente, el embajador de China en Londres, Liu Xaoming, declaraba este lunes: “El gobierno de Hong Kong está haciendo todo lo posible para mantener la situación bajo control, pero si la situación se vuelve incontrolable el gobierno central no se quedará sin hacer nada”.
Obviamente, la situación está afectando también al comercio, las empresas y el turismo. Los panfletos en el aeropuerto con consejos para los turistas que se puedan ver repentinamente atrapados en una protesta durante su visita no son el mejor reclamo. Gran parte de las empresas y los multimillonarios de Hong Kong han pedido ya orden. La Cámara de Comercio de EEUU en la región administrativa especial anunciaba hace unas semanas que las compañías habían informado de las “graves consecuencias” con pérdidas cuantiosas de ingresos por la interrupción de cadenas de suministro, así como el retraso o cancelación de inversiones. Hay que recordar también que China es el socio más importante de Hong Kong y el flujo comercial ya se está viendo afectado.
A la falta de confianza de los mercados en Hong Kong hay que sumar la paralización de un aeropuerto, con conexión a 200 ciudades, que registra 1.100 vuelos, entre pasajeros y de carga, y por el que pasaron 74 millones de personas en 2018. La suspensión de los vuelos por la invasión indiscriminada de manifestantes no favorece a las compañías que trabajan en el centro financiero de una de las ciudades de negocios más importantes del mundo. Algunos expertos valoran en decenas de millones de dólares las pérdidas para Hong Kong por los problemas aeroportuarios.