Entrevista Sánchez-Feijóo en La Moncloa anunciada con bombo y platillos. El presidente del Gobierno se reunía con el nuevo líder del primer partido de la Oposición para una primera toma de contacto. Tras celebrarse, la treta se vio sin tapujos. TVE, controlada por el gobierno, cedía un espacio de máxima audiencia a Feijóo unos minutos antes del telediario, que podría usar y alargar. Un tiempo de televisión muy caro, que Feijóo aprovechó. A su antojo: Buen tono y respeto institucional al presidente, correspondido y cordial. Relato del encuentro, sin conceder un ápice. Muestra de postura propia, que ofrece con datos, razonada, para bajar impuestos y facilitar la vida de los más necesitados con rebajas de IVA, IRPF y precios de energía y combustibles. Desilusión por la actitud de Sánchez que no produjo “ninguna buena noticia que pueda traer aquí” y “menos fructífera de lo que me hubiera gustado”. Crítica al presidente que se equivoca en el diagnóstico, porque usa la guerra como disculpa, en su inicio posterior a los datos que ya mostraban lo que había; y que también equivoca soluciones. No atiende la economía. Diseñó la cita sin preparación, orden del día, temas a tratar, ni precisiones. Confiesa errores de comunicación sobre política exterior, cambios frente al Sahara, actitud de España ante la guerra, etc. Que procurará no repetir. En resumen, Feijóo fue a La Moncloa con propuestas, compromiso y lealtad. Mientras Sánchez usaba la cita para, también con buen tono, convertirla en un revuelto egoísta concebido como motivo o disculpa para usar en algo indefinido.
Tras Feijóo, con horario del telediario adverso, el Gobierno no neutralizó la información. En lugar de responder, Sánchez usó su viaje a Marruecos, con periodistas cerca, para corregir a Feijóo: “(Encuentro) con más incógnitas que certezas”. A la vez, voces del PSOE, entre ellas Adriana Lastra con ideario, trataron de activar lo preparado en Ferraz, “otros cascabeles pero con los mis sonidos” ¿El Gobierno cogido con paso cambiado? Imposible. Los asesores de imagen deben evitarlo; y lo evitan. En consecuencia, no fue casual, a Feijóo le dejaron el juguete de la tele, con su beneplácito o sin él, valorando antes qué podría hacer (lo que hizo y más), el impacto que podría producir (previsto hasta lo posible); y, lo más gordo, preparando la forma de contrarrestar, y corregir si fuera necesario, lo hasta ahora conocido sobre la entrevista y consecuencias. Horas después, los eufemismos en este caso son necesarios, ‘fuentes afines al socialismo’ daban la noticia, imposible de confirmar, sobre ‘la oferta en ámbito senatorial’ de una información pagada, y muy cara, contra Feijóo. Juego sucio, basura, bazofia. Porquería. Tan sucia que, por respeto a implicados y a las fuentes que informan gratis, vale más dejarla ahí. Sin miedo pero teniéndola en cuenta: A Feijóo ya le han buscado las vueltas y se las van a seguir buscando.
El presidente del PP, como todos en el Estado de Derecho y hasta que no se demuestre lo contrario, es una persona honorable. Como líder de la Oposición, es un baluarte en el que recaen las responsabilidades de su cargo. También es el repuesto al actual gobierno de coalición, PSOE-UP, frustrado en sus propuestas sobre economía, empleo, uso de recursos y otras; dividido en cuestiones importantes sobre Defensa, estabilidad del Estado del Bienestar o Seguridad Social; y con criterios distintos, o enfrentados, en asuntos de política exterior (OTAN, UE, Guerra en Ucrania, África, América Latina, relaciones internacionales, etc.)
Desde esta realidad, Feijóo importa. En última instancia, como repuesto al gobierno PSOE-UP agotado. O antes, si el presidente del Gobierno, único que puede hacerlo, no convoca elecciones generales y agota la legislatura con trágalas a independentistas, cesiones a quien sea necesario y poniendo en riesgo el proyecto nacional común. En ambos casos, sobre todo en el último y para que la situación pueda estar tranquila con un líder de la Oposición curtido que no deslumbra ni se asusta, Sánchez necesita a Feijóo.