Las causas del problema: Son miles las páginas que se han dedicado a enumerarlas ¿Para qué insistir? Se saben y se resumen en dos palabras: nacionalismo excluyente. Incluso algunos piensan que contemporizar con su presencia es asumible, que se trata de un sentimiento, pero la realidad nos muestra que se han traspasado todos los límites: amnistiados los promotores de la sedición, anunciaron que volverían a hacer lo que hicieron; de nuevo burlan las leyes, ignoran las sentencias y oprimen a cuantos españoles viven bajo un poder que no admite el contrapeso de la ley. El reciente ejemplo de imponer el catalán en la enseñanza, forzando a muchos padres a que sus hijos no puedan aprender a hablar y escribir bien el español es su último atropello a la razón.
Es un hecho que la Constitución no se aplica en Cataluña porque el presidente del Gobierno español acepta vivir chantajeado. Sin los votos de los independentistas no habría obtenido el poder hace cuatro años, ni tendría la esperanza de mantenerlo. Sólo eso le preocupa, ni su legado ni su lugar en la historia. Conservar el poder, dentro de la burbuja que ha creado con su realidad prefabricada es lo único que le importa. Basta escucharle y aceptar que se cree lo que dice. Sánchez ha sido un buen escalador dentro del PSOE y luego un hábil tejedor de redes leales en un partido con casi tantos cargos como militantes. Así lo escribe Bustos: a todo buen patrón le alcanza para pagarse la servidumbre. Por eso Pedro Sánchez nunca será un líder con la fuerza moral para defender los valores de la Constitución más democrática de nuestra historia.
Notas para un discurso necesario: Es sabido que la autoría de un discurso pertenece a quien lo pronuncia, aunque provenga de notas escritas por personas de confianza. Adolfo Suárez tuvo magníficos apuntadores, que supieron poner letra a lo que inspiró como líder. Felipe González fue capaz de cambiar el sentimiento anti-OTAN, que él mismo había propiciado y ganó un referéndum contra todos, incluido Fraga que siendo atlantista promovió la abstención. Pero Sánchez no es capaz de hacer el discurso que la ocasión histórica exige, ni tiene a su lado quien le convenza de afrontar con firmeza el problema catalán. Podría serle útil como antecedente lo que dijo Cánovas ante las presiones de Prat de la Riba: No puedo permitir que se deshaga lo que hace 500 años unieron los Reyes Católicos. Pero hay otros antecedentes en la historia como el discurso de proclamación de la Constitución de 1812: España es patrimonio de todos. Los independentistas surgidos de una prolongada y hábil manipulación deben saber de una vez por todas que el hecho de haber nacido allí o de vivir allí, no permite apropiarse de lo que es herencia común. La frase del torero Guerrita: Lo que no puede ser, no puede ser y además es imposible, expresa con sencillez el sentimiento de los españoles que nunca aceptarán que se les quiera convertir en extranjeros en lo que es parte irrevocable del legado que han recibido.
El mayor ejemplo de liderazgo en la solución del secesionismo lo dio Abraham Lincoln y eso le convierte en el presidente más admirado de Estados Unidos, la nación que le debe su grandeza. Lincoln representa la determinación de mantener la Unión de los estados y lo dejó claro en su toma de posesión en el año 1860. Extraigo algunas frases de su discurso: La unión es perpetua y está expresada en la ley fundamental (…) La unión es mucho más antigua que la Constitución (…) ningún Estado por su propia inclinación puede romper la Unión (…) Hasta donde llegue mi capacidad estoy obligado como la Constitución me lo prescribe a mantener la Unión (…) Si una minoría quiere desmembrarse está estableciendo lo que a su vez la dividirá y arruinara porque el separatismo es la esencia misma de la anarquía (…) La nación y todas sus instituciones pertenecen al pueblo que la habita (…)
Se dice del comportamiento humano que una creencia produce sentimientos que blindan la mente contra todo argumento- Por eso la apelación al dialogo es empeño inútil. Nos lo recuerda el filósofo José Antonio Marina: No se puede discutir con quien niega principios. La historia, maestra de la vida, deja una enseñanza: todo conflicto en que se confronten ideas blindadas por la pasión ha de resolverse en clave de poder legítimo, y no de imposible diálogo con quienes quieren hurtar a otros lo que se ha heredado unido. Para encauzar ese principio, las democracias avanzadas crearon un marco en el que toda conducta tenga el límite fijado por la ley. En Inglaterra, desde el acuerdo de Viernes Santo de 1998, Tony Blair suspendió la autonomía del Éire por cinco años por incumplir la ley. En España, Mariano Rajoy tembló para aplicar durante unos días el art. 155, que tuvo que impulsar un discurso previo del rey. Anteriormente el inane Zapatero había dado alas al nacionalismo catalán.
Está por llegar al Gobierno de España un líder capaz de solventar el problema y, confiando en que no tarde en llegar, dejo humildemente estas notas para un discurso necesario.