La publicación de este estudio coincide con un momento crítico en el que la Unión Europea busca integrar un futuro sostenible para el océano de la mano de su nuevo Green Deal. Son numerosas las graves presiones que afectan al equilibrio ecológico del Mediterráneo, ya que la sobrepesca, la contaminación y el cambio climático están teniendo graves repercusiones en él. Por ese motivo, nunca ha sido tan importante que los líderes y los responsables de la toma de decisiones reconozcan que unos ecosistemas marinos sanos son fundamentales para su resiliencia, y que actúen en consecuencia.
Además, como muestra el nuevo estudio, a pesar de la importancia socioeconómica de la pesca para las comunidades costeras del Mediterráneo, el sector de las redes de arrastre de fondo que hace un uso antieconómico de los recursos comunes, además de ser la pesquería que más combustible consume está acelerando la crisis ecológica de este mar.
El análisis económico estándar solo ofrece una imagen parcial de los verdaderos costes de la pesca de arrastre.
Tras la mano de obra, el combustible es el mayor coste al que se enfrenta el sector de la pesca de arrastre, que goza de importantes exenciones fiscales en materia de combustible. Según el informe, en 2018, los desembarcos de los arrastreros en el Mediterráneo occidental supusieron un beneficio neto de 34 millones de euros. No obstante, como demuestra el estudio, si no se tuvieran en cuenta las transferencias financieras del Gobierno, el sector de la pesca de arrastre registraría grandes pérdidas.
Las exenciones de los impuestos sobre el combustible en 2018 para las flotas de arrastre españolas, francesas e italianas en el Mediterráneo occidental ascendieron a 93 millones de euros, es decir, casi tres veces los beneficios netos declarados por el sector. Hoy, con el actual repunte de los costes del combustible, esta cantidad sería mucho mayor.
Además, hay que tener en cuenta las cantidades relativamente elevadas de combustible que se necesitan para remolcar las artes de arrastre de fondo. Entre 2013 y 2018, la flota de la UE en el Mediterráneo occidental consumió 1200 millones de litros de combustible y fue responsable de unos 3,3 millones de toneladas de emisiones de CO2, aunque esta contribución no se tuvo en cuenta en las asignaciones nacionales vinculantes de emisiones. «Si los niveles de precios del régimen de comercio de derechos de emisión de la UE de marzo de 2021 se aplicaran a las emisiones directas del consumo de combustible de los buques de arrastre en el Mediterráneo occidental, las flotas italiana, española y francesa tendrían un coste de carbono oculto de unos 13,2 millones de euros», explica el coautor, el Dr. Luís Campos Rodrigues, de la Fundación ENT.
Si se monetizan los costes climáticos de las emisiones directas de la flota y se añaden a las exenciones de impuestos sobre el combustible y a las subvenciones gubernamentales, las pérdidas anuales de la pesca de arrastre ascenderían a 77 millones de euros, según las cifras más recientes de la UE.
Las prácticas y artes de pesca que se utilizan hoy en día son muy variadas y tienen efectos ecológicos y sociales muy diferentes. Como sostienen los autores del estudio, además de ser económicamente inviable, la pesca de arrastre es un desastre para los ecosistemas marinos. Por otro lado, la presión pesquera sostenida de la flota representa una amenaza especial para la sostenibilidad de las poblaciones de peces a largo plazo, en un momento en que los científicos reclaman una reducción significativa de la mortalidad por pesca.
Tras años de sobrepesca, las principales poblaciones comerciales del Mediterráneo occidental –entre ellas, la merluza europea, el salmonete, varias especies de gambas y la cigala– están sobreexplotadas y en unos niveles de biomasa históricamente bajos. Como dato, la pesca es el principal factor de riesgo de extinción de 77 especies incluidas en la Lista Roja de la UICN.
En este contexto, el impacto ecológico de la pesca de arrastre es especialmente preocupante. De las 300 especies capturadas en las pesquerías de arrastre de fondo del Mediterráneo, se descarta siempre hasta el 60 % y estos descartes suponen una media de casi el 35 % de las capturas totales en peso. El sector también se cobra un alto precio en especies vulnerables, ya que los arrastreros son responsables de más del 90 % de las capturas accidentales de tiburones y rayas en el Mediterráneo occidental.
La destrucción de las comunidades bentónicas se produce cuando los pesados aparejos de arrastre las atraviesan. Algunos hábitats vitales, como los corales y las praderas marinas, pueden tardar décadas en recuperarse del impacto de la pesca de arrastre y, en ocasiones, los daños causados pueden ser irreversibles. El daño físico a las praderas marinas también tiene un impacto climático, ya que la Posidonia oceanica, endémica del Mediterráneo, actúa como un sumidero regional de carbono fundamental, al capturar y almacenar los gases de efecto invernadero. Cuando se alteran las praderas de posidonia y sus sedimentos debido a la pesca de arrastre, pueden pasar a convertirse en fuentes de carbono, ya que liberan carbono a la atmósfera y hacen que el océano sea más ácido.
Habida cuenta de sus conclusiones, la Fundación ENT y MedReAct apoyan la aplicación inmediata de amplias medidas de conservación, incluida una firme reducción de la presión pesquera y el establecimiento de zonas restringidas para la pesca cerradas a la pesca de fondo. Esto último permitiría recuperar los hábitats delicados y las poblaciones de especies vulnerables y también de importancia comercial.
«Mediante la publicación de este informe reclamamos un cambio urgente y radical hacia una pesca de bajo impacto», afirma Domitilla Senni, de MedReAct. «Tanto desde un punto de vista económico como medioambiental, los auténticos costes de la pesca de arrastre son demasiado elevados. Debemos actuar ahora: no podemos permitirnos retrasar más la recuperación del mar Mediterráneo».