La morosidad empresarial, unido a la creciente voracidad de la Agencia Tributaria, posibilitan un escenario pleno de dificultades, especialmente para las empresas más pequeñas, que sostienen su liquidez prácticamente con los ingresos o facturaciones diarias. Las líneas de crédito se han estrangulado y ya no hay financiación bancaria a corto plazo que permita el sostenimiento de la caja diaria.
Es por ello que se ha extendido como tendencia la solicitud de microcréditos que permitan esa supervivencia diaria para afrontar pequeños pagos y liquidarlos en pocas horas o pocos días. Se trata de préstamos de muy pequeñas cantidades que oscilan desde los 100 euros hasta un máximo de 5.000 euros, que permiten resolver esas dificultades que se afrontan de manera semanal y a un coste muy pequeño y asumible. La facilidad de éstos préstamos viene dada por el hecho de que no es necesario disponer de mayores garantías o fianzas, ni hay que avalar nada y los préstamos se solicitan online sin tener que acudir a ninguna oficina o establecimiento.
Los periodos de pago son además sencillos y cortos, y suelen ir, según el proveedor del préstamo, desde 7 días hasta 120 días, que son 4 meses. Existen muchos proveedores de este tipo de préstamos, como Casheddy, Financiar24, Wandoo, Prestalo, Welp, Crezu, CreditoSi o Nexu, todos los cuales pueden buscarse a través de compradores de préstamos como incombi.
Uno de los problemas fundamentales a los que se enfrentan las pymes y autónomos es al de los pagos diarios, por la falta de liquidez. Hasta hace 3 o 4 años, se obtenía con facilidad crédito al consumo y alargar lineas de crédito para estos pequeños negocios, lo que permitía la subsistencia en las temporadas del año donde desciende la facturación y los ingresos. De un tiempo a esta parte, estas facilidades han desaparecido y la morosidad empresarial repunta en España a un mayor ritmo desde la llegada de la crisis financiera.
Las empresas españolas tardan un promedio de 83,9 días en pagar las facturas de sus proveedores, lo que supone el valor más alto desde la pandemia. La deuda comercial ha aumentado un 33 % en España respecto al primer trimestre del 2021, se han incrementado en un 42 % los recibos pendientes de pago y se han elevado en un 50 % los intereses medios de demora.
Detrás de esta fatiga está la desaceleración económica: «Ha influido negativamente en la evolución empresarial durante el primer trimestre del 2022», reconocen desde Cepyme, patronal de la pequeña y mediana empresa, lo que está comprometiendo duramente la viabilidad de muchas empresas.
La dificultad de supervivencia no reside solamente en que haya descendido la facturación e ingresos, sino en la capacidad de soportar los impagos o los retrasos en los mismos.
Los negocios más rezagados en el pago de sus facturas son los del sector de la construcción, que tienen su propia crisis particular desde el estallido de la burbuja inmobiliaria. Hasta 98,4 días tardan en abonar lo que deben. No obstante, han reducido la demora en 2,7 días, señal de que se han ido recuperando paulatinamente de la crisis.
Cepyme anticipa además problemas por el encarecimiento de las materias primas (22,7 %) y la factura energética de las industrias, que se ha disparado casi un 237 %: «Es previsible que el incremento del precio de las materias primas, principalmente el aluminio, cemento y otros minerales y metales, afecte a la cadena de pagos del sector en los próximos meses», señalan.
El segundo sector con más morosidad en España es el textil que, a pesar de reducir ligeramente el tiempo de pago, sigue acumulando retrasos de 90,4 días y preocupa ahora la tendencia que se está observando en el sector agroalimentario, donde el tiempo de espera para cobrar una factura se ha ampliado en 8,2 días, hasta los 80,7.