Los indicadores de inflación, a partir de unos niveles ya elevados, registraron otra fuerte alza en el primer semestre de este año. La inflación mundial (subyacente) de los precios al consumo pasó del 5% interanual en diciembre a un máximo del 7,1%, un nivel no registrado desde hacía décadas. Además, el fuerte aumento de los precios de la energía, de los productos agrícolas y de los alimentos aún no se ha reflejado plenamente en los precios al por menor y podría contribuir a nuevas subidas de los precios al consumo en los próximos meses.
En este contexto, es evidente que las subidas de precios en segmentos volátiles como los alimentos y la energía se están trasladando a otros más estables, como se refleja en el repunte de la inflación subyacente.
Los bancos centrales no pueden permitirse descuidar los graves problemas de inflación a los que se enfrentan.
Reducir la demanda se ha convertido en una parte difícil, pero necesaria, del modo de abordarlo. Entre la alternativa de un menor crecimiento (una recesión de ajuste) o una
menor inflación, las autoridades monetarias parecen considerar que frenar el crecimiento es el mal menor. De los principales bancos centrales, el único que va en dirección
contraria es el Banco Popular de China, que ha rebajado los tipos para estimular la economía.
Claves de la próxima semana
En la próxima semana, los datos parece que no indicarán una mejoría. Hay toda una serie de indicadores económicos, principalmente de confianza, que seguramente se
examinarán con lupa acerca de la cuestión de la “recesión” y/o la “presión inflacionista”.
El lunes, la Universidad de Chicago publicará su índice de actividad en Estados Unidos. El martes, se publican la confianza de los consumidores y los índices preliminares de
gestores de compras de la industria manufacturera y los servicios, ambos de la zona euro, así como el índice de gestores de compras (los PMI manufactureros) de Japón. El
miércoles se prestará atención a los nuevos pedidos de Estados Unidos, para los que se prevé un aumento de un 1% con respecto al mes anterior; la última subida fue del 2%.
El jueves se anuncian las solicitudes iniciales de subsidio de desempleo de EE. UU., que deberían de recordar que el mercado laboral estadounidense va a toda marcha, con las correspondientes repercusiones sobre la inflación. El jueves también se publica el índice Ifo de clima empresarial de Alemania, que será importante para ver si la caída de las expectativas, ya muy acusada, también afecta ahora la percepción de la situación actual. El dato más destacado del viernes debería de ser el deflactor del consumo privado
(“PCE deflator”) de EE. UU. El índice de inflación del consumo privado no es solamente uno de los principales indicadores de la Fed, sino que también es un amplio reflejo de la
inflación de los precios al consumo.
La combinación de las tensiones geopolíticas, una inflación que se mantiene elevada, una fuerte desaceleración de la dinámica económica y unos bancos centrales acorralados
que se encuentran claramente “por detrás de la curva” supone un entorno difícil para los inversores. Desde un punto de vista fundamental, esto sigue sugiriendo una postura
generalmente cautelosa hacia los activos de riesgo.
Tampoco pueden descartarse decepciones relativas a las esperanzas que habían surgido de que la Fed actuara de modo algo menos restrictivo de lo que se anticipaba. Los
mercados de deuda pública se mueven entre las antípodas de los riesgos de subida de la inflación y un mayor riesgo actual de recesión. No es un entorno fácil de navegar.
Deseo para todos nosotros un crecimiento sin inflación y sostenible.