El euro también aprovechó la mejora general de la percepción de la economía global, tras haber ganado casi un 2 % desde la semana pasada frente al dólar estadounidense. Al igual que con la libra, este movimiento parece ser más un reflejo de que los mercados están haciendo balance, dados los niveles aun históricamente fuertes del USD, en lugar del inicio de una tendencia a volver a comprar la moneda única. La presidenta del Banco Central Europeo, Christine Lagarde, redobló ayer su reciente retórica agresiva y reiteró que la «principal preocupación» del BCE es reducir los niveles de inflación, pese a reconocer que el entorno es «difícil». La perspectiva de nuevas subidas de tipos de interés tradicionalmente fortalece una moneda, por lo que la postura de Lagarde, a pesar de estar en desacuerdo con algunos de los otros miembros con derecho a voto del BCE y ser impopular entre los líderes políticos de la zona del euro, ha proporcionado un soporte a corto plazo para la moneda única. Hoy, la publicación de los datos de ventas minoristas de la zona del euro será la principal cifra de la que seremos testigos.
La presidenta del Banco de la Reserva Federal de Boston, Susan Collins, indicó ayer que, en su opinión, la política monetaria podría estar entrando en una nueva fase, en la que se requerirían incrementos menores de los tipos de interés, lo que matiza el reciente sentimiento agresivo sobre la política monetaria estadounidense. Collins afirmó que era «prematuro» especular sobre la cota a la que podrían llegar los tipos, sin embargo, sí insinuó que su «idea actual» era que el actual tipo implícito del mercado del 4,4 % a final de año era un «punto de partida». La presidenta del Banco de la Reserva Federal de Cleveland, Loretta Mester, se hizo eco de las opiniones de Collins e indicó que su «opinión actual» era que el tipo básico subiera «algo por encima del 4 %», pero que «se mantuviera ahí». Combinado con una creciente confianza general en la percepción económica, el dólar estadounidense se debilitó significativamente a lo largo del día. Hoy, Estados Unidos celebra sus elecciones de mitad de mandato, en las que están en juego los 435 escaños de la Cámara de Representantes y un tercio de los 100 del Senado disponibles. En conjunto, ambas cámaras están actualmente en manos de una mayoría demócrata muy débil, pero como los republicanos solo necesitan un vuelco neto de seis escaños en la cámara y un escaño en el Senado para tomar el control, las elecciones probablemente resultarán en un traspaso de poderes en la legislatura estadounidense.
La falta de titulares económicos reales resultó ayer positiva para los activos percibidos como «más de riesgo» y la libra esterlina aprovechó este sentimiento para reforzarse inesperadamente casi un 1 % de media frente a la mayoría de sus principales pares. Sin embargo, observando la reacción más amplia del mercado de divisas ayer se atisban malos augurios para la libra: el movimiento parece reflejar el creciente estatus de la GBP como una moneda de «riesgo», en lugar de una renovada fe en la economía subyacente del Reino Unido. De hecho, la publicación ayer del índice de ventas minoristas del British Retail Consortium mostró que el gasto de los consumidores se está desacelerando a un ritmo aún más rápido de lo previsto, a medida que empieza a hacer de las suyas la tan comentada «crisis del coste de la vida». Hoy, el economista jefe del Banco de Inglaterra, Huw Pill, tendrá que pronunciarse en dos ocasiones, lo que puede aportar algo más de color en cuanto a la dirección del Banco para la política monetaria.